Idioma original: Inglés
Año: 1951
Editorial: Edhasa Editorial
Traducción: Leonardo Domingo
Género: Novela histórica
Valoración: Muy Recomendable
Primero tengo que haceros un confesión: detesto comparar los libros, para mí siempre van por delante, con sus respectivas películas. Me parece que son asuntos distintos, obras basadas en diferentes parámetros. Puede que inspiradas en un mismo hecho pero que, por su condición, recursos que utilizan y tipo de lenguaje artístico, están destinadas a no parecerse. Por eso me parece absurdo medir la calidad de una película por lo fiel que haya sido a la obra literaria en la que se basa. Son obras separadas y como tal hay que juzgarlas. Pueden incluso no ser similares, que una traicione el espíritu de la otra, que se narre con voces distintas, pero lo esencial en cada una de ellas es su calidad por separado.
Dicho lo dicho es inevitable emitir una opinión, mojarse. Pues a mí me gusta más la película, pues a mí más el libro, pues a mí me gusta más la mitad primera del libro pero el final de la película es mejor… Y así, cada uno con sus percepciones y sus gustos. En mi caso intentaré hacer una comparativa fijándome en lo que considero más importante en cada una de las dos versiones de Espartaco.
Empezamos aportando un poco de contexto sobre el autor de la novela. Howard Fast fue perseguido en la caza de brujas del macartismo. Estuvo encarcelado por no querer revelar datos de algunos compañeros de profesión que junto a él colaboraban con el Comité de Ayuda a los Refugiados Antifascistas. Ya en prisión pergeñó esta novela cuya temática tanto tiene que ver con la represión y la ausencia de libertad. Una vez fuera de la cárcel siguió teniendo problemas para publicarla ya que muchas editoriales le dieron una palmadita en la espalda, le dijeron que sí, que les gustaba mucho la obra, pero que en el clima de esa época no podían arriesgarse con ella. Fast decidió jugarse sus ahorros y autopublicar un libro que con el tiempo se acabó vendiendo como churros. De estas circunstancias nace esta historia de un rebelde escrita por un señor que vivió en sus carnes el abuso de poder muchos años después de la época en la que ambientó las peripecias de su gladiador tracio. Una prueba más de la circularidad de la historia y de que el ser humano es duro de mollera y repite los mismos errores.
Pero tenemos más macartismo relacionado en esta obra y es que el guionista de la versión cinematográfica de Kubrick, Dalton Trumbo, también tuvo el “placer” de sentir en sus carnes las formas excelsas del Comité de Actividades Antiestadounidenses. Fue uno de Los Diez de Hollywood, estuvo en prisión, se exilió en México y tuvo que firmar sus obras con seudónimo para poder seguir trabajando.
Vamos ya con el libro. La historia comienza con un viaje de placer de varios personajes que desde Roma, y recorriendo la Vía Apia, se dirigen hacia Capua. En su recorrido pueden ver jalonando el camino seis mil crucificados, los restos de la rebelión de los esclavos que se produjo en el seno del Imperio en el año 73 a.C. A mitad de camino paran a descansar en Villa Salaria y esta estancia se convierte en el punto de fuga de la narración ya que los personajes allí reunidos cuentan su relación con Espartaco desde sus respectivos puntos de vista. Aquí encontramos una diferencia sustancial entre película y libro, la primera se centra en el esclavo rebelde, lo seguimos a lo largo de todo el metraje, y está más basada en los hechos históricos; en el libro, Espartaco es más un símbolo, se habla de él a través de las vivencias de otros, la historia es menos épica que en la película y se centra más en la psicología de los personajes. En definitiva y como dije al principio, enfoques muy distintos para contar lo mismo.
Los personajes que tienen más peso también son diferentes. En la obra cinematográfica Craso es protagonista absoluto y tiene su némesis en Espartaco. En la novela, por el contrario, se da una repartición de pesos ya que la historia se apoya en la narración colectiva que elude enfocar de forma directa acontecimientos concretos. Destaca el papel apocado y el carácter antagónico respecto al libro que en la película tiene Varinia, a la que Kubrick nos presenta como una mujer sin temple, devota de Espartaco y sin voluntad ninguna. Me gusta más la Varinia del libro, aguerrida, valiente e igualmente enamorada pero sin el componente edulcorante tan frecuente en las películas de Hollywood. El séptimo arte tiende a simplificarlo todo, a restarle matices, a encasillar personajes y eso también pasa en este caso.
El tratamiento de la sexualidad también es distinto, más abierto en el libro, que por momentos tiene tintes orgiásticos y muy subidos de tono. Como si de una magnífica cama redonda en medio de la campiña romana se tratara. Kubrick se atreve a tratar la homosexualidad pero de forma pacata y soslayada, supongo que eran gajes del oficio y la época. Ha pasado a la historia la escena en los baños en el que Craso (Laurence Oliver) le espeta a Antonino (Tony Curtis) “me gustan las ostras y los caracoles”, todo un portento de doblaje y sutileza.
Otro elemento presente es la crítica a la política de Roma, la podredumbre del Senado y sus tejemanejes. Este reproche se extiende también a la organización social del Imperio que se asentaba en el trabajo esclavo para que unos pocos potentados pudieran prosperar y vivir a sus anchas. ¿No os suena esto muy actual? De nuevo, en el libro el tratamiento es más profundo y aprovecha mejor la figura de un personaje, Graco, un senador corrupto y arribista, que sería la representación encarnada de la corrupción de un sistema y un imperio que se sabe gigante con pies de barro.
Destaca la riqueza que Howard Fast aporta a su narración. Múltiples son los temas tratados y, claro, no todos tienen cabida en la película porque tendríamos como resultado un metraje cercano a una vida. En la obra de Kubrick faltan las descripciones paisajísticas deslumbrantes, los pasajes centrados en la descripción de la vida en las calles de Roma y Capua, los monólogos de los personajes que dejan caer críticas sobre aspectos diversos de la forma de vida romana (el Circo como opio del pueblo, opiniones sobre los esclavos y su condición animal, luchas intestinas por el poder…) y que en la película en ocasiones son sustituidos por escenas algo ñoñas y centradas en el amor de Varinia por Espartaco.
Antes de terminar os quiero dejar una cita que define muy bien el porqué de la novela y que nos hace ver con claridad las motivaciones de Espartaco:
“Espartaco era un esclavo nacido de esclavos, pero entre los de su propia clase había héroes legendarios tan maravillosos como Aquiles y Héctor y Odiseo el sabio, tan admirables y, en mayor medida, tan orgullosos, aunque no se les dedicaran canciones ni se les transformara en dioses para que los hombres les rindieran culto. Lo cual estaba bien, porque los dioses eran como los ricos romanos y estaban tan escasamente preocupados como ellos por la vida de los esclavos”.
Ahora sí finalizo señalando lo que a mí me parecen errores en la película o aspectos mejor resueltos en el libro. En primer lugar, la caracterización física de Espartaco es casi opuesta a la concebida por Fast. Kirk Douglas cumple a la perfección con el papel pero si te has leído el libro antes de ver la película seguramente será un aspecto que pueda chirriar. Después tenemos el rol que juega Varinia, la amante del mito y madre de su hijo; la película la trata como un mero acompañante y como una mujer sin recursos y llevada por los acontecimientos. En definitiva, es más fácil enamorarse y entender a la Varinia de la obra literaria, tiene más matices y participa de forma más activa. También tenemos personajes que viven en la película y que mueren en el libro, lo que puede
En definitiva, he leído una buena novela, rica en temas y matices. Una lectura que ha sacado el rebelde que llevo dentro. La película de Stanley Kubrick es otra cosa, una superproducción épica muy meritoria, con olor a péplum clásico, con unos actores que están magníficos y que se apoya en una historia que a pocos puede dejar de emocionar. Como decía al principio, nos hallamos ante dos obras que tienen coincidencias pero que son distintas en intención y ejecución. Me quedo con el libro, pero he de reconocer que el señor Kubrick sabía hacer su trabajo, aunque se nota que en esta ocasión el guion no es de su factura ya que es más lineal y menos psicológico de lo que después demostró cuando tomó también las riendas en la escritura previa de las películas que quería rodar.
Elegid arma, daga tracia, espada romana o tridente y red; y lanzaos a la arena porque Espartaco merece la pena tanto en pantalla grande como en papel.
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