EL POPULISMO AMA TANTO A LOS POBRES QUE LOS MULTIPLICA de M. Grondona
Por una serie de razones, que no es objeto de este artículo, los conceptos de derecha e izquierda se han diluido y ya no quedan tan claros. El terreno de las ideas se ha mezclado y algunos han encontrado una tercera vía para encarnar la voluntad del pueblo. Son los mismos que interpretan y hablan en nombre de la ciudadanía aunque sus ideas vayan por otro lado. Normalmente, se presentan como garantes ante las problemas generados por la globalización y las sucesivas crisis económicas en forma de deslocalización de empresas, precariedad laboral, emigración no deseada, déficits públicos excesivamente altos, trabajadores poco formados, etc. Es por ello que surgen cuando a los gobiernos se les acumulan problemas de difícil solución.
Y como en este patio habita mucho salva patrias, ahí van algunas ideas para reconocer a un político populista, que "haberlos, hailos" a manta:
-Ofrecen soluciones fáciles a problemas complejos dirigiéndose a la población desesperanzada y necesitada de remedios inmediatos a sus males.
-Contraponen la pureza y buenismo de lo propio ante lo pernicioso de los de fuera.
-Su lenguaje es mayestático y usan del abismo y de lo apocalíptico.
-El líder se presenta como un mesías que tiene soluciones, y para ello usará de un discurso de protesta generalizado. Su personalismo pretende encarnar la voluntad de un pueblo al que no consultará.
-En vez de valerse de los resortes que proporciona el sistema democrático (comisiones parlamentarias, acuerdos de gobierno...) hará uso de los plebiscitos para gobernar. Su objetivo último es mandar.
-No llegará acuerdos y descalificará al oponente con términos alarmistas y lo hará culpable de todo. Necesitará excluir al oponente usando discursos y políticas radicales.
-Suscitará emociones patrióticas y las vehiculizará mediante mitos.
Bueno, pues ya está. Y no lo olviden: lo bueno no abunda.