Idiotez y Codicia en Tiempos de Pandemia

Publicado el 04 septiembre 2020 por Moebius

Cuando la pandemia arrasaba en Europa y en Argentina solo teníamos unos pocos casos, todas las noches, puntuales, a las nueve, salíamos a los balcones, nos asomábamos a las ventanas para aplaudir a los médicos que estaban dejando el alma y la vida por atender enfermos. Aplaudíamos a los médicos europeos. Cuando los enfermos empezaron a arreciar acá, y los muertos se cuentan por miles, al personal médico que incluye mucamxs, enfermerxs, laboratoristas, personal del lavadero y cocina, médicxs, administrativxs, choferes de ambulancia, y todos los demás, NADIE LOS APLAUDE. Ni allá ni acá. No cuentan. Ni siquiera sabemos cuántos integrantes del ámbito de la salud murieron por ayudarnos. Pero no solo se dejó de aplaudirlos, sino que la mezquindad y la negación (siempre tan de la mano) priorizaron la "libertad" de ir al gimnasio y tomarse un cafecito, libertades inalienables para los republicanistas de su ombligo, por sobre la vida de sus vecinos, el personal de salud y los enfermos que atienden. Donde se dieron marchas derechistas los casos se duplican en apenas tres días, y quienes se hacen cargo de ellos son los médicos que ellos mismos desprecian. 

 

"El que tiene que morir tendrá que morir, porque la economía tiene que seguir" (Ingenio Ledesma)

"Acelerar el ingreso de la gente que está en la calle a los salones de venta. Por favor, miren cómo podemos hacer para acelerar esto. No perdamos ventas por ningún motivo" (Eduardo Bufalo, Gerente Operativo de Coto)
"Podemos afirmar que los protocolos establecidos están funcionando y que la inmensa mayoría de los casos detectados son de fuente externa" (Toyota)

Y después dicen que el virus es el marxismo...

Por Ivy Cángaro


Ayer un tandilense, reclamando a gritos su deseo de ir a entrenar, me llamó "paranoica" y que lamenta que yo, por idiota, esté encerrada. Otra, también gimnasta, dijo que ella creía que el virus no era tal, que era "supuesto", que posiblemente no existiera.
Estaría bueno que al entrenar, hagan una recorrida por hospital y sanatorios, y allí verá como el personal no alcanza, como está dejando la vida, y como recibe nuestra indiferencia.
Seguramente alguno va a cacarear: "para eso les pagamos". No, para eso no les pagamos. Yo no le pago a nadie para que sufra atendiéndome, solo porque ni a mí, ni a mis vecinos, les importa evitarle ese plus a su ya tremendo trabajo.
Como no hay suficiente personal, ni lo habrá, porque nadie puede entrenarse en tan poco tiempo para ser, por ejemplo, terapista intensivo, si se enferman, si se sienten cansados, siguen yendo a trabajar. Así incluso se lo exige la superioridad. Una enfermera me contaba que con todos los síntomas de Covid, y aun sin hisoparse, sigue yendo a trabajar por pedido de sus superiores, porque no hay quien la reemplace.
El personal de limpieza y lavadero, ni siquiera tiene barbijos N95 aunque entran a limpiar las salas donde están los infectados, y en el lavadero no solo les lavan las sábanas, sino aparentemente los camisolines descartables, que deberían tirarse pero acá se lavan.
Mientras tanto, quienes dan estas órdenes, sin estar en primera fila, porque ni siquiera algunos de ellos pertenecen al mundo de la salud, acatan las órdenes de la Cámara Empresaria que sentencia que basta de cuarentena, que se abra todo, que se mueran los que se tengan que morir, que ellos tienen que vender. Claro, ellos tampoco estarán detrás del mostrador, lo harán sus empleados, por dos denarios, inmolándose en el altar de su codicia. Deberían saber que los muertos no compran ni venden. Sin salud, no hay consumo.
Pero sobre todo me espanta la ausencia de espíritu de cuerpo, la negación del juramento Hipocrático, la priorización de intereses mercantiles y ajenos, por sobre la salud ciudadana que se comprometieron a cuidar. Algunos médicos y médicas, responsables ejecutivos, que mienten y explotan, dejando sus conciencias sepultadas en el lodo; en función de los intereses personales, mezquinos y rastreros de un puñado de empresarios de cuarta categoría. Ahora no lo quieren saber, pero un día, quizá el último, tendrán que mirar a sus hijos a los ojos.
Mi vida, la de mis afectos, la de todos mis vecinos y vecinas, incluyéndolos a ellos, vale mucho más que cualquiera de sus intereses mercantiles.

Ivy Cángaro 


Mientras los profesionales de la salud advierten que los sistemas están a punto de colapsar y el personal está sobreexigido por la demanda de atención, el anabolizado intendente porteño (a.k.a. Jefe de Gobierno) juega a reglamentar el uso de quinchos, parrillas y canchas de tenis, para que la clase media que lo votó y seguirá votando pueda distenderse por un rato de los rigores a los que la somete la infectadura; pudiendo, ahora sí, realizar actos "libertarios" como ir a tomar un café.

Hace ya meses que nos vienen comiendo la cabeza con esa propaganda del orto, la famosa cuarentena más larga del mundo, no puedo ver a mis nietos, hijos, sobrinas, padres, amantes, parientes, vecinos. Porque resulta que te curas con lavandina, con dióxido de cloro, con aceite de hígado de bacalao.

Personal de la Salud en el Hospital Balestrini
de La Matanza, Argentina

Porque muertos siempre hubo y el que se le murió el padre, la madre, el hermano, se jode, porque los señores necesitan armar el puto casamiento o el asadito donde muchos pequeños kamikaze se reúnen al pedo. Que estemos batiendo records de contagios, no es casualidad.
Los más de 9000 muertos argentinos  (pronto llegamos a los 10000) que tenemos no parecen haberle enseñado nada a los que ponen por encima de todo la "libertad". Resabios de la ideología neoliberal que pone ese caballito de batalla para que muchos se suban a él y así esclavizar a los pueblos. Por ello les hicieron creer a muchas personas que la LIBERTAD es tomar un café en la vereda.

Circula en Facebook un video donde la agrupación "Médicos por la Mentira Verdad" dicen varias estupideces: que existió siempre, que fue modificado genéticamente, que se puede combatir con el dióxido de cloro y varias estupideces más. Más allá de que el sentido común diga que son otros terraplanistas sociales, desde el sitio "Chequeado" confirman que son falsas todas sus afirmaciones.

Porque los infectólogos, los médicos, los científicos de verdad no saben un carajo. No, el que sabe es Baby, es Feinmann, el payaso de Larrata, los médicos delirantes por la Mentira. ¿A cuantos ayudaron a matar los telepredicadores de la peste? ¿Cómo no les vas a confiar tu vida a tipos tan serios y tan responsables? Están poseídos por una causa, no se sabe bien cual, que es más importante que la vida.

Pandemia y Desigualdad

Diario Crónica:
El IFE ayudó a alivianar la brecha de ingresos entre hombres y mujeres, pero la pandemia caló hondo en las desigualdades
por @EugeMuzio en @BAENegocios 

El tuit de apertura corresponde a esta nota de Diario Bae, en la que se detalla desde una perspectiva de género como impacta la pandemia en la desigualdad en perjuicio de las mujeres, y cuáles son algunas de las medidas compensatorias que el gobierno tomó para atemperar los efectos sociales de la crisis, que pueden contribuir a reducir la brecha de ingresos en ese aspecto. También es cierto que el aislamiento consecuencia de la cuarentena agravó las situaciones de violencia de género, en tanto muchas mujeres se vieron forzadas a permanecer aisladas con sus agresores.Ni la pandemia ni el virus, claro está, crean por sí mismos la desigualdad social, ni en la Argentina ni en ningún lugar del mundo: en todo caso la agravan, o contribuyen a visiblizarla en mayor medida, exponiendo con crudeza carencias, precariedades, falta de acceso a bienes esenciales (como el agua potable) y también -como no- la insensibilidad social y la crudeza del capitalismo salvaje, que están en la base de esas desigualdades. Es bueno entonces que, ahora que empezamos a pensar en una agenda de la post pandemia, estos temas estén en el tape, y formen parte de la discusión pública.Si miramos en retrospectiva, el "diario de la pandemia" es el registro de la desigualdad: un virus que vino del exterior, traído por quienes pueden viajar porque tienen excedentes económicos, que pasó de estar encapsulado en lugares residenciales de clase media/alta de la CABA, que comenzó a expandirse a los barrios populares de la ciudad primero, y de allí al conurbano y al país, después. En los barrios populares, fueron frecuentes los casos de contagios entre quienes trabajan como personal de casas de familia, que volvían contagiados por sus patrones/as y, en condiciones de hacinamiento, sin agua potable ni condiciones de vivienda adecuada, .El virus no discriminó, pero la cuarentena sí: apenas estallada la crisis, el gobierno hubo de restringir la circulación e impedir el uso masivo del transporte público; asestando así un duro golpe a los sectores de la economía informal en sus más variadas formas, y dificultando el medio de desplazamiento por excelencia de las clases populares. Paradójicamente, esos mismos sectores populares nutrían las filas de los que eran considerados trabajos esenciales (y hasta el día antes estaban invisibilizados, cuando no despreciados), y debían permanecer trabajando con riesgo de contagio: enfermeros y personal de la salud, camioneros, recolectores de residuos, policías, entre otros.El avance del virus impuso restricciones, y estas se llevaron los consumos culturales y no esenciales de las clases medias: el cine, el teatro, los bares y restaurantes, la peluquería, los deportes. Claro que en muchos casos esos mismos consumos son la fuente de trabajo de otros, que vieron afectados sus ingresos por la cuarentena: adivinen ustedes por cual de los dos lados del tiento vino la presión de los medios para habilitar actividades. El propio "servicio doméstico" fue el arquetipo en ese sentido: el problema no era que la mucama se pudiera contagiar y contagiar a su familia, sino que la señora de la casa no tenía quien le limpiara.En paralelo fue creciendo la presión del capital reclamando su libra de carne, en forma de habilitar actividades aun a riesgo de contagio, presuponiendo y aceptando un número "tolerable" de contagios y de muertes para mantener la rueda funcionando, y sostener sus ganancias. El Estado respondió con un mix de medidas, tratando de preservar el empleo y aliviar la carga de las empresas que podían tener dificultades para el pago de los salarios, al mermar la actividad: aparecieron el IFE y la ATP, cuyo diseño o alcance pueden discutirse, pero permitieron que la Argentina sufriera menos que otras países la pandemia, medida en términos de destrucción de empleo.Claro que los millones de personas que accedieron al IFE no hicieron más que poner de manifiesto, como decíamos antes, los altos niveles de informalidad que tiene nuestra economía, y los bolsones de pobreza que aumentaron durante el macrismo,y volvieron a crecer como consecuencia de la pandemia. Y aun para los sectores de empleo formalizado, las paritarias estuvieron planchadas, el salario real retrocedió, los aumentos de precios de los alimentos siguieron aun con retroceso de los índices inflacionarios y congelamiento de tarifas, y el gobierno habilitó un trámite express para los acuerdos de reducción salarial a cambio del sostenimiento de los puestos de trabajo.Si algo no modificó la pandemia, fueron las relaciones de fuerzas sociales preexistentes, para imponer o bloquear determinadas políticas: mientras la reducción salarial del 25 % anduvo sobre rieles o el Estado absorbió con recursos fiscales parte de las nómina salariales en su mayoría congeladas y sin paritarias, la fracción más concentrada del capital logró ejercer el lobby suficiente para dilatar por meses el llamado "impuesto a las grandes fortunas", que recién acaba de aterrizar en el Congreso.Y eso no es todo: algunos de los sectores que más ganaron durante la pandemia (como las empresas de comercio electrónico, los bancos o las telcos) resisten toda regulación estatal que vaya en contra de sus beneficios, como el DNU que declara servicios públicos esenciales a las TIC's y la telefonía celular; servicios críticos en circunstancias normales, imprescindibles en las actuales y que demostraron lo profundo de las brechas de desigualdad, como sucede por ejemplo en materia de conectividad con fines educativos. En ese marco, veamos ahora la discusión instalada en el debate visible, la protesta en el espacio público o la agenda que imponen los grandes medios: se puede ver allí claramente lo que se muestra, pero sobre todo lo que se oculta. Nos saturan con las angustias y los problemas de ciertos segmentos de la clase media, generalmente adversa en términos políticos y electorales al gobierno nacional; mientras nos ocultan los padecimientos de los sectores populares, agravados por la pandemia, aunque no chillen, ni armen marchas anticuarentena, ni cacerolazos, ni banderazos. O precisamente por eso.   

Como se ve, si hubiera que ponerle un título a la agenda de la salida de la pandemia -cuando sea que esta sea parte del pasado-, pero para empezar a construir desde ya la salida- sería la lucha contra la desigualdad, en todas sus formas.

 Nota original

 

 

Médicos de terapia intensiva: "Les suplicamos no salir, el personal sanitario está colapsado”

La Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) advirtió que "los recursos para salvar a pacientes de coronavirus se están agotando" y convocó a la sociedad a que "reflexione" porque "el virus nos está ganando".
Mediante un comunicado firmado por la presidenta y el vicepresidente de la entidad, doctores Rosa Reina y Guillermo Chiappero, la SATI expresa que "los médicos, enfermeros, kinesiólogos y otros miembros de la comunidad de la terapia intensiva sentimos que estamos perdiendo la batalla. Sentimos que los recursos para salvar a los pacientes con coronavirus se están agotando".
"La mayoría de las Unidades de Terapia Intensiva del país se encuentran con un altísimo nivel de ocupación. Los recursos físicos y tecnológicos como las camas con respiradores y monitores son cada vez más escasos. La cuestión principal, sin embargo, es la escasez de los trabajadores de la terapia intensiva, que a diferencia de las camas y los respiradores, no pueden multiplicarse", señalaron.
Con un posteo a través de la cuenta de SATI en la red social Twitter, titulado "Solicitada. Los Profesionales de las Terapias Intensivas de Argentina sentimos que estamos perdiendo la batalla y ya estamos agotados y no tenemos reemplazos!" la entidad destacó: "los intensivistas, que ya éramos pocos antes de la pandemia, hoy nos encontramos al límite de nuestras fuerzas, raleados por la enfermedad, exhaustos por el trabajo continuo e intenso, atendiendo cada vez más pacientes".

"También tenemos que lamentar bajas, personal infectado y lamentablemente, fallecidos, colegas y amigos caídos que nos duelen, que nos desgarran tan profundamente", agregó.

Contaron que por los sueldos “increíblemente bajos” terminan una guardia en una Unidad de Terapia Intensiva y salen hacia otro trabajo “para llegar a fin de mes”.
"Pero ahora sentimos que no podemos más, que nos vamos quedando solos, que nos están dejando solos; encerrados en la Unidades de Terapias Intensivas con nuestros equipos de protección personal y con nuestros pacientes, sólo alentándonos entre nosotros", sigue la carta abierta.
El mayor reclamo de los médicos de terapia intensiva fue dirigido a la sociedad en general, con un pedido para que no salgan a pesar de las aperturas. "Observamos en las calles cada vez más gente que quiere disfrutar, que reclama sus derechos, la gente que se siente bien por ahora. ¿Qué pasará con ellos y sus familiares mañana? ¡Ojalá que no se transformen en uno de nuestros pacientes que, con fuerzas, trataremos de arrebatarle a la muerte! Porque nadie sabe cuándo el virus los infectará", advirtieron y pidieron que se cumpla “con tres simples pero importantes medidas, recomendadas científicamente: distanciamiento social (permanecer a más de 1,5 metros), uso de tapabocas (cubriendo nariz y boca), lavado frecuente de manos (con agua y jabón o alcohol gel), no aglomerarse, no hacer fiestas, ¡No desafiar al virus, porque el virus nos está ganando!".
"Les suplicamos no salir si no es necesario. El personal sanitario está colapsado, los intensivistas están colapsados, el sistema de salud está al borde del colapso. Nosotros queremos ganarle al virus. Necesitamos que la sociedad toda nos ayude porque no podemos solos. ¡Por favor, ayudanos, quedate en tu casa! Ayudanos a disminuir el ingreso de pacientes. No queremos que vos seas el próximo paciente en nuestra Terapia Intensiva", concluyeron.

Nota original - Tiempo Argentino