Confieso que durante muchos años he celebrado en territorio ucraniano, y junto a los ciudadanos de ese país, la conemoración del aniversario de su independencia.
Siempre ha sido un día grande, con las gentes gozando la festividad, retomando la vida en familia, saliendo a las calles para manifestarse, presenciando la parada militar en la avenida Kreschiatyk; en pocas palabras, compartiendo el orgullo de ser una nación independiente que iba prosperando poco a poco con esfuerzo, pero siempre con sentimientos patrióticos.
Ya fueron problemáticos los años en los que desde Rusia se trató de manejar la vida y realidad de Ucrania, influyendo los oligarcas ucranianos y los pro-rusos para que la presidencia del gobierno y éste mismo estuvieran volcados a Rusia, mediante la colocación de
Desde entonces, el taimado Vladimyr Putin se ha valido de mil y una artimañas para neutralizar a los mandatarios que buscaban la real independencia social y económica, bien envenenándoles (como a Yúshcenko) bien propiciando su prisión mediante acusaciones casi siempre falsas.
La tendencia en Ucrania que he percibido personalmente durante los muchos años de convivencia y relación con los ucranianos, ha sido el deseo de lograr la integración efectiva en el mundo occidental, especialmente en la Unión Europea, bien que ello era muy difícil porque la corrupción seguía galopando, las estructuras económicas evolucionaban lentamente y en la Unión Europea se veía con recelo la posibilidad de aproximación.
Así las cosas, cuando el sátrapa Yanukóvich (de infausta memoria por su descarada tendencia pro rusa y sus abusos dictatoriales) hubo de salir huyendo, porque el pueblo no quería ni verle, el Kremlim se propuso reconquistar Ucrania, y montó una guerra separatista en las regiones de Lugansk y Donbass, apoyando tropas secesionistas y hasta infiltrando combatientes y armamento, llegando a consumar la tropelía de adueñarse de la península de Crimea, ante la cuasi indiferencia de Occidente.
Y de aquellos polvos han venido los actuales lodos, de una agresión brutal, inhumana, de Rusia, a poblaciones más cercanas a su territorio, con desprecio genocida de la población.
Lo más sorprendente ha sido la reacción del pueblo ucraniano,
En esa situación llega ahora la celebración del 31 aniversario de la independencia de Ucrania, y aunque los festejos han debido suprimirse por la guerra y el riesgo de más ataques de Rusia, ya que Putin y los suyos buscan siempre golpear donde más duele, olvidando los más elementales principios de humanidad, sí, ha llegado el aniversario de la declaración de independencia, y el pueblo ucraniano lo ha celebrado con todo honor y orgullo, precisamente combatiendo al invasor para preservar su independencia.
No puedo menos que ensalzar ese bravía conducta de los nacionales ucranianos, ejemplo para el mundo, que tal vez no quiere implicarse más en una guerra que no puede serle ajena, porque supone el freno al deseo expansionista del totalitarismo del criminal Putin y sus secuaces.
Mi grito es el los ucranianos: ¡Gloria a Ucrania! ¡Gloria a los héroes!, Slava Ukraini! Geroiam slava!
"La independencia, igual que el honor, es una isla rocosa sin playas" Napoleón I (1769-1821) Napoleón Bonaparte. Emperador francés.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA