Revista Religión

Identidad jesuita entre dos mundos. Juan Sebastián de la Parra (Daroca 1546-Lima 1622) Su vida escrita por Francisco de Figueroa (Sevilla 1592-Lima 1639). Edición crítica de René Millar.

Por Joseantoniobenito

Identidad jesuita entre dos mundos. Juan Sebastián de la Parra (Daroca 1546-Lima 1622) Su vida escrita por Francisco de Figueroa (Sevilla 1592-Lima 1639). Edición crítica de René Millar.

Identidad jesuita entre dos mundos. Juan Sebastián de la Parra (Daroca 1546-Lima 1622) Su vida escrita por Francisco de Figueroa (Sevilla 1592-Lima 1639). Edición crítica de René Millar. Colaboración Magdalena Urrejola (Instituto de Historia de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la Universidad Católica de Chile-Universidad Antonio Ruiz de Montoya, Lima 2020, 267 pp)

José Antonio Benito

La fuente original se encuentra en la sección manuscritos de la Biblioteca Nacional de España (MBE, Mss/9558) y la descubrió hace diez años el historiador responsable de la presente edición crítica, René Millar Carvacho, profesor emérito de la Pontificia Universidad Católica de Chile, uno de los expertos mundiales en estudio de la Inquisición y la hagiografía científica en el virreinato del Perú. El autor ha contado con el apoyo de Magdalena Urrejola en la transcripción del manuscrito y la traducción de las citas en latín, tan prácticas y que se deben a Sebastián Ignacio Asencio Pérez. Las cinco páginas iniciales del prólogo debidas al P. Juan Dejo contextualizan magistralmente la obra y nos ubican en el aporte jesuítico al "discurso espiritual en la sociedad colonial del Perú", gracias al esfuerzo intelectual "serio e inquisitivo" del editor.

Bastaría con asomarse a la densidad semántica del índice del estudio preliminar (pp.5-116) (gobierno, espiritualidad y hagiografía en la provincia jesuita peruana) para percatarse de la importancia de la obra: la hagiografía como género, la palabra escrita y los jesuitas, las "vidas", la "vida" de Juan Sebastián de la Parra (autor, peripecias de la obra, el protagonista) el contenido del texto.

El manuscrito en cuidada edición crítica –con 789 notas a pie de página- se articula en dos libros, de 13 y 12 capítulos cada uno, nos da cuenta de modo sencillo, sintético, pero profundo, las peripecias vitales pero también la trayectoria santa de un misionero jesuita formado en la Universidad de Alcalá, al calor de los primeros jesuitas llegados a España, de la maciza espiritualidad sacerdotal tridentina de san Juan de Ávila, enraizado en la mística contemplativa de los Ejercicios de San Ignacio y en el celo misionero de la primitiva Compañía. Algunos de los apartados sobre sus virtudes como el de la oración o el apostolado son auténticos tratados de espiritualidad y misionología.

Hasta la fecha tan sólo contamos con cuatro biografías acerca de jesuitas ejemplares del tiempo del virreinato, Antonio Ruiz de Montoya, Francisco del Castillo, Alonso Mesía Bedoya y Juan de Alloza. La presente, acerca del P. JB. de la Parra, tiene de peculiar que se trata de la biografía del único que ejerció como provincial y en dos oportunidades, que vino al Perú con los 16 jesuitas en la misma embarcación de Santo Toribio en 1589, y que en los 76 años de vida y 56 de jesuita, fue uno de los protagonistas del "periodo de definiciones y de consolidación institucional" que le tocó vivir. Como constata R. Millar "se reafirmó su identidad misionera, se afianzó su universalidad, su romanización, su centralización y su dependencia papa; se produjo un distanciamiento de la espiritualidad mística y fue reconocido su aporte al proceso contrarreformista con la santificación de su fundador y de su misionero paradigmático" (p.101), en un tiempo en que la provincia peruana jesuítica se convierte en la Orden más influyente del virreinato, proyectada por todo su distrito y en todos los campos, educativo, social, espiritual.

La obra se escribió cinco años después de la muerte del siervo de Dios por lo que toda ella huele a "pan caliente", nos parece estar en presencia de un periodista acucioso que interpela a los testigos para brindarnos una vida ejemplar, como indica el propio autor P. Francisco de Figueroa no para "hacer devocionarios y sermonarios sino Historia" (p.121).

Hay que agradecer y felicitar a la Universidad Antonio Ruiz de Montoya por este esfuerzo en publicar fuentes del tesoro espiritual que constituye nuestro Perú ensantado como un hontanar que surte, más allá de sus cinco ríos o santos grandes, en manantiales de sus santos de la "lista de espera" como el ejemplar Padre Juan Sebastián de la Parra. 


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