Sánchez, además de un mal gobernante que empuja a España hacia la miseria, es injusto, desigual y vengativo. Ataca a Madrid porque los madrileños no le votan y hace lo mismo con los andaluces, los castellanos y los murcianos, pueblos que han expulsado del poder a los socialistas.
El problema del sanchismo es que sus actuaciones de boicot y agresiones a Madrid incrementan la cosecha de votos de Isabel Díaz Ayuso, potenciando el sentimiento de rebeldía de los ciudadanos de Madrid, que se han convertido en el baluarte de España contra el sanchismo.
"Sánchez atenta contra Madrid como parte de una estrategia para cambiar el modelo de país". Lo dice la presidenta de la Comunidad de Madrid, que asegura que el presidente hace un gran daño "especialmente a una comunidad que se sustenta en el capital y la empresa" y teme que utilice el CIS o el INE como armas electorales.
La pelea de Sánchez contra el Madrid que le rechaza ha convertido el "dos de mayo" de este año en uno de los más tensos desde 1808.
Díaz Ayuso declara persona no grata al ministro Bolaños, el más entusiasta perro de presa del sanchismo, y eleva a máximos la tensión con Sánchez dejando al ministro fuera de la tribuna de autoridades, donde sí estará la ministra Margarita Robles.
Sánchez, desplegando contra Madrid una agresividad que es incapaz de reproducir en la desleal y separatista Cataluña, ha convertido al pueblo de Madrid en protagonista en la lucha contra el sanchismo y los madrileños, conscientes de que ellos son la punta de lanza de la resistencia española, se sienten protagonistas y artífices de la liberación y la regeneración en la España podrida de Pedro Sánchez.
A Sánchez el protagonismo de Madrid y el que esa ciudad se haya convertido en símbolo de la resistencia a sus abusos y arbitrariedades le quita el sueño y tiene a decenas de asesores y estrategas de la Moncloa maquinando como acuchillar a Madrid y doblegar su espíritu de resistencia y lucha.
Contra Madrid lo ha intentado todo sin éxito: utilización de los médicos y enfermeros izquierdistas en manifestaciones, utilización de las obras del metro y una búsqueda tan desesperada como infructuosa de errores y corrupciones en el gobierno de Ayuso para, con la ayuda de sus periodistas y perros mediáticos, aplastar el prestigio de Madrid como símbolo y modelo del anti sanchismo y la regeneración.
Francisco Rubiales