I due Foscari - Domingo y el Año Verdi en el Palau de les Arts

Publicado el 27 enero 2013 por Maac @Elblogdemaac


El pasado mes de septiembre el tenor Plácido Domingo abría la temporada de la Ópera de Los Ángeles interpretando el papel de Francesco -el padre- en I due Foscari -Los dos Foscari- de Verdi, ópera que se considera la primera de las compuestas por el de Busseto  en sus "años de galeras".  Con la interpretación de Francesco Foscari, Domingo alcanzaba su personaje protagonista número 140, un récord que no va a ser fácil de igualar por otros tenores en el futuro. El tenor, mutado una vez más en barítono, era el principal atractivo del estreno de la ópera este jueves en Valencia; y con curiosidad, y pequeñas dosis de escepticismo, me dirigía al Palau de les Arts, sabedor también de que Domingo, aun cargándose la idea original de Verdi, que el rol fuera interpretado por un auténtico barítono, iba a demostrar sus tablas y su capacidad de seducción escénica.
Otro de los grandes atractivos de su estreno en Valencia, y que debemos agradecer a las celebraciones propias del Año Verdi, reside en el hecho de que Los Foscari es una ópera poco representada y de la que no abundan muchas grabaciones. Es conveniente, aún en tiempos de crisis, que un teatro de ópera se muestre activo y si no estrena óperas nuevas, al menos, junto a las de toda la vida (Rigoletto, La bohème, El barbero de Sevilla, Otello, La Flauta Mágica, se representan todas esta temporada en Valencia) recupere otras olvidadas; la presencia de Domingo es un aliciente para que se llene la sala, sin él no creo que esta ópera despertara el interés de los no aficionados al género
Por otra parte, el resto del reparto, poco conocido, no sé si considerarlo como un aliciente, un motivo disuasorio o ambas cosas a la vez. Más abajo veremos cómo se desarrolló la función.
A pesar de los atractivos señalados el Palau de les Arts mostró una pobre entrada, el hecho de que las entradas de la función de estreno sean algo más caras que el resto no favorece que el teatro se llene, sin embargo, en las funciones de días posteriores, lo hemos estado viendo hasta ahora, la entrada mejora notablemente, creo que tendrían que volver a igualar precios, la graduación en los importes de las entradas según el día de la representación es algo que se pueden permitir teatros como La Scala, nosotros, por lo visto, no. Es una lástima porque, como ya dije con ocasión de la inauguración de la temporada del coliseo milanés, es un buen método para incrementar los ingresos..
El libreto de I due Foscari fue escrito por Francesco Maria Piave y está basado en un drama homónimo de Lord Byron. La ópera, que fue estrenada en Roma el año 1844, cuenta la historia de la abdicación forzosa de Francesco Foscari, el Dogo de la república de Venecia, como consecuencia de una intriga clandestina urdida, por parte de la nobleza veneciana, contra su hijo Jacopo, y los intentos de Lucrecia, esposa de Jacopo, para salvarlo, mientras el Dogo duda entre seguir los dictados del deber o los del corazón. Una historia de tramas secretas y venganzas que conducen a una justicia imposible que acabará con la muerte de padre e hijo.
Con I due Foscari Verdi busca encontrar su propio camino como compositor e intenta distanciarse de sus influyentes antecesores -Rossini, Bellini y Donizetti-, si bien tropieza con el problema de que el libreto, que a mí no me parece malo desde un punto de vista literario -los hay muchísimo peores- rompe con el discurrir característico del género operístico imperante a mediados del siglo XIX, la grand opéra, impidiendo, por sus constantes repeticiones y la ausencia de contrastes dramáticos y escénicos,  el desarrollo de muchas de las posibilidades del género, cayendo en una oscuridad y pesimismo que, aunque están bien logrados, terminan traduciéndose en monotonía. Y es que una buena obra dramática no necesariamente lleva a una buena ópera, ni aún en manos de Verdi. Pero debemos juzgar I due Foscari  por lo que es, dejando de pensar en Il Trovatore, Otello o Falstaff, una ópera de "juventud" compuesta al inicio de un trayecto  hacia un nuevo lenguaje, y en este sentido, no es tan mala, supone un paso más en la búsqueda de la unión de ópera y drama; esta búsqueda, aunque no se formulara teóricamente, como sí lo hiciera Wagner, está  muy presente en Verdi, y terminará mostrándose, en la últimas óperas del compositor, como una alternativa al wagnerianismo, si bien no llegaría a cuajar en el siglo XX.
Esta nueva producción del Palau de les Arts ha sido realizada en colaboración con la Ópera de Los Angeles, el Covent Garden de Londres  y el Teatro an der Wien de Viena.

El director de escena Thaddeus Strassberger propone unos Foscari en los que el Estado totalitario y opresor está infiltrado en cualquier estamento y actividad social -incluso en el expresionista carnaval del tercer acto-, no es la suya una Venecia de grandes palacios y hermosos canales -tampoco la Venecia retratada por Verdi y Piave lo es- sino una ciudad en la que domina un clima de represión, así vemos a un Jacopo no sólo está en prisión sino que está enjaulado -espectacular, y poco adaptada al libreto, la aparición de la jaula desde lo alto-, los prisioneros se ven sometidos a crueles instrumentos de tortura que rayan en el sadismo.  En la escenografía de Kevin Knight  los edificios de la ciudad están apuntalados y en los sótanos, al igual que en su gobierno, parece que todo está podrido, infestado de basura y humedad, el desplazamiento de los personajes y utilería a través de plataformas móviles entabladas, ¿quizás son necesarias para evitar la humedad?, restan monotonía a la escena; el vistoso vestuario de Mattie Ulrich, casando perfectamente con la época, es, a la vez, mucho más moderno y heterogéneo (poco casposo). Brupo Poet ya se ha ocupado de la iluminación en otras producciones de Les Arts (Salome, La corte del Faraón, Una cosa rara), hace un buen uso de colores y juego de claroscuros para crear ambientes siguiendo siempre la tónica oscura del conjunto.

El Francesco Foscari dePlácido Domingo está basado en la experiencia que ha ido acumulando a lo largo de su extensísima carrera, y en un sentido dramático es irreprochable, pero no es un barítono, los graves se ven forzados, engordados artificialmente y sus mejores momentos canoros tienen lugar cuando la voz se mueve en la zona más aguda. A uno le gusta tener sobre el escenario a una de las leyendas operísticas del siglo XX, sobre todo si sigue mostrando cierta frescura en el timbre y dominio del canto verdiano, siempre encuentras esa frase cantada con la musicalidad característica del tenor y no tienes la sensación de que te esté dando gato por liebre, aunque en el fondo sepas que es así. Domingo es, además de un milagro, todo un artista y así lo reconoció el público al terminar la función.
Lucrezia Contarini fue interpretado por la soprano Guanqun Yu, tiene un timbre incisivo y penetrante de lírica pura con cierta anchura, se proyecta bien sobre la sala, pero la línea de canto es algo abrupta y la coloratura aproximativa, pero es que el personaje de Lucrezia, una soprano dramática de agilidad, requiere extensión y facilidad para el canto adornado, es prácticamente imposible en nuestros días. Me dejó indiferente y me horrorizó su pésima dicción, no se le entendía ni papa, tiene que trabajar muchísimo la expresividad y la dinámica del canto.
Ivan Magrì, que cantó il duca en el Rigoletto que inauguró la temporada volvió a mostrar un timbre desigual, falto de homogeneidad y en exceso metálico, con un vibrato eslavo, algo rarísimo siendo italiano; interpretó el comprometido papel de Jacopo Foscari con entrega y versosimilitud,  fue un Jacopo pasional, pero alejado de la exhibición de fraseo, legato y dominio de dinámicas que exige el auténtico canto verdiano..
El Jacopo Loredano del bajo  Gianluca Buratto fue correctísimo y su timbre grave sonaba a gloria, y y es que durante sus pequeñas intervenciones era el único momento en el que se pudo disfrutar de una voz grave.
Muy bien el Barbarigo interpretado por Mario Cerdá, así como los alumnos del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo que se encargaron  de tres personajes secundarios:Marina Pinchuk (Pisana),  Pablo García López (un soldado) y Mattia Olivieri (un siervo).
Fantásticos el Coro de la Generalitat y la Orquesta de la Comunitat Valenciana dirigidos por Omer Wellber, que en esta ocasión sí me ha gustado, especialmente en el concertante que cierra el segundo acto, sus tiempos fueron muy ágiles, como le gustaba a Verdi, quien prefería que, si había que pecar, fuera de rapidez. Lo que no acabo de comprender es por qué insiste tanto en jugar con los volúmenes orquestales, me parece mucho más interesante hacerlo con las dinámicas, de pronto la orquesta bajaba de volumen exageradamente, para, a continuación, pasar al forte. Esta vez los cantantes no quedaron tapados más que en muy contadas ocasiones en las que se producía un incremento de la masa orquestal.
Os dejo un vídeo del ensayo general: