Aprender a vivir como somos realmente. Eso puede significar muchas cosas dependiendo a quién se lo preguntes, pero más allá de quién te responda, posiblemente su sentido unívoco estará ligado a un momento en que cada uno se encuentra con su propia vida vista desde sus propios ojos, nuestras vidas con sus paradojas, con sus incongruencias y sus pequeñas tonterías, nuestras vidas llenas de pequeños detalles que nos recuerdan lo que somos en el fondo.¿Qué es lo que hace que día tras día, sigamos firmes en un mundo vertiginoso, intentado vivir de la mejor manera que podamos, intentando, nosotros mismos, ser lo mejor que podemos ser?Para responder a esta pregunta citare un extracto de Enrique Jardiel Poncela, que aborda el sentido de lo religioso en el hombre, valga aclarar que este “sentido religioso” toma un rumbo completamente distanciado de lo dogmatico, más aun, es un sentido de religiosidad completamente ajeno a la religión misma. Sin más preámbulo presento el fragmento:
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A uno le falta la fe, sí.Pero quizá para creer no sea la fe absolutamente necesaria. Tener fe es masticar sin dientes.¿Y quién ha dicho que sean imprescindibles los dientes para masticar? ¿Acaso no existen máquinas masticadoras? Se puede no tener fe y, sin embargo, creer.Se puede no tener fe y, no obstante, llevar dentro, arraigado, letal, innato e inconmovible el sentido de lo religioso.
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Sentirse a veces triste o desvalido, o melancólico, significa religiosidad.Reír sin ganas es religiosidad.Disculpar la estupidez ajena; soportar el contacto de personas insoportables, alzarse de hombros ante lo indignante, es religiosidad.Ir por carretera en automóvil, sin rueda de repuesto, y aguantar tres pinchazos, y tirarse al suelo una y otra vez a parchear las cámaras pinchadas, y hacer todo esto sin emitir blasfemias, es religiosidad.Considerar el egoísmo como una de las facultades del alma —MEMORIA, ENTENDIMIENTO, EGOÍSMO Y VOLUNTAD— es religiosidad.Querer a los niños y a los perros por el solo hecho de ser perros y ser niños es religiosidad.Afeitarse a diario resignadamente es religiosidad.Decir cada día diez veces: "¡Amigo mío!", mientras se da un abrazo a un bípedo despreciable que sabemos que nos difama es religiosidad.Aguardar un tranvía de la Prosperidad sin protestas ostensibles, es religiosidad.Fumar tabaco español sin pensar en cambiar de marca, es religiosidad.No tener dinero, y simpatizar con el capitalismo, eso es religiosidad también.
A veces, al dejar el lecho después de habernos entregado con una mujer, que jura querernos, a un goce delirante, sentimos un desconsuelo, una gana de llorar —de, llorar hasta el hartazgo—, de llorar todo cuanto llevamos dentro de delicado, de tierno, de puro, de noble yque cada amor nuevo pisotea, envilece y ensucia un pozo más.Pero reaccionamos porque la vida es reacción, y sonreímos y silbamos un cuplet cualquiera, y cuando aquella mujer pregunta:—¿Estás contento?Respondemos:—¡Figúrate!Eso también es religiosidad.
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Cabe mencionar que estas líneas fueron publicadas en 1932, en España, sorprende ver que ya entonces el mundo era exactamente como es ahora…