EL PODER NO TIENE NI LA MITAD DE LA FUERZA QUE POSEE LA DULZURA. L.Hunt
El Sol saldrá a las 18h. y se pondrá a las 18,07h.
En este solar nos va el mamporreo. Es algo que les pone a nuestros políticos y a los directores de algunos medios de comunicación que lo alientan. Sus acciones tienen daños colaterales que nos afectan a todos ante el estupor de muchos. Nos va lo visceral; y así, puestos a ser, tanto el que es de derechas, de izquierdas o de lo que vaya usted a saber, con los palos al vecino gusta de reafirmarse en sus ideas sin aceptar matices de ningún tipo.
Cada uno tiene su verdad y viaja con ella en una sinrazón en la que impera el conmigo o contra mí. A la brava y como dios (dejo las mayúsculas para los creyentes) nos dé a entender. Nuestras ideas son monolíticas y puestos a explicarnos gozamos con el grito y la descalificación. Hacemos de nuestras inclinaciones políticas sectas a las que profesamos una fe ciega y no digamos de nuestras convicciones morales a las que convertimos en dogmas.
Verter comentarios interesantes con el sosiego necesario y poner en duda nuestros criterios no entra en el razonamiento de tertulianos, políticos o gente de la calle. Nos va esa certeza que en el fondo no sabemos ni a qué ni a quién profesamos, pero que hacemos nuestra con una lógica incompresible. Eso sí, imploramos la libertad aunque luego se la neguemos a las ideas personales del vecino, ejecutando así esa censura que tanto criticamos en los países totalitarios. Con un par.
Descartes decía: “pienso, luego existo”. Pues bien, después de tanto tiempo parece que estamos todos muertos, porque aquí parece que los únicos que le dan al magín son los asesores de los políticos, quienes cada mañana saltan a la palestra con alguna consigna que a fuerza de ser machacona convierten en verdad. Mientras tanto, los demás a lo nuestro, a reafirmarnos como tontos en las mismas ideas que no fueron nunca expuestas a la duda y a la razón. Y claro, así nos va.