Título original: Ice Age: Dawn of the Dinosaurs
Directores: Carlos Saldanha
Mike Thurmeier
Guionistas: Peter Ackerman
Michael Berg
Yoni Brenner
Mike Reiss
Intérpretes: No hay actores
Productores: John C. Donkin
Lori Forte
Fotografía:
Música: John Powell
Montaje: Harry Hitner
James Palumbo
Nacionalidad: Estados Unidos
Año: 2.009
Duración: 94 minutos
Edad: Todos los públicos
Género: Animación, Acción, Aventura, Comedia, Familia, Romance
Distribuidora: Hispano Fox Film
Estreno: 02-07-2.009
Página WEB: Web Oficial de la película en Estados Unidos
Web Oficial de la distribuidora en España
Tráiler de la película en YouTube
Calificación:
Crítica: 6,932 Espectadores: 3.341.055
Vizcaya: 6,917 Recaudación: 21.724.371,92 €
España: Puntos (Popularidad):
Rugoleor: Índice de popularidad:
Sinopsis:
Los héroes bajo cero de las mundialmente famosas películas “Ice Age (La Edad de Hielo)” y “Ice Age 2. El Deshielo” están de vuelta, con una aventura increíble..., y eterna. Scrat sigue intentando apoderarse de la muy escurridiza bellota (mientras, tal vez, encuentra el verdadero amor); Manny y Ellie esperan el nacimiento de su mini-mamut; Sid, el perezoso, se mete en un buen lío al formar de repente una familia propia tras encontrarse unos huevos de dinosaurio; y Diego, el tigre de dientes de sable, se pregunta si pasar tanto tiempo con sus amigos no le estará volviendo demasiado "blandito". Con el fin de salvar al infortunado Sid, la pandilla se adentra en un misterioso mundo subterráneo, donde tienen algunos enfrentamientos con los dinosaurios, lidian con una enloquecida flora y fauna, y conocen a una comadreja tuerta e implacable cazadora de dinosaurios llamada Buck.
La saga animada creada por Carlos Saldanha y Chris Wedge para Blue Sky, empresa con la que Fox trata de competir con Pixar, llegó a una tercera entrega –en 3D-, incorpora ahora aquellos dinosaurios, que ya se suponía extinguidos para siempre. Unos cuantos sobreviven en un subsuelo deudor de El mundo perdido. Como siempre, la mejor parte corresponde corre a cargo de la ardirata Scrat, que se enamora y sigue luchando por una bellota.
Crítica:
03.07.2009 – JOSU EGUREN
Tinto de verano
Como el tinto de verano, llega el estreno de la tercera parte de la película “La edad de hielo” para anunciarnos que ya andamos metidos de lleno en la temporada estival. Un estupendo plan para mantener ocupados a los críos, sin las complicaciones que suelen derivarse de otras propuestas más adultas como “Los mundos de Coraline”. Lo de “Ice Age” es como un día de playa, con hamaca, sombrilla y bocata envuelto en papel albal, algo rutinario, pero efectivo, que entretiene y se olvida con idéntica facilidad. Produce Blue Sky, eterna medalla de bronce en el podio de la animación, reeditando una antigua fórmula que apunto estuvo de descalabrarse con la segunda entrega de la saga.
“Ice Age 3” podría haber sido editada en vídeo, pero se nota que aquí el estudio a redoblado esfuerzos para coger el rebufo que han dejado los últimos títulos del gigante Pixar, responsable de “Wall-E”, “Ratatouille” y “Cars”. Ahora se atreven con el 3D y en el guión se cuelan con calzador nuevos escenarios que cuestionan toda la teoría evolutiva de Darwin. Repiten protagonismo Manny, Diego, Sid y el simpático Scrat, pero a la banda se suman nuevos personajes con los que el espectador infantil establece una relación de complicidad casi instantánea.
Probablemente los más pequeños no se percaten, pero el adulto quisquilloso notará que se repiten dos de los mejores gags visuales que algunos ya conocimos seis años atrás, aunque tampoco es cuestión de criticar a los guionistas por reexplotar situaciones cómicas de probada eficacia. Lo que si canta, y mucho, es la apelación constante a la sagrada triada de valores tradicionales –amor, familia, amistad-, aunque esta llega matizada por ciertas dosis de gamberrismo inocuo perfectamente ajustadas a la medida del público infantil.
Lejos de fomentar la mayéutica (Dios nos libre de esos niños que no dejan de preguntar), “Ice Age 3” camina sobre sus propios pasos, subrayando unas situaciones cómicas que se rentabilizan cuando miramos a un lado y vemos a un niño reír.