Gracias a Guillem Martínez —en un, por otra parte, desafortunado libro colectivo— le podemos dar nombre a la cosa. No cabe duda de que nombrar a la cosa ya sirve para identificarla, separarla y decir que eso existe. Este asunto no es baladí: identificar un paradigma cultural y político no es sencillo. Por ejemplo, quien vive rodeado de gamusinos, probablemente no sepa lo que es un gamusino hasta que llega alguien, lo señala y le dice: míralo.
Identificada la cosa, trataré de explicar lo que entiendo por Cultura de la Transición (CT). Me costará más que a los listos que manejan conceptos de la antropología cultural, eh, pero soy español y este es mi bar, así que pontificaré alegremente.
Atraso tecnológico
Empezaré por algo técnico. Creo que parte del desfase tecnológico de España se debe a la CT. Cuando ves mundo y contratas líneas de ADSL te llaman la atención los precios. Es decir, en Tailandia o en Alemania, ciertos productos considerados de semi-lujo son extremadamente caros mientras en España son bastante cotidianos y de acceso más extendido (hablo de cierta ropa y de cierta comida). Sin embargo, contratar una línea de ADSL suele ser mucho más barato que en España. Así que por una parte tenemos cosas prescindibles o fácilmente sustituibles muy al alcance de todos, y por la otra, los hilos que dan soporte a nuestra infraestructura productiva son extremadamente caros. Esto no es ninguna tontería, pero probablemente te lo parezca, ¿por qué? Porque formas parte de la Cultura de la Transición.
Hablo de cierto desfase tecnológico. Internet se extendió en Polonia de forma más tardía que en España, con lo que su velocidad media los primeros años fue superior a España. La tecnología que llegaba a Polonia era más moderna (os pongo otro ejemplo de este fenómeno: la Alemania de posguerra fue un país más competitivo que Francia o Reino Unido industrialmente, porque las fábricas se hicieron nuevas desde cero ya que las de tecnología anterior fueron arrasadas por los aliados). ¿A alguien le preocupó el tema? Por supuesto que sí, a mucha gente le preocupó el gap tecnológico. ¿Y entonces cómo es que España no sustituyo tan rápidamente sus conexiones como Francia o Alemania? Fácil respuesta: la gente encargada de tomar las decisiones desayunaba CT. Y sigue desayunando, ya que me pregunto ¿qué nivel de rotación tienen los cargos directivos en la gran empresa española?
El atraso tecnológico al que obliga el moverse en la CT y que la gente que toma las decisiones viva de los maravillosos recuerdos de cuando no había Internet, está directamente provocando el desprecio a la tecnología. Desprecio e incluso caricaturización. ¿Cómo es posible que sigamos escuchando las mismas tonterías retardantes acerca de «los ordenadores son complicados» o «interné es peligroso»?¿Por qué seguimos aguantando a alcaldías o diputaciones analfabetas, haciendo cursos de formación o aulas de formación en chat, email e interné para señoras mayores, que dan muchísima vergüenza y apestan a fraude público a leguas? Parte del gran problema que atrasa al país lo veo en esos buses con cuatro ordenadores que llegan a Sagrillas. Es que es una puta vergüenza.
Sí, sé que hay otros muchos factores que influyeron en este gap tecnológico que arrastra España, tan solo estoy poniendo el acento en la velada cuasigerontocracia anti-isonómica que domina (en el sentido de la teoría de la dominación) y no se apea.
Corsé cultural
Qué me decís de ese acontecimiento cultural maravilloso que redimirá a la especie humana y marcará un antes y después en nuestra forma de ver el mundo que es una chorrada de campeonato pero que sirve para hacer fotos y mostrar al pueblo llano que sus próceres se preocupan por dar cultura al rebaño. Por favor, dejad de preocuparos.
El concepto de cultura para la masa que tiene el Dominio, es exactamente el mismo que hace treinta años. No criticaré la creación en sí. Realmente no es relevante que alguien sea retro, ahí no me meto. El problema está en que ésa es la cultura patrocinada, luego existe un agravio para aquellos creadores que no están en la pomada. Es más, hay una cosa peor aún y es que la CT hace muy difícil que surja una creación alternativa porque existe un paradigma hegemónico. Recordad: los esquimales no tienen una palabra para decir "paella" porque nunca han visto una.
Ojo, es cierto que hay creadores que hacen cosas ajenas a la CT y tienen éxito. Si reparáis en ellos, os daréis cuenta que su éxito lo alcanzan fuera de España. Goytisolo, Vázquez Montalbán, Amorós, Molina Foix, Dragó no parecen tener tanto éxito fuera de España como Pérez-Reverte y Javier Sierra. La CT solamente puede vender en España porque la CT significa tratar a España como una corrala. Hay que insistir en que este mecenazgo cultural público está destruyendo cualquier tipo de creación. Y no, no me refiero sólo a las subvenciones a las editoriales sino también a las entrevistas alabadoras en la prensa oficial.
Haciendo zoom in, yo veo que por ejemplo en Galicia el panorama editorial es desolador. La Xunta se gasta unos 100 millones de euros al año en promover el gallego y vas a los anaqueles de las librerías y ves los mismos libros que hace veinte años (Cartas a Lelo, Investigación 091,...). No hay nada fuera del sistema y quienes publican en gallego sobreviven gracias a que los profesores de los institutos obligan a comprar libros. Los mismos libros de siempre. Los que pasan la censura, los que suponen un tapón para que haya nuevos libros. Y los cavernícolas fornecedores da cultura todavía pensarán que el problema es que no hay suficiente dinero. Animales, estáis violando salvajemente a la literatura gallega en los baños de una gasolinera.
Siempre me he preguntado acerca de la relación entre éxito de un libro, la inversión en publicidad que recibe y su calidad. A continuación, la pregunta que me hago es ¿en España no hay (más) gente que sepa escribir? Cuando empiezas a rascar en la estructura de los premios literarios (jurados, derechos de edición, etc), te das cuenta de que son cuatro gatos que dejan una mínima cuota por cubrir para que la especia melange siga fluyendo. Algo similar sucede con el cine. En conjunto, cualquier ámbito de creación cultural está sometido a unas reglas no escritas, a una forma de hacer y a un paradigma.
Régimen de libertades
Salía el otro día un ministro diciendo que la imputación de la infantina afectaba negativamente a la marca España. Sin entrar en la cuestión jurídica concreta, esas declaraciones apestan a CT. Políticamente la Cultura de la Transición la entiendo como un consenso. Puede que haya división de opiniones en cosas que no afectan a mucha gente, pero en lo básico, lo fundamental, lo eutáxico, simplemente no existe un debate público. Aquellas cuestiones que afectan a la definición del país en que graciosamente nos permiten vivir, no se debaten. La futbolización y banalización de las cuestiones políticas, el postureo de guerra de trincheras política, la infantilización del público, el tomásroncerismo o belenestebanismo de una política que no sirve para resolver las cuestiones que nos afectan a todos, son consecuencia directa de un pacto que nace en la Transición.
Un repaso a las hemerotecas da cuenta de que la imagen que nos llega de los años de la Transición y lo que realmente pasaba en la calle, distan mucho. Parafraseando aquel chiste soviético: yo hago como que trabajo y tú haces como que me pagas. Puede que fuera bueno que no hubiera ruptura, pero al menos podrían haber reformado algo en los siguientes años. No se trata de decir lo malo que era el franquismo para después añadir que su evolución, el felipismo, no tocó lo fundamental del régimen. No. Se trata de decir que un país malamente va a sobrevivir sostenido en la pervivencia de estructuras intocables. Si todo cambia y tú te enrocas, pueden pasar dos cosas: que tú tengas razón o que no la tengas. Como los cambios se producen paulatinamente en muchos temas distintos, es probable que no siempre enrocarse sea una buena idea. Por ejemplo, cuando los altos cargos policiales continuaron siendo los mismos que en el régimen
Integrismo europeísta
La Unión Europea es relevante en tanto un 90% de nuestra legislación resulta de transposiciones de directivas europeas. Siendo esto así, lo normal sería que estuviéramos al tanto de cómo se dirige la UE, de cómo se toman decisiones, de ver si nos interesa o no lo que se hace, etc. Salvo asuntos que afectan a grupos concretos, a la UE en España ni se la menciona. Solamente cuando nuestros barcos se quedan amarrados (mientras otros países vulneran todos los tratados de paro biológico que existen y no son sancionados) y se va a Bruselas a «negociar», aparece la UE. Los peatones no tenemos ni puñetera idea de qué está haciendo la UE. Eso sí, hay que reconocerles que son eficientes ya que les haces preguntas y te contestan o les pides información y te la envían a casa (bueno, a decir verdad, eso es el comportamiento normal de las instituciones del primer mundo, no como en España, que tratas de averiguar algo y si de casualidad te contestan, parece que te estén haciendo un favor).
Pues bien, es alucinante el aparente consenso que existe con la UE. Toda crítica a la UE te convierte en poco menos que un apestado. La UE no se discute y quienes lo hacen tienen una etiqueta, «euroescépticos». Sin embargo, existe un mundo posible en el que cuestionar a las instituciones, exigir respuestas, pedir explicaciones, supervisar lo que hacen, estar informados por la prensa, es lo normal y los tarados que aceptan porque sí todo lo que sale de Bruselas son los señalados como fundamentalistas, extremistas o integristas. Sin embargo, no vivimos en ese mundo. Hay cuestiones que simplemente hay que dejar a la gente que «sabe del tema» (suele ser la misma gente que tiene intereses en el tema, curioso fenómeno al que llamaré «iros a tomar por saco»). Ojo, que también entiendo que vale más capitán borracho que barco con democracia, pero hombre, que al menos los marineros sepan a dónde va el puñetero barco.
Decía que está estigmatizada la crítica a la UE. Y así es, excepto con la gente que quiere otra UE. Otro mundo es posible, otra UE es posible, otra piruleta es posible, otra excusa para estar dando la murga es posible. A mi esta gente me da ganas de vomitar arcoíris. Es en general la sensación que me da toda la extrema izquierda. Quienes, ante el enrocamiento/desaparición de la derecha (de la derecha, ojo, liberales y conservadores, no del PP que no pinta nada aquí), acabarán heredando el paradigma hegemónico y apuntalando la Cultura de la Transición, como el enterrador que clava los clavos en un ataúd.