Huertos en la terraza

Por ArÍstides

ES IMPORTANTE NO HABLAR CON SUPERLATIVOS PARA NO FALTAR A LA VERDAD Y PARA NO DESLUCIR LA PROPIA CORDURA de B. Gracián

El Sol saldrá a las 6,06 h. y se pondrá a las 18,12 h.

Estos día en el balcón de casa está apareciendo un polvo amarillo. Después de un invierno duro, y tras varios días de relativo buen tiempo, los pinos han comenzado la floración. Su polen, aunque escaso todavía, es signo inequívoco de que la primavera está cerca y las tan temidas alergias también.

Como todos los años, llegadas estas fechas, pienso en todas esas personas que, viviendo en la ciudad, acondicionan sus terrazas y balcones para realizar sus pequeños huertos. Se trata de una afición que va ganando adeptos y que por poca inversión, proporciona pequeños placeres cuando la humilde cosecha de pepinos, tomates o lechugas va dando sus frutos.

En realidad tan sólo se precisa disponer de un lugar al que le llegue la luz directa del sol durante 5 ó 6 horas y un grifo cerca para el riego. A partir de ahí, en el mercado existen escaleras donde colocar las macetas o lo que es mejor, construirse uno mismo un sistema de mesas a dos alturas, donde en la parte inferior cultivaremos las legumbres y hortalizas de floración baja, como pueden ser lechugas, cebollas o puerros; mientras que en la parte alta podremos plantar acelgas, tomates o pimientos.

La producción nunca será la suficiente como para satisfacer nuestras necesidades, pero siempre será un placer comer nuestras berenjenas, pepinos, ajos o acelgas. Habrá quien se aficione, además, a realizar semilleros e interesarse por distintos tipos de sustratos para añadir a la tierra. Estos pequeños huertos ayudan a mirar al cielo y estar un poco en contacto con la madre tierra.