Ilustraciones: Verónica Leonetti
Año: 2020
Editorial: Dilatando Mentes
Género: Relato (fantasía)
Grotesque es un grito de rabia ocupando mi antigua garganta de veintitantos, un sueño de melaza sin significados ocultos. Arrebato y arcada, amalgama de los terrores más divertidos que haya podido encontrar. El lunes para aprender a vivir palpando, el martes para tallar en madera el amor más extraño, dedicando los miércoles a buscar la combinación exacta que me abra tu corazón, dejando los jueves para los vuelos infinitos y los viernes para ofrecer nuestras carnes al tedio de unos dientes mecánicos.
Y todo, al final, para atascarnos un sábado mientras subimos hacia ninguna parte, escuchando a lo lejos cómo el domingo nos humilla y nos grita a la cara que no somos nada si no sabemos ganarnos la vida. Y la vida pasa y yo me vierto como un caldero de sangre sobre vuestras cabezas, tan espeso como tus pasos cuando tratas de escapar de aquello que jamás te ha perseguido.
Surrealiste es el espejo que te mira: aquí asistiremos a la venta al por mayor de carne de mujer en Bruselas, mientras nos bañamos en la bonita piscina que ha dejado una de las huellas de Godzilla; disfrutaremos de las mil y una formas que nos ofrece el clero para suicidarnos, descubriendo que en Guillin ya nada es lo mismo desde que llegó Supermán.
Asentiremos al comprobar lo bien que quedan esos dos cuadros imposibles a los pies de mi cama, pringándome de gel de ecografía para escuchar tu corazón. Descifraremos los mensajes sobre el fin del mundo encriptados en los movimientos migratorios de las aves, aprendiendo en el camino a recortar tu sonrisa en la sábana del fantasma que algún día te tocará ser.
Díptico: el weird era esto
Para escribir reseñas, se desaconseja hablar de cuestiones editoriales y relativas al propio aspecto físico del libro en cuestión. Algo que nos vamos a saltar hoy, porque es imposible hablar del Díptico de Ignacio Cid Hermoso y Verónica Leonetti sin hablar antes del trabajo realizado por Dilatando Mentes para dar forma al volumen. Y es que Díptico: Grotesque / Surrealiste es tan weird por su contenido como por su continente.
Díptico se compone de dos libros, los citados Grotesque y Surrealiste. Pero no van en sucesión, sino que tiene las cubiertas enfrentadas, volteando el ejemplar para leer uno u otro. Por otra parte acredita a la ilustradora venezolana Verónica Leonetti como coautora, y es que Díptico no se entiende sin su trabajo. Además de las cubiertas, acompaña cada relato de Ignacio Cid con una lámina ilustrada pegada a mano.
Es una edición limitada de 150 ejemplares numerados a mano. Incluye dos códigos QR que envían a listas de Youtube para escuchar durante la lectura, e información adicional sobre las influencias artísticas del autor.
Y con una bola extra: Darío Vilas aporta un prólogo en forma de relato. Su narración, por una parte, glosa las virtudes del estilo y del enfoque literario de Ignacio Cid. Por otra, desgrana con acidez la dificultad de este para encajar en el mercado editorial convencional.
En resumen, un producto cuidado (incluso mimado) en la línea a la que nos tiene acostumbrados Dilatando Mentes.
Ignacio Cid, el surrealismo y el grotesco
Para describir la concepción que Ignacio Cid Hermoso tiene de la literatura, es sencillo concordar con lo expuesto por Darío Vilas en su prólogo. Está la excelencia narrativa, la forma en la que Cid construye el discurso, las metáforas y los símiles que emplea y la expresividad que logra. Y la concepción del grotesco de Cid, que se extiende más allá del empleo de personajes o ambientaciones weird. Ilustra un mundo absurdo, kafkiano, en el que cualquier cosa puede ocurrir y ni tan solo las leyes naturales parecen actuar como en el nuestro.
Hay, por supuesto, mucho de Franz Kakfa en Díptico. Tanto como reminiscencias que provoca a William S. Burroughs, al Michael Ende de El espejo en el espejo o al cine de David Lynch, sobre todo al de sus comienzos, y por supuesto al de Buñuel. Aunque también al de David Cronemberg y otros apóstoles de la nueva carne, como Clive Barker. Que, aunque estén en otra onda, comparten con Cid el gusto por la expresividad de la sangre, las humedades corporales y las interioridades del organismo.
De qué trata Díptico
Como veremos a continuación, el surrealismo de Ignacio Cid toca una serie de temas centrales, que se recrean de forma obsesiva: Eros y Tánathos, la maternidad/paternidad, las difíciles (e insatisfactorias) relaciones familiares, el mundo laboral hostil, la opresión y el sinsentido de la sociedad contemporánea, la pérdida y el desarraigo, la vacuidad de las relaciones afectivas. Obsesiones que entroncan temáticamente con los existencialistas franceses, sean Camus, Sartre o Boris Vian. Y cuya plasmación sin filtros, yendo siempre al extremo, arriesgándolo todo y sin preocuparse del impacto en el lector (del que esperan proactividad) lo emparentan con coetáneos como Santiago Eximeno o el gallego Alberte Momán.
Díptico: Grotesque, la obra temprana
Los siete relatos que componen Díptico: Grotesque se publicaron por primera vez en 2012. Titulados como los días de la semana, transcurren en el mismo universo y quedan interconectados en el último.
"Lunes"
(Ilustración "Pierdes tu lugar")
Nos pone en situación del tono general de Díptico. Un relato en ocho partes en las que el protagonista asiste a la desaparición paulatina de partes de su cuerpo, ante la indiferencia e incomprensión de su familia y sus compañeros de trabajo. Una historia que Ignacio Cid reconoce inspirada en "La nariz" de Nikolái Gogol, pero mucho más kafkiana y sofocante. Ya asoma la familia como entidad disfuncional.
"Martes"
(Ilustración "Otorgas vida")
Tira con bala sobre la maternidad/paternidad. Una pareja tiene como hijo un tronco de madera, un árbol que va creciendo y al que intentan criar con normalidad ante la repulsa social. Al leerlo es imposible no recordar al bebé de Cabeza borradora.
"Miércoles"
(Ilustración "Buscas la felicidad")
Trata las relaciones de pareja con una narración truncada. Juega mucho con las sensaciones físicas, con lo corpóreo, haciendo paralelismos entre la selva y el cuerpo humano.
"Jueves"
(Ilustración "Coges un vuelo")
Es la narración más surreal de Díptico: Grotesque. Un avión comercial emprende un viaje que nunca termina, en el que el pasaje termina dividido en dos grupos enfrentados (ambos creen defender "La Causa" correcta) y haciendo su vida con normalidad. El protagonista, un escritor llamado Darío Villanueva (curiosa homonimia) se obsesiona con una azafata inasequible, pendula entre ambos grupos sociales y termina adiestrando agapornis inexistentes.
"Viernes"
(Ilustración "Te vuelves loco de amor")
La historia de amor entre un hombre y una motosierra. La mecanosexualidad va adjunta a una nueva revisión del Eros-Tanathos.
"Sábado"
(Ilustración "Tratas de subir a casa")
Se conecta directamente con "La muralla china" de Kafka, aunque Ignacio Cid cita en el texto a Julio Cortázar (autor también de "Instrucciones para subir una escalera") y su "Casa tomada". Es un relato asfixiante por la imposibilidad de avanzar del protagonista, por la forma de convertir una escalera en la colina de Sísifo, como hiciera Robert Sheckley en "El hombre afectado" de manera humorística. Como en el resto del volumen, retrata al individuo expuesto a una sociedad que lo aplasta, invadiendo incluso su último reducto de privacidad.
"Domingo"
(Ilustración "Encuentras tu camino")
La narración que, como dijimos, conecta todas las anteriores, a través de la protagonista, una joven incapaz de abrir su puño y que guarda memoria de vidas anteriores. Un monólogo interior crudo y tan grotesco como expresivo. La referencia a Bruselas nos lleva al relato que abre Surrealiste.
Diptico: Surrealiste, la evolución
El segundo libro de Díptico es una obra inédita, más sutil que Grotesque, en la que el estilo de Ignacio Cid brilla todavía más, con figuras narrativas aún más elaboradas y expresivas. Ahora los siete relatos tienen por título los siete pecados capitales judeocristianos.
"Lujuria"
Un matrimonio viaja a Bruselas como turistas. Allí, entre celos, gofres y redescubrimientos, la mujer desaparece. El hombre emprende un tour de force de pistas que llevan a otras pistas, a través de los lugares turísticos de la capital europea. Y que incluyen propuestas de cruising con un doble de Tintín. La narración va derivando hacia el horror sex y la asunción del tráfico de mujeres como algo admitido socialmente.
"Ira"
Comienza con referencias a la cultura popular japonesa y termina siendo una sátira nada velada del mundillo literario del género fantástico nacional, y de su sistema de premios. Tiene mucho de splatterpunk y la escena del martillo evoca la del pasillo de Old Boy, pero con caretas de hipopótamo.
"Pereza"
Insiste en la incomunicación dentro de la familia, y juega con el extrañamiento del propio protagonista y su imposibilidad para reconocer su propia existencia cotidiana, un poco en el subgénero de películas como Dillinger is dead.
"Avaricia"
Tiene un punto de terror gótico, de historias de horror centradas en cuadros o espejos, como El retrato de Dorian Gray de Wilde o, a menor escala, "La imagen de la muerte", de S. King. Relacionada con uno de los crímenes más conocidos de la historia reciente de España, retrata la obsesión casi monomaníaca del protagonista con una pareja de espejos. Con el trasfondo de la maternidad/paternidad, traza un paralelismo entre los espejos y los hijos nonatos.
"Soberbia"
La aparición de Supermán en China durante el viaje de unos turistas occidentales parece una metáfora de las injerencias de los EUA en la política de los estados soberanos. Subvierte estereotipos y desmitifica al superhéroe (y con ello, a los ídolos modernos y cuanta ideología ocultan). Y no pierde la ocasión de practicar la escatología con la falta de higiene de la China rural.
"Gula"
Una nueva mirada a la maternidad, y a sus implicaciones más físicas. Paralelamente se desgranan recetas de cocina que parecen escritas por el Eximeno más desinhibido o por el Jorge Fernández Pérez del breve "El festín". La relación entre comida y repugnancia física, incluida la referencia a la turbia banda noruega hace pensar en otras relaciones cinematográficas entre comida y gula estomacante como Delicatessen, La gran comilona o El sentido de la vida.
"Envidia"
A través de un viaje por China en autobús, recorre la idea de la pérdida y los remordimientos, el pasado y una vez más la familia como órgano social enfermo. Tal vez uno de los relatos más existencialistas de la compilación.
Díptico. Obsesiones, angustia y reflexiones sobre la sociedad
Ignacio Cid Hermoso conecta con los terrores que nos acechan a cada uno en esta época. El miedo a no encajar, a ser despreciado, a quedarnos solos. La incertidumbre que rodea a la maternidad/paternidad, la posibilidad de que nuestra descendencia nazca con malformaciones o discapacidades. La incomodidad de los entornos laborales fríos e instrumentales. Las relaciones de pareja que parecen campos minados. El Otro colectivo que ignora nuestras necesidades y pasa sobre nosotros.
El sentido del horror de Cid es enfermizo, febril, un terror muy físico que juega con lo corpóreo y con la repulsa que nos produce lo que no debería estar ahí, lo que no deberíamos ver cuando nos reducimos a un montón de carne, sangre y vísceras.
De tal modo que Díptico: Grotesque / Surrealiste es una lectura rica, que fuerza a que el lector ponga de su parte y construya algo sobre los espacios que la narración le deja. En la que en texto de Ignacio Cid y las ilustraciones de Verónica Leonetti encajan como piezas de un engranaje, y que resulta de nuevo engrandecida por la mentada edición de Dilatando Mentes.
Esta reseña se publica en tiempos difíciles, con un horizonte muy oscuro y poco esperanzador para la industria del libro, pero todavía menos halagüeño para las editoriales independientes en particular. Por ello es crucial que comprendamos que, como insistía Darío Vilas en su prólogo, obras arriesgadas y personalísimas como Díptico no tienen cabida en los grandes sellos editoriales. Y que por ello nuestro apoyo a los proyectos independientes y arriesgados son imprescidibles si queremos seguir disfrutando de apuestas como la de Ignacio Cid Hermoso y Verónica Leonetti.