Cada año, desde que tengo memoria mi madre empieza su felicitación de cumpleaños de esta manera: Hoy hace x años yo… estaba con contracciones, o había roto fuente, ya habías nacido, etc, …
Siento la necesidad de seguir la tradición, hoy Kyara cumple años así que: hoy hace 3 años viniste al mundo rodeada de amor, en medio de la fiesta por el milagro de tu vida, acompañada por el apoyo y la presencia de tu padre y la fuerza de tus abuelos. Hoy hace 3 años llegaste a este mundo e iluminaste el nuestro con tu arrolladora presencia. Llegaste a tu manera, tal vez no como nosotros lo habíamos soñado y planeado, pero como tu lo necesitaste, hoy hace 3 años no solo me hiciste nacer como madre sino que me enseñaste que eres tu quien importa, que eres un ser humano, no un juguete, ni una posesión; que son tus decisiones, tus elecciones, tus necesidades las que valen para tu aventura. Me enseñaste la lección más importante de mi vida, el amor todo lo puede, todo lo transforma, todo lo sana. Con tu alegría y tu amor desbordante, haces que aterrice todo mi discurso, mi postura ética en acciones cotidianas, en gestos simples y sencillos, me has dado la oportunidad de practicar, probar y re-significar el valor del respeto, el reconocimiento y la responsabilidad como brújulas en mi travesía. Sin grandes aspavientos me ayudaste a entender que mi labor contigo es estar para acompañar tu camino, para respaldar tu crecimiento, yo soy tu madre, pero tú no eres mía.
Cuando cumpliste un año y viví por primera vez un 31 de diciembre no como la despedida del año viejo sino como la celebración de tu vida, no pude menos que sobrecogerme y amar la elección que hiciste. Llegaste al mundo hija con la fuerza de miles de personas que se unen en torno a la esperanza y la fe de un año mejor, de un mundo mejor. Mientras tú nacías millones de seres humanos agradecían a la vida todo lo maravilloso que les trajo, agradecían lo grande y lo pequeño e incluso aquello en lo que no habían reparado antes; respiraste por primera vez repleta de los buenos deseos, los sueños, la fe, la esperanza, la alegría, la celebración por la vida. Llegaste en ese momento justo en el que nos conmueve la vida por el hecho de existir, en el que nos sabemos poderos@s y afortunad@s por el hecho de vivir, el mágico instante en el que sabemos que todo es posible y depende de nosotr@s, en ese instante en el que nos unimos y sentimos que hay espacio para tod@s, que tod@s contamos, tod@s valemos, en ese momento de hermandad y alegría por el hecho de sabernos en comunidad.
Desde ese día he pensado mucho al respecto, como es habitual de lo particular surge la conciencia de lo global, del hecho concreto aparece el conocimiento de lo abstracto; lo cierto es que esa “revelación” me ayudó a entender aquello que deberíamos sentir frente a cualquier nacimiento, me ha ayudado a ver lo estremecedoramente poderosa, apasionada y sagrada que es la vida abriéndose paso y la reverencia que le debemos. Con cada nueva existencia se abre la posibilidad de cambiar el rumbo, de crecer como humanidad; cada nueva vida trae consigo la promesa y la opción de resignificarnos como especie, de nutrirnos como comunidad. Cada nuevo ser nos da la alternativa de renovar la apuesta, de revisar los votos que hemos hecho con la vida y atrevernos a soñar otro mundo posible, otra realidad habitable y gozable. En ese instante se funden la experiencia de lo que hemos caminado como individuos y como especie y la fuerza de la vida nueva, ese raudal de amor que nos ha hecho sobrevivir como especie.
Llevamos tantos años, tantos siglos unidos a través de la muerte, en la guerra, la violencia, el abandono y la indiferencia que ya no sabemos desentrañar el maravilloso misterio que trae la vida consigo. Hemos normalizado y estandarizado tanto los nacimientos que ya hablamos de ellos (salvo que sea cercano) como estadísticas, meros hechos formales para ingresar a la categoría de ser.
Cuando son en realidad una fiesta, la mayor expresión posible de lo mágico, sagrado y maravilloso que puede ser este universo, de lo amorosa y plena que puede ser nuestra vida. Con tu elección me enseñaste que lo verdaderamente revolucionario es unirnos alrededor de la vida, sabiéndonos participes y protagonistas de ese milagro. Dejarnos conmover y asombrarnos con el poder de la fragilidad. Cuando nace un/una niñ@ renacemos como humanidad.
Gracias hija y feliz cumplevida!