Mapa de riesgo de incendios última semana de abril. Aemet
Es como si condujéramos un vehículo que llevase un remolque unido por un elástico, nos gusta acelerar porque es divertido, pero el elástico se ha tensado, de modo que tenemos que acelerar aún más para evitar que el remolque se incruste por detrás; de pronto, descubrimos que el camino está cortado por un muro de ladrillos que se alza ante nosotros. Sabemos que debemos cambiar de dirección, pero sólo estamos programados para progresar a mayor velocidad en la misma dirección.
Idiota espabilado es una figura acuñada por el físico inglés Martin Scorer en el libro que lleva ese título (El idiota espabilado, 1980) en el que somete a una visión crítica las falsas soluciones a los problemas sociales basadas en el crecimiento económico.
Es como si condujéramos un vehículo que llevase un remolque unido por un elástico, nos gusta acelerar porque es divertido, pero el elástico se ha tensado, de modo que tenemos que acelerar aún más para evitar que el remolque se incruste por detrás; de pronto, descubrimos que el camino está cortado por un muro de ladrillos que se alza ante nosotros. Sabemos que debemos cambiar de dirección, pero sólo estamos programados para progresar a mayor velocidad en la misma dirección.
En el último tercio del siglo pasado, tanto Scorer como otros autores ya avisaban de los límites físicos impuestos por los recursos del planeta al crecimiento económico. Destacando Los límites del Crecimiento, el informe al Club de Roma (1972)elaborado por Donella Meadows, Dennis Meadows y Jørgen Randers. En la segunda década del siglo XXI, ese muro al que se refiere Scorer se alza ya prácticamente ante nuestras narices. Sin embargo, la actitud de los espabilados dirigentes políticos más reaccionarios no ha cambiado un ápice.Un ejemplo: al descubrirse que la causa del agujero abierto en la capa de ozono sobre la Antártida se debía a la emisión de gases clorofluorocarbonados (CFC), los científicos alertaron a la opinión pública sobre los peligros reales que se cernían sobre la biosfera y la necesidad de tomar medidas para prevenirlos. El entonces secretario del Interior de Estados Unidos, Donald Hodel, consideró que la industria podría seguir emitiendo los mismos niveles de CFC siempre que se adoptase un programa nacional de protección personal contra las radiaciones ultravioletas que, según él, consistiría en que los norteamericanos deberían portar grandes sombreros como los usados en Texas y permanecer en la sombra. "La gente que no esté expuesta al sol no se verá afectada", sentenció Hodel.Por fortuna, el sentido común se impuso a nivel internacional y, finalmente, el uso de CFC sería prohibido a nivel global gracias a la firma del Protocolo de Montreal, que entró en vigor en 1989.Varias décadas después, cuando los efectos del calentamiento global constituían ya una evidencia científica, Donald Trump, el nefasto expresidente de EE UU, se mofó de la energía limpia y del calentamiento global en un mitin en Pensilvania. Trump bromeó con que el país estaría cubierto de molinos de viento si la candidata demócrata Hillary Clinton hubiera ganado en las elecciones de 2016. "Tendríais molinos de viento por todas partes si hubiera ganado Hillary [Clinton], con pájaros derribados por todas partes. Esos molinos hacen ese ruido, wa, wa, wa", dijo el presidente. "Cariño, ¡Quiero ver la tele y no sopla el maldito viento! ¿Qué hago? Creo que por el calentamiento global... No hay viento, no hay vida, los océanos van a crecer 187 pulgadas [4,7 metros] en los próximos 250 años. Nos va a aniquilar", continuó en tono burlón.
Dice el proverbio que cuando un idiota sigue una linde la linde se acaba y el idiota sigue. Y los electores, por acción de la derecha y omisión de la izquierda, hemos confiado el timón del barco a esta caterva de espabilados. Repasen, por favor, las leyes de la estupidez humana.