Huesca

Por Orlando Tunnermann

Atravesando la localidad de Sabiñánigo es precioso el paisaje bucólico que bordea el monte de Santa Orosia. Todo verdor y frondosidad regada por el río Gallego. Abundan los pinos, la avena y el centeno.
Así continúa cruzando el embalse de Arguis en dirección a Huesca. Una vez pasados los túneles que hienden la montaña el terreno se torna más plano.
Una vez en la ciudad que hoy visito, visito la zona denominada del Coso bajo, que es peatonal.
Se aúna la gente en las populares cuatro esquinas, (Coso alto), también peatonal y cubierta de soportales, que aquí dan en llamar los porches de Galicia.
Es realmente una “cucada” la coqueta y modesta Plaza de López de Allue (Plaza Mayor); diáfana, limpia, sus fachadas teñidas de color salmón. Aquí es imperioso menester pasar por los ultramarinos La Confianza, un local con solera, y no en vano, la tienda más antigua del país, abiertos desde el año 1871. Es precioso por dentro, con sus techos pintados y decoración añeja, así como tarros, botes, mercancía que nos retrotraen a otra época. Ciertamente, las personas mayores creerán haber realizado un viaje al pasado, acaso a sus años de mocedad…
Es bonita la iglesia de San Pedro el viejo. Probablemente ya existiera en época visigótica. Después pasaría bajo control de los árabes.
Tras la reconquista en 1096 Pedro I la donó al monasterio de San Ponce de Tomeras. El templo actual es románico del siglo XII.
Es muy bonito el crismón de la portada con cenefa ajedrezada. El interior es interesante, y especialmente destacable es el retablo del altar mayor, obra de Juan Berruela.
Hay que salir a pasear y fotografiar con calma y en silencio el claustro que es Panteón Real, donde fueron enterrados los reyes de Aragón Ramiro II y su hermano Alfonso “El Batallador”.
Son una delicia los capiteles cincelados, 38 en total.
La catedral de Huesca, sin ser sublime ni memorable, es una bella obra arquitectónica del gótico del siglo XVIII. En la portada vemos a los doce apóstoles y a un curioso San Juan Bautista representado con piel de cordero.


Es una portada exquisita en cuanto a su volumen de figuras: la Virgen María, los apóstoles y los Reyes Magos en una representación de las Edades del Hombre.
No hay que marcharse sin echar un buen vistazo a un retablo de alabastro, en el interior de la iglesia, obra de Damián Forment.