El sábado tenía que ir a Madrid.
Tenía una reunión de Coordinadores de Federaciones en la sede de IU de Madrid.
La reunión estaba convocada a las 10 y media, con lo que calculé que con coger el avión a las 8 y media, me daba tiempo hasta para desayunar en Madrid antes de la reunión.
Pues bien, como tengo cierta tendencia a llegar a los sitios antes de tiempo, me planté en Loiu a las 7 y media, y ahí empezaron mis problemas.
Primero, los aparatitos de auto check-in no encontraban mi billete electrónico, tanto cacharro y no valen para nada.
Luego la cola en el mostrador, en estas nunca tengo mucha suerte, así que me tocó todo el abanico: exceso de equipaje, que yo quería ventana y no pasillo, ya lo siento Sr. no quedan ventanas, no le puedo facturar hasta su destino, no hay derecho, etc. etc.
En fin, que cuando por fin me toca sacar la tarjeta de embarque, la amable señorita, que lo fue, me dice que el avión lleva retraso de una hora. Así, sin más. ¿Cómo así? pregunto, no se Sr. algún fallo técnico.
Pues nada, a esperar.
Al final salimos a las 9:55, llegué tarde a la reunión.
Por lo visto faltaba una pieza que tuvieron que traer de Madrid.
Lo más fue cuando el piloto nos da las gracias por nuestra confianza.
Confianza no, que o iba en avión o no llegaba. Si me llegan a decir antes de embarcar que habían cambiado una pieza, para rato subía yo al avión.
Pégate el madrugón y encima llega tarde.
Así que nada, volví en autobús, más lento, eso sí, pero con menos sorpresas.