¿Por qué buena parte de los españoles que nos declaramos de izquierdas damos la impresión de estar un tanto perdidos en el uso de términos tales como "pueblo, país, patria, gobierno, nación, España, estado"?... Al usarlos parecen similares pero no lo son. Para la derecha, sí; todo es lo mismo y va en el mismo saco. Los españoles que nos declaramos de izquierdas no deberíamos avergonzarnos de reivindicar el uso del nombre de España, la patria común que a todos nos acoge y ampara, No es solo de ellos, es también nuestra. Y deberíamos hacerlo sin vergüenza alguna, sin ningún tipo de remordimiento, sin amargura ni complejo de ninguna especie. Y para eso puede servirnos la poesía.
De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas contemporáneos, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España y su añoranza. Y es que, en palabras de Walt Whitman, "el poeta es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz".
Hoy traigo hasta el blog al poeta Luis Cernuda. Nace en Sevilla en 1902. Poeta y crítico literario, miembro de la Generación del 27, su poesía busca el equilibrio entre la tradición literaria y la originalidad, como poesía de la meditación. Estudia derecho en la universidad de Sevilla, siendo uno de sus profesores el poeta Pedro Salinas, a cuya tertulia literaria asiste asiduamente. En 1925 conoce a Juan Ramón Jiménez y publica sus primeros poemas en la Revista de Occidente. Se traslada a Madrid en 1929 y allí conoce y traba amistad con Vicente Aleixandre y Federico García Lorca. Durante la guerra civil lucha en el bando republicano. En 1938 se traslada a Gran Bretaña como lector de español en las universidades de Glasgow y Cambridge. En 1947 se marcha a Estados Unidos y en 1952, a México, donde se instala de manera definitiva y donde muere en 1963.Les dejo con su poema "Elegía española (I)":
Dime, háblame.
Tú, esencia misteriosaDe nuestra raza
Tras de tantos siglos,
Hálito creador
De los hombres hoy vivos,
A quienes veo por el odio impulsados
Hasta ofrecer sus almas
A la muerte, la patria más profunda.
Cuando la primavera vieja
Vuelva a tejer su encantoSobre tu cuerpo inmenso,
¿Cuál ave hallará nido
Y qué savia una rama
Donde brotar con verde impulso?
¿Qué rayo de luz alegre,
Qué nube sobre el campo solitario,
Hallarán agua, cristal de hogar en calma
Donde reflejen su irisado juego?
Háblame, madre;
Y al llamarte así, digoQue ninguna mujer lo fue de nadie
Como tú lo eras mía.
Háblame, dime
Una sola palabra en estos días lentos,
En los días informes
Que frente a ti se esgrimen
Como cuchillo amargo
Entre las manos de tus propios hijos.
No te alejes así, ensimismada
Bajo los largos velos cenicientosQue nos niegan tus anchos ojos bellos.
Esas flores caídas,
Pétalos rotos entre sangre y lodo,
En tus manos estaban luciendo eternamente
Desde siglos atrás, cuando mi vida
Era un sueño en la mente de los dioses.
Eres tú, son tus ojos lo que busca
Quien te llama luchando con la muerte,A ti, remota y enigmática
Madre de tantas almas idas
Que te legaron, con un fulgor de piedra clara,
Su afán de eternidad cifrado en hermosura.
Pero no eres tan solo
Dueña de afanes muertos;Tierna, amorosa has sido con nuestro afán viviente,
Compasiva con nuestra desdicha de efímeros.
¿Supiste acaso si de ti éramos dignos?
Contempla ahora a través de las lágrimas:
Mira cuántos traidores,Mira cuántos cobardes
Lejos de ti en fuga vergonzosa,
Renegando tu nombre y tu regazo,
Cuando a tus pies, mientras la larga espera,
Si desde el suelo alzamos hacia ti la mirada,
Tus hijos sienten oscuramente
La recompensa de estas horas fatídicas.
No sabe qué es la vida
Quien jamás alentó bajo la guerra.Ella sobre nosotros sus alas densas cierne,
Y oigo su silbo helado,
Y veo los muertos bruscos
Caer sobre la hierba calcinada,
Mientras el cuerpo mío
Sufre y lucha con unos enfrente de esos otros.
No sé qué tiembla y muere en mí
Al verte así dolida y solitaria;En ruinas los claros dones
De tus hijos, a través de los siglos;
Porque mucho he amado tu pasado;
Resplandor victorioso entre sombras y olvido.
Tu pasado eres tú
Y al mismo tiempo eresLa aurora que aun no alumbra nuestros campos.
Tú sola sobrevives
Aunque venga la muerte;
Solo en ti está la fuerza
De hacernos esperar a ciegas el futuro.
Que por encimas de estos y esos muertos
Y encima de estos y esos vivos que combaten,Algo advierte que tú sufres con todos.
Y su odio, su crueldad, su lucha,
Ante ti vanos son, como sus vidas,
Porque tú eres eterna
Y solo los creaste
Para la paz y gloria de tu estirpe.
"Elegía española (I)"Luis Cernuda
Y mañana nos vemos con el poeta Vicente Aleixandre. Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
Entrada núm. 2125http://elblogdeharendt.blogspot.comPues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)