Si alguna vez aparezco en tu twitter, bloquéame. Si alguna vez me lees en un periódico, arranca la página, cierra el navegador. Escribe una indignada carta al director. Si me escuchas en la radio, apágala.
Pero mientras tanto empecemos por liberarte del vicio de venir aquí, a mi casa, a leerme, a crisparte. Supéralo. Sal al mundo. Disfruta. Superarás el mono.
Dame por perdida, hazme el vacío y, sobre todo, déjame en paz.
Podré superarlo, querido anónimo.
Posdata: Sé que tendrás impulsos incontrolables de comentar aquí. Querrás escribir algo mordaz y supuestamente ingenioso como «ñiñiñi» pero voy a ayudarte y capar los comentarios. Todo por tu síndrome de abstinencia y porque el blog es mío y hago en él lo que quiero.