Témpera y óleo. Javier Marcos
Digamos que hoy es domingo, es sólo una suposición. Hoy quiero observar a la gente que me encuentro o veo pasar. Mi cuerpo se va deslizando por las calles de este Madrid, que aunque no nací aquí, tengo que confesar que me gusta y a veces mucho.Como dice Rosa Montero: "La vida es un puro azar, un milagro renovado en cada instante. Me pregunto qué me queda".
Pues eso 'la vida es un puro azar' y hoy, he decidido observar a ese puro azar que siempre nos rodea.
Saludo a mi amiga que me surte de la prensa diaria y le pregunto qué tal tiene su hombro después de tener pasar por el quirófano. Observo que está alegre y contenta y la expresión de su cara lo dice todo. Y por supuesto me alegro de que ella se alegra de verme con una sonrisa.
Sigo mi camino y percibo que están cayendo una gotas de lluvia, sí esa lluvia que a veces nos molesta pero que, en general es necesaria para que podamos disfrutar de productos que después degustaremos en nuestros paladares.
Me topo con mi amigo el senegalés, que con su amplia sonrisa, también se que se alegra de verme y charlamos un momento de como va su familia, que por cierto sigue a muchos kilómetros de aquí; pero se le nota que tiene esperanza todavía de algún día estar de nuevo juntos y también de volver a recuperar el trabajo que tenía en una empresa como guardián de noche. Me dice que ayer precisamente le dijeron que era posible que volvieran a necesitarle y nos estrechamos la mano en señal de alegría, sintiendo esa cercanía necesaria del ser humano.
Y sigo caminando, bastante más contento porque pienso que todo el mundo necesita ser respetado, sin mirar religión (es practicante musulmán), color y procedencia.
Me alegro de pensar así. Y cuando voy de retorno a casa, me viene a la memoria, como casi todos los días, cantidad de gente, -que digo y me gusta remarcar, la 'buena gente' que existe en el mundo, y en contra del grupo ínfimo que no lo son.Y me vuelvo a alegrar de esto también.
Todo esto viene a cuento porque mis recuerdos me golpean suavemente recordando a esa 'buena gente' que ya no tenemos a nuestro lado e irremediablemente también me alegro de haberles conocido, y disfruto ahora con sus recuerdos.
Sabemos que cuando perdemos a alguien que hemos tenido la fortuna de haber conocido y querido, la variable tiempo, se hace mucho más corta y volvemos a disfrutar de su 'presencia'.
Digamos que estamos a domingo, hoy.