Los Almacenes Madrid-París fueron los primeros moradores de Gran Vía 32, el portal que desde hace unos días se ha convertido en el centro de todas las miradas en la capital. Viajemos en el tiempo y conozcamos como fue su existencia durante los 9 años que estuvieron abiertos.
Ha revolucionado la ya de por sí convulsa vida de la Gran Vía. Me refiero, como ya muchos imagináis, a la inauguración de la tienda Primark, en el número 32. Una apertura que ha traído una afluencia de público masiva y unas colas que hacía mucho no se divisaban por la zona. Admito que tengo ganas de ir a verlo pero más por contemplar el interior del edificio que por realizar ningún tipo de compra. La rehabilitación del inmueble ha sido un trabajo delicado y prolongado, un desafío solventado con éxito por Drago Capital que, por lo poco que he visto en fotografías, me parece soberbio. Un elegante espacio central con su fantástica escalinata, que nos hace recordar de un plumazo a los primeros moradores de este solar, los primorosos Almacenes Madrid-Paris, y de los que os quiero hablar hoy.
Aquellos fueron los primeros grandes almacenes que se vieron en España, y se levantaron en el solar más grande de la actual Gran Vía, un terreno de 3.883 metros cuadrados y cuyo tamaño ya nos hacía presagiar lo ambicioso de este proyecto. Las obras se prolongaron durante cuatro años bajo las directrices del arquitecto Teodoro Anasagasti.
Tal y como vemos en estas imágenes, fueron inaugurados por el Rey Alfonso XIII el 3 de enero de 1924 quien aprovechó para darse una vueltecita por sus expositores y sus entonces cuatro plantas.
Aquí os dejo unos datos de los Almacenes Madrid-París: Su construcción tuvo un coste total de diez millones de pesetas, en total la superficie construida ascendía a los 25.000 metros cuadrados, disponía de seis ascensores y tres montacargas y en sus múltiples plantas los clientes encontraban artículos con precios que oscilaban entre los cinco céntimos y las cien mil pesetas.
Aquellos precursores en esta moda de los grandes almacenes contaban con una plantilla cercana a los 400 trabajadores, sus pasillos y plantas se alumbraban con 4000 lámparas.
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Otra curiosidad de los Madrid-París es que en cada una de sus dos torres había un depósito de agua con capacidad, cada uno, de 300 metros cúbicos.
Sin embargo, toda aquella descomunal inversión y buenos propósitos nunca obtuvieron el rendimiento deseado y después de nueve años de tambaleante vida, en 1933 los Almacenes Madrid-París cerraban sus puertas sin cumplir las expectativas. Pero allí no se frenó la agitada vida de este número 32 de la Gran Vía. Un año más tarde abría allí mismo los conocidos Almacenes SEPU. Pero eso es un capítulo que merece un secreto aparte.