"Ocurrió el 18 de mayo de 1980. Solo en su casa de Manchester, Ian Curtis se enfrentó a su angustiosa situación. Su esposa, Deborah, insistía en el divorcio. Vio Stroszek, una tragicomedia de su director favorito, Werner Herzog. Escuchó The idiot, un disco introspectivo de su amado Iggy Pop. En algún momento de la noche se ahorcó en la cocina. Tenía 24 años.
El día en que murió, sus compañeros no daban crédito. En unos días, Joy Division iniciaba una gira por EE UU y el cantante parecía excitado por la aventura. Sabían que Ian había intentado suicidarse tragándose un puñado de medicamentos, pero creían que era un gesto para la galería. Ingleses al fin y al cabo, en el grupo no se hablaba de sentimientos personales. Además, Joy Division se había situado en la cresta de una ola llamada after punk y la gloria estaba al alcance de la mano.
Hannett usó a Joy Division como conejillos de Indias. Les sometió a bromas crueles, les hizo tocar a bajas temperaturas, les intimidaba para que le dejaran solo en el estudio mientras experimentaba con lo grabado. En vez de reproducir el bofetón sonoro de un grupo punki en un escenario, Hannett aislaba cada elemento musical para su posterior manipulación.Era un tratamiento que potenciaba las esqueléticas canciones de Joy Division. Solían tener títulos lapidarios: Atmosphere, Isolation, Transmission, Colony, The eternal, Disorder, Decades. Seducían por su arquitectura y también por sugerir visiones de vidas sin esperanza: She's lost control retrataba a una joven víctima de la epilepsia, de la que cuidó Curtis; la dificultad de entenderse con la persona amada impulsaba Love will tear us apart. Curtis estaba enamorado de su mujer, pero ella sabía de su relación con Annik Honoré, una belga que no se conformaba con ser una grupie más.
En sus textos, Curtis mezclaba vivencias con el poso de sus lecturas, de Kafka a J. G. Ballard. Practicaba la escritura automática; sobre el escenario parecía estar poseído. Cuando sufrió el primer ataque de epilepsia, algunos pensaron que estaba llevando demasiado lejos su personaje escénico. Ya era objeto de veneración: sus discos tenían carácter icónico y muchas almas sensibles los tenían como declaración de identidad; se bailaban mecánicamente en discotecas sombrías.
Ian metabolizaba sus pesadillas y transformaba dolores secretos en arte tenso. Pero la popularidad no proporcionaba alivio para sus miserias. Los médicos le atiborraban de barbitúricos. Su sentido del compañerismo le obligaba a seguir el implacable ritmo de trabajo de la banda. Su muerte le hizo mito: "Iba en serio, no era pose". Traas su muerte, Joy Division tuvo su primer éxito masivo con el relanzamiento de Love will tear us apart. Los primeros ochenta vieron la vulgarización de sus hallazgos, con el ascenso del tecno-pop. Hasta She's lost control imperó en las pistas de baile, en la versión de Grace Jones.
El laconismo había sido la regla del cuarteto. Se trataba de mantener el misterio. El nombre, División del Gozo, estaba tomado de las prisioneras obligadas a prostituirse en los campos de concentración. En el grupo anterior, Warsaw habían utilizado imágenes ambiguas: un arrogante tamborilero de las Juventudes Hitlerianas o un soldado alemán encañonando a un niño judío.
A diferencia de otros grupos británicos formados en la música afroamericana, Joy Division bebía en la cultura de la Europa continental. Eran chicos de clase media que se pagaban instrumentos y caprichos con trabajos temporales. Joy Division se beneficiaba de estar en una discográfica tolerante, Factory, desarrollada por un periodista de televisión, Tony Wilson, más mecenas que hombre de negocios. Tony se ocupó de que tuvieran un elegante diseñador, Peter Saville, y un productor rupturista, Martin Hannett.
Éste magnífico artículo escrito por Diego A. Manrique lo tenéis aquí.
PD: quiero nadar en una piscina de Ben&Jerry's Cookie Dough...
PD1: me gusta la palabra "crótalo", está a caballo entre instrumento musical y parte genital masculina.