Huellas del tiempo en la Cité de Carcassonne (III)

Por Fadiris


La visita no se agota en el interior de la ciudad, sino que se enriquece con las lizas, el espacio dispuesto entre las murallas interna y externa. El tiempo crea paradojas, el lugar que antaño constituía un recinto fortificado con fines militares, hoy se muestra como un paseo tranquilo, donde poder ir tras los pasos de la historia.
 En las murallas se recrean diferentes etapas, desde su herencia galo-romana hasta la arquitectura feudal del s. XII, pasando por la arquitectura militar ejecutada bajo Luis IX y Felipe el Atrevido e incluyendo la restauración realizada por Viollet-le-Duc.
En el 1240, después de que Raymond II Trencavel intenta recuperar Carcasona, Luis IX destierra a los habitantes de la ciudad y unos años más tarde, los autoriza a establecerse en la ribera izquierda del Aude. A raíz de esto, el rey francés decidió emprender trabajos de renovación y fortificación de la ciudadela. Se construyó la muralla exterior que duplicaba la protección, manteniendo al enemigo a distancia y salvaguardando el recinto interior. Si el enemigo lograba traspasar la primera muralla, quedaba encerrado en el espacio intermedio entre los dos muros y podía ser atacado tanto desde la muralla interior como desde las torres externas que aún no hubiesen sido tomadas.
Durante los gobiernos de Luis IX y Felipe el Atrevido se repararon las torres y murallas galo-romanas, por esta razón conservan restos arquitectónicos de esa época en sus bases. El terreno entre las dos murallas se niveló para crear las lizas y se edificaron varias torres, como las Torres Peyre y Vade y la Torre del Tesoro, así como la Puerta de Narbona.
De esta manera, la ciudadela se erigía como guardiana de la frontera de Francia ante la corona cataloaragonesa. Esta función de centinela la perdió con el Tratado de los Pirineos, que anexó la región del Rosellón a Francia. 
Otra página triste de la historia de Carcasona fue escrita cuando las torres se convirtieron en prisiones, encerrando no solo a bandoleros y ladrones, sino también a los cátaros y más tarde, a los protestantes.
Por último, la restauración que llevó a cabo Viollet-le-Duc salvó a la Cité del olvido y los destrozos que el tiempo le había impuesto. Pero también añadió elementos que no eran originales, como los techos cónicos azulados de algunas torres, que no son característicos del sur de Francia, sino más bien del Norte. De esta manera, la restauración del siglo XIX también ha dejado su huella, algunos la han criticado, pero lo cierto es que a ella se debe el estado acertado de conservación en que se encuentra hoy la ciudad fortificada.
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 Tras visitar la ciudad intramuros, nos dirigimos al exterior por la Porte d'Aude para visitar las lizas. Al lado derecho, al fondo, se puede ver la Torre Pinte, utilizada como punto de observación y para trasmitir señales. También a la derecha, pero en primer plano, puede observarse la Torre de la Justicia, que guardaba los archivos de los inquisidores y tenía un pasaje que comunicaba con la Maison de l'Inquisition.
Continuamos hacia la izquierda de la Porte d'Aude, donde se localiza la entrada oeste de la ciudad o Avant Porte d'Aude. En este espacio se puede prestar atención a los diferentes elementos que forman parte del sistema defensivo de la ciudadela, hay unas arcadas altas que son puertas falsas, hay una puerta más pequeña por si el enemigo llegase hasta ahí, poderle tirar desde lo alto grandes rocas e ir retrasando su paso, y todo está dispuesto para que el enemigo quede expuesto por sus lados más vulnerables y que los soldados de la ciudadela tengan una superioridad en visibilidad y protección respecto a sus contrarios.Otro de los añadidos de la restauración llevada a cabo por Viollet-Le-Duc es el matacán que hoy es visible y que no formaba parte de la construcción original. Antiguamente, la rampa de acceso se iniciaba en una barbacana hoy desaparecida. Con motivo de la construcción de la Iglesia de Saint-Gimer la muralla fue parcialmente destruida y solo persistió la rampa.
En este punto se suceden la Torre de la Inquisición y la Torre Cuadrada del Obispo. Esta última estaba coronada por torres de vigilancia en las cuatro esquinas y hacía imposible pasar entre las lizas altas y bajas, lo que a su vez protegía la Puerta del Aude y el Castillo Condal. Fue aquí donde Viollet-Le-Duc estableció su oficina de trabajo durante la restauración.Las lizas son aquí más estrechas y después de las curvas que hacen, primero entre la torre interna de Cahuzac y la externa de Grand Canissou, y luego entre la torre interna de Mipadre y la externa de Grand Burlas, se vuelven más amplias y transitables.Pasando la Torre Moulin du Midi, encontramos la Torre Saint-Nazaire, que también alberga la puerta del mismo nombre y que colinda con uno de los laterales de la Basílica. La torre es cuadrada y tiene hornos, chimeneas y pozos, es de la época de Felipe el Atrevido.Más adelante se van sucediendo la Torre Saint Martin, que alberga una pequeña librería, la Tour des Prisons, Tour du Casteras, Tour du Plô y Tour de Balthazar. Justo delante de esta última se localiza una de las torres principales de la muralla exterior, la Torre de Vade. Luego del intento de reconquista de Raymond II Trencavel en 1240, fue una de las edificaciones que Luis IX mandó construir para fortalecer el recinto defensivo de la ciudad. Destaca por sus 25 metros de altura y porque fue diseñada como un elemento independiente del recinto. Cuenta con un pozo y un horno, chimeneas y letrinas, de manera que podía ser autónoma aunque el enemigo hubiese alcanzado el espacio entre murallas. En occitano "vada" significa ver, mirar, de ahí que fuese el nombre adecuado para una torre de vigilancia.Luego se pueden observar la Torre de Davejean, la Torre Saint Laurent y la Torre du Trauquet, que en occitano significa pequeño agujero. Entre estas dos se localiza un gran bloque rectangular que se utiliza para ocultar la entrada a un túnel subterráneo que pasa bajo las lizas y desemboca en el exterior de la Cité. Por último, se encuentra la Torre Saint Sernin, reconocible por la ventana de la antigua iglesia del mismo nombre que existió en ese emplazamiento.Desde este punto se tienen buenas vistas de la parte superior de la Avant Porte de Narbonne y la Barbacana San Luis, que se encuentran en la posición intermedia entre las lizas altas, que ya habíamos visitado, y las lizas bajas, que comenzaban desde la Torre del Tesoro.La Torre del Tesoro sigue en su estilo a la Puerta de Narbona, su fachada es plana, con dos chimeneas de gran altura y amplios ventanales. Su denominación viene del occitano tresaur, que significa tesoro, y se debe a que aquí radicaba la tesorería real. En su planta baja también existió una bodega de vinos.Esta zona de las lizas bajas se corresponde con la parte más antigua de las murallas, son evidentes los vestigios galo-romanos y las huellas de las reconstrucciones hechas en época de San Luis. Las torres de esta área son más bajas que las de las lizas altas y su forma también es diferente, con apariencia de herradura y techos más aplanados y cubiertos de tejas.Al nivelarse la pendiente del terreno en el siglo XIII y descender la elevación del suelo en las bases de las torres, se tuvieron que rellenar bajo sus pies para que no cayeran. Esta es la razón que explica que las bases de estas torres sean cuadradas y de época medieval, mientras que su parte intermedia data de la etapa romana y la parte superior vuelva a ser una reconstrucción medieval. Incluso se puede ver cómo la Torre de Vieulas no pudo escapar a la desestabilización y quedó inclinada.En esta área se encuentra la Porte de Rodez o del Burgo, más sencilla que las otras, que comunicaba con el antiguo burgo de Saint-Vincent.Y con esto acabamos la visita a la Cité, después de repensar la historia, imaginar el pasado, echar fotos que salían solas, admirar las vistas...He estado dos veces en Carcassonne, una en el mes de diciembre, con un clima muy parecido a Barcelona y poco turismo, con lo que era más fácil recorrer todos los sitios, aunque no estaba tan animado; y la otra en abril, con buen tiempo y mejor ambiente, aunque demasiado turismo, al punto de que algunos espacios como las callejuelas estrechas o llenas de tiendas se vuelven un poco agobiantes y sale a relucir la Carcasona más comercial.Pero siempre vale la pena el acercamiento, e incluso repetir, porque parece que siempre puedes encontrar algo nuevo, un detalle en el que no habías reparado, una historia que no conocías... Carcasona es tierra del pasado, de conjunción de épocas, de guerras y asedios, de leyendas, de condes, vizcondes y reyes, refugio y castigo de los cátaros, testigo de las cruzadas y de la Inquisición, con montones de páginas y personajes conocidos e inéditos que aguardan a cualquier explorador que quiera sumirse en sus secretos.