Oficialmente, desde las 12 horas y 51 minutos, de hoy sábado 21 de junio, será verano, una estación que durará 93 días y sucumbirá, para dejar paso al otoño, el 23 de septiembre próximo. Para muchos -también para mí-, una eternidad. Porque el calor no empieza a partir de hoy, sino que lleva con nosotros desde hace semanas, y lo que hará será incrementarse hasta convertir los días en calderas donde se cuecen al sol los que les gusta sentirse sardinas a la parrilla, apretujaditos sobre la arena expuestos a una insolación.
El verano es un período seco, árido, insoportable si no estás constantemente a remojo, por fuera y por dentro, que sólo se disfruta porque es cuando conceden las vacaciones a niños y adultos, y que se aprovecha para pasarlo bien en embotellamientos en la carretera, exprimir la cartera en chiringuitos que hacen su agosto y regresar exhaustos de tanta inactividad agotadora. Tan extenuante que algunos se divorcian tras esa experiencia veraniega.
Así que quedan advertidos: hoy arranca el verano y habrá que protegerse de sus peligros. Embadúrnense de cremas solares, consuman lo que no está escrito y hagan vida vampira de salir por las noches. Yo les espero como aguardo el otoño, con paciencia y resignación. Qué quiere que les diga, prefiero la tranquilidad del campo en otoño que las playas abarrotadas del verano. Cuestión de gustos. ¡Que disfruten!