No hay duda alguna; el temor de Dios produce sanas costumbres que impiden la disipación de la vida que proviene del pecado y del vicio. El sano reposo, fruto de la fe en el Señor Jesús, es una excelente ayuda y remedio para quien está enfermo. El médico se alegra de tener un enfermo cuyo espíritu está tranquilo.
Las preocupaciones matan, mas la confianza en Dios es medicina que cura. Según esto, tenemos los medios para llegar a una vida larga; y si los empleamos para nuestro bien, veremos una feliz vejez y llegaremos al sepulcro como gavillas de trigoen sazón. No nos creamos amenazados de muerte súbita porque nos duela un dedo; antes bien, confiemos en que Dios nos concederá largos días de vida para poder dedicarlos a su servicio.
¿Y si fuéramos llamados pronto a un lugar más elevado? Aun así deberíamos regocijarnos de esta disposición, porque ora vivamos, ora muramos, somos del Señor. Si vivimos, Jesús estará con nosotros; y si morimos, estaremos con Jesús. La mejor manera de prolongar nuestra vida es vivir mientras vivamos, no malgastando el tiempo, sino dedicando cada hora a fines más elevados. Que así sea en el día de hoy.
Señor, Plenitud de vida recibo de tu mano y esa plenitud se multiplica en días llenos de tu bendición. Amén.
Charles Spurgeon.
Libro de Cheques Del Banco De La Fe.