por Eduardo Castañeda
En entrevista, el autor de El jardín imperfecto y Memoria del mal, tentación del bien, habló sobre la miseria del mundo actual, sobre la verdad de los dictadores; la necesidad de ponerle normas, ejercidas por los Estados, a la globalización; y la imposibilidad de darnos cuenta que la individualización de la sociedad y el ejercicio de la libertad como la entendemos ahora, nos acarrearán nuevos conflictos.
Alertó también sobre el imperativo actual de separar claramente el poder político del económico, toda vez que la separación Iglesia-Estado es un conocimiento ya adquirido.
Después del 11 de septiembre, las palabras de este crítico, acerca de que hay que combatir la seguridad de aquellos que creen saber siempre dónde se encuentran el bien y el mal, han cobrado nueva fuerza.
Tzvetan Todorov nació en 1939. Actualmente es director de investigación en el Centro Nacional de Investigación Científica, de Francia, país al que llegó en 1963, y donde ha realizado toda su obra, la cual ha servido de pilar para los estudios lingüísticos, en especial en el terreno de la semiótica. En los últimos diez años se ha interesado en el análisis de la cultura, en temas que tienen que ver con la democracia, la memoria histórica, y el estudio del Otro. Sus aportaciones al pensamiento contemporáneo, le han merecido el reconocimiento internacional.
¿Cada época ha tenido su tipo de miseria, hoy la nuestra, ¿cuál es?
Creo que ciertas miserias son de todos los tiempos. Hay una miseria que es simplemente física de carencias, de falta de alimento, de cobijo, de techo sobre su cabeza, que son siempre tipos de miseria muy penosos. La gente que no tiene estas cosas elementales sufre enormemente. Pero su pregunta es más bien. ¿cuál es la nueva forma de la miseria? porque las antiguas están ahí, no han desaparecido. Eso es muy importante recordarlo, hay gente que sigue sumida en ese mundo.
Las nuevas formas de la miseria, hablo un poco de Francia, que es lo que conozco mejor, lo que me asombra, es un tipo de desarrollo paralelo pero opuesto en dos direcciones. Una de las direcciones es una especie de nueva barbarie y la otra es una nueva tecnología. Y a veces estas dos se encuentran. La nueva barbarie es que en nuestra sociedad actual hay cada vez más frecuentemente una especie de destrucción del lazo social. De la idea misma de norma. Así que los conflictos en la sociedad deben ser arreglados no en referencia a una ley común, más por su confrontación directa. En las zona sensibles de nuestra sociedad, en Francia muy frecuentemente son los suburbios alrededor de las grandes ciudades, reina esta nueva barbarie, esta desaparición de la idea de las normas. Se debe a varias razones, pero muy frecuentemente a la destrucción de la relación entre las generaciones.
En las sociedades más tradicionales esto era algo que no sucedía, porque estaba dado por sentado que había una ley, que la generación anterior transmitía a la generación que seguí aun conjunto de normas que eran aceptadas, a veces contestadas, pero siempre sabíamos que esas normas existían. En la sociedad moderna, que es una sociedad con mucho más movilidad y con todo el tipo de cosas que han sucedido, las migraciones, el aumento de las exigencias de competencia técnica, que los padres no entiendan los juegos de video con los que juegan sus hijos, ha creado un abismo entre los dos y estas normas no se transmiten.
Encuentro que esto es algo potencialmente muy peligroso. Para mí la barbarie no es no ir al teatro, no leer un libro, sino la pérdida de la relación o la vínculo social, la norma social, y poner en su lugar la fuerza bruta. El que tiene el cuchillo más grande, el más musculoso, lo que sea. Lo que es paradójico es que este movimiento es acompañado por otro: el de la progresiva extensión de la tecnología. Y no hablo sólo de los aviones, o de las máquinas especiales, sino de la tecnología que interviene en nuestra cotidianidad: la televisión, el celular, la computadora, la Internet.
Éstas tecnologías transforman nuestra vida desde el interior y nos obligan a estar constantemente pendientes de nuevas informaciones, pero sin realmente tener una relación formativa con ella. En todo caso, estos dos movimientos se tocan algunas veces. Yo diría que los atentados del 11 de septiembre son un ejemplo en donde estos dos movimientos se han unido. De un lado un cierto desprecio por la vida individual, tanto la vida propia, que hace que la gente se convierta en mártir, como la de los otros; y por otro lado una tecnología extremadamente refinada en donde todo está coordinado, en donde nos comunicamos por Internet entre los continentes y se pueden hacer viajes en todos sentidos. Y las dos produjeron la muerte.
Creo que en la época contemporánea, en este inicio del siglo XXI si hay una miseria nueva, es lo que resulta del reencuentro de estos dos movimientos en principio separados que son la pérdida del lazo social y la explosión tecnológica en nuestra vida diaria. Continuar leyendo en PSIKEBA