Ignacio Wert, es uno de los seres más estultos que pisan el mundo en la actualidad, y miren que feliz es él con su estulticia. Llegar a ministro no es trabajo fácil, no crean, hay que ser muy estulto para poder llegar a serlo. Vean pues que para poder mandar ordenes de cualquier tipo y en cualquier momento, sin ton ni son, sin siquiera imaginarse que tipo de repercusión va a tener, o que efectos causará, y sobre todo sin remordimiento de conciencia ante 120% de error en la toma de decisiones, hay que tener prácticamente el cerebro de una cucaracha.
Quitar las becas que llevan el nombre de mi querido amigo Erasmo de Rotterdam, para más tarde tener que dar marcha atrás y dejarlas como estaban, es una de las humillaciones más importantes que un sabio podría sufrir. Una persona inteligente -rectifico-, con un mínimo de inteligencia, se hubiese sentido tan humillado, indignado con su desfachatez que hubiese dimitido minutos después de invalidar su orden.
No obstante hablamos de Wert, el estulto Wert, quien puede hacer y deshacer lo que quiera en menos de un minuto, sin importarle que lo señalen de ignorante, de mamarracho, de ingrato, de inepto, de ignorante... porque así es él, un estulto feliz que seguirá cometiendo dos errores por cada decisión que tome, hasta las próximas elecciones.
Con esto queda escrito lo que quería comunicar y como Estulticia me despido, y les recuerdo que los ciudadanos españoles sois aún más estultos que Wert, por dejar que se siente en su trono...