Hoy no tengo ganas de hablar sobre finanzas ni nada parecido. Hoy me apetece contaros mi vida cotidiana de los sucesos que me acontecen.Es pleno agosto y hace un calor de cojones. En este caso se cumple la programación establecida (en agosto hace calor) y aunque soy un defensor acérrimo de la importancia que tiene la actitud en nuestra vida, la verdad, me está costando bastante adaptarme a este calor. Pero no me malinterpretes; esto no significa que me parezca mal ni nada de eso. La experiencia del calor nocturno intenso que ni el ventilador más audaz es capaz de resolver tiene sus cositas divertidas.La diversión como leit motiv en la vida es mi bandera y cuando parece que empiezo a desoptimizarme un rato, recurro a cualquier acción divertida que transgrede la barrera de lo serio y entonces se acaba el drama psicológico ficticio.Recuerdo hace tiempo, cuando la mente se empoderaba y hacía de las suyas dándole vueltas a un tema. Gracias a la experiencia y a las habilidades adquiridas en el manejo de la consciencia corporal, he ido aprendiendo a desconectar del "mono saltarín" que es la mente, a través de una técnica infalible: convertirme en un niño.Los niños básicamente son una energía incombustible que vive en el instante. No rinden cuentas ni fingen hasta que aprenden el deber de rendir cuentas y fingir (gracias al obsoleto sistema educativo apoyado por el padre, la madre y la familia). Todo en el mundo de los niños es una experiencia, un aprendizaje, un descubrimiento y un momento. Cuando la situación desoptimiza, entonces llega el momento "niño pequeño".Entonces, no sé el motivo ni la razón (las cosas suceden y se suceden, dice el proyecto Actitud Consciente) esta tarde (la tarde de ayer; ahora son la 1:45 horas de la madrugada) el proceso mental ha hecho una de sus jugadas y estaba un tanto metido en sus psicodramatizaciones (cadenas asociativas de pensamientos pre-ocupados con los detalles del futuro inexistente y venidero) sobre temas financieros, de marketing, de estructuración metodológica, de buscar comerciales para vender un producto, de colaboraciones interdisciplinares y demás historietas del mundo humano cotidiano. En ese instante, ha empezado a dolerme el ojo del culo y también el empeine del pie. Eran avisos corporales que indicaban la necesidad de una desconexión del "curro" (vamos, el trabajo) para activar al niño que soy tras el adulto que interpreto. Tengo la suerte de tener una fabulosa mujer joven, bella, alegre, positiva y cien por ciento conectada con la vida a nivel presencial; siendo su especialidad principal, que también es la mía. Nada como vivir presencialmente; te lo aseguro.La vida presencial es la vida desconectada de la mente y de la matriz planetaria, con sus movidas y películas (reality shows en vivo y sin cámaras) para no dormir. Estábamos pasando la noche en casa de mis suegros, que están de vacaciones, para quedarnos con la abuela. Después de acostar a la entrañable mujercita que despierta todo el cariño del mundo, se me ocurrió probar la silla de ruedas con la que hoy la sacaron a pasear. Nunca había probado una silla de ruedas convencional y he pasado la experiencia más divertida de todo el día. Entonces, mi mujer se ha puesto a jugar conmigo y con la silla de tal manera, que todavía estoy riéndome de las bromas y los juegos.Te lo aconsejo aunque no me hayas pedido el consejo: cuando la realidad te supere o te enfades o la mente te posea con sus psicodramas de lo cotidiano, rescata tu fase niño o niña y déjate llevar sin limitaciones. Verás que divertido, que cambio y que sanación integral recibes.