Hoy nace…52

Publicado el 13 mayo 2020 por Beitavg

"Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro" .

Dicen los entendidos (o los listillos que creen saberlo todo) que estas tres son las tres tareas que toda persona debe hacer antes de morir. Quizás podríamos ponernos a discutir si, realmente, alguna de los tres lados de este triángulo vital nos garantizaría que nuestro paso por la tierra no ha sido en vano, pero, en los tiempos que corren, los debates filosóficos es mejor compartirlos en directo, en buena compañía y, a poder ser, con café o vino de por medio.

Hasta hace apenas unos días, mi triángulo vital se había quedado en línea y, además, no precisamente recta. Nunca he plantado un árbol. Pero, a cambio, planté todo el jardín de la casa del pueblo de rábanos. Como en el anuncio del Scattergories de los 90, si se aceptaba el barco como animal acuático, yo acepto rábano como árbol.

Imagino que, en estos momentos, muchos estaréis preguntándoos cómo acabó el chalé de mis abuelos lleno de rábanos (y si no os lo preguntáis, tranquilos, os lo voy a contar igual). Resulta que los Reyes Magos de Oriente tuvieron a bien un año traerme uno de aquellos juegos acabados en "nova". La cuestión es que, mis padres pensaron que era mejor idea usarlo en el pueblo, una se puso a jugar y el viento hizo el resto. Una historia de lo más normal y corriente pero que a mi padre, encargado de arrancar los rábanos de las jardineras y hasta de entre las llagas del ensolado del patio, le gusta recordar de vez en cuando. Nunca acabé de llevarme bien con esos juegos, pero eso es otro tema.

Llegados a esta parte de la historia, imagino que otros estaréis esperando el anuncio de un embarazo. Siento defraudaros, pero ni está ni se le espera, como si fuera un personaje del 23F. Quizás este asunto de para otra entrada, pero hoy no es el día.

Así que, recapitulando, si ya planté rábanos y no estoy embarazada, solo queda un lado del triángulo vital.

En la mente de cualquier juntaletras como yo, siempre ronda la idea de escribir un libro, aunque el vértigo y el miedo siempre están por encima. Pero, si algo he aprendido en estos días raros, es que aquí hemos venido a jugar y mi 52 se merecía una oportunidad.

¿Por qué el título 52?

Durante un año (algo anárquico) he estado siguiendo el Reto Ray Bradbury consistente en escribir un relato semanal durante un año. El autor decía que era imposible que salieran 52 historias malas así que, con más o menos fortuna, he ido compartiendo estos relatos en el blog y, desde hoy, recopilado en una publicación.

¿Por qué ahora?

Desde la mitad del reto, pensé que sería buena idea darle forma de libro de relatos. Quizás en otras circunstancias, habría meditado más la idea, habría buscado ayuda para la revisión, edición, maquetación, diseño...pero no quería esperar. No podía esperar.

Otra de las cosas aprendidas en estos días raros es que cada uno debe arrimar el hombro como mejor sabe y a mí, lo que se me dan bien son las palabras. 52 surge deprisa y corriendo como mi particular forma de ayudar a los demás. Por eso, todo lo recaudado hasta septiembre, coincidiendo con una fecha marcada en nuestro calendario, irá destinado al área de Acción Social de mi Hermandad de Santa Genoveva. Ojalá sea muchísimo.

¿Dónde podéis encontrarlo?

En Amazon. Aunque soy una gran defensora de las pequeñas librerías y las librerías de viejo, lo cierto es que esta era la plataforma que me garantizaba rapidez, economía y facilidad de creación.

Está disponible tanto en formato papel (tapa blanda) como en formato ebook.

ayudarme a ayudar, como bien recoge el lema de Santa Genoveva, Gracias por formar parte de estas letras y, sobre todo, gracias por POR UN MUNDO MEJOR.