Hoy, en pleno siglo XXI los miembros directivos de las empresas siguen siendo por una mayoría abrumadora del sexo masculino. Esto no es nada nuevo para nadie, incluso se han dado ya algunos pequeños pasos que han modificado un pelín esos números, pero no es suficiente.
Como ya sabemos la conciliación laboral es todo un reto para las familias. Muchas mujeres trabajan fuera de casa una barbaridad de horas, dejando a sus hijos al cuidado de otras personas porque es necesario trabajar. Pero ya no sólo por el motivo económico, el trabajo también nos hace sentirnos realizadas fuera del ámbito familiar, nos complementa. Pero también es cierto que sigue existiendo un desequilibrio entre sexos en las empresas. Algunas mujeres ni siquiera cobran igual que los hombres realizando el mismo trabajo u ocupando un mismo puesto. Si hablamos ya de ascender a cargos de responsabilidad en la dirección de una empresa muchas veces se convierte en un imposible. Creo que el motivo principal es que no miran simplemente la profesional o dedicación, ven un conjunto un poco más allá. Si tienes hijos ya tienes boletos de más para no tener ese ascenso ya que eres una empleada “de riesgo”.
De hecho hoy en día cualquier mujer que se presente a una entrevista laboral, es muy probable que salga la pregunta de si tenemos o no hijos, y si los tiene incluso te preguntan si eso te puede suponer después un problema, qué harás si se ponen malos y un largo etcétera que a veces es un auténtico show. Llegan a invadir nuestro espacio personal con tal de asegurarse de que no vas a faltar ni un día a tu puesto de trabajo, da igual si eres productiva o no, lo importante es que estés y cumplas tus horas. Pero ya nos estamos saliendo del tema.
El ser mujer es un gran inconveniente para ascender hoy en día en muchísimas empresas. Como decía no ven la profesionalidad, dedicación y productividad. Ven niños, posibles faltas al trabajo y vete tú a saber qué más… pero también nosotras tenemos un poquito de culpa en todo esto. Hace unos días Sonia de Siendo Madres hablaba del síndrome de MariPili. Un síndrome bastante extendido, y si se analizan bien estoy segura de que todas en un momento de nuestra vida lo hemos padecido.
El principal ingrediente de este síndrome es el miedo. Siempre tenemos miedo cuando nos enfrentamos a algún cambio o emprendimiento. Tenemos miedo a no tener éxito, tenemos miedo a no poder cumplir, tenemos miedo de que algo nos falle o salga mal, tenemos miedo de no gustar, de no hacerlo bien, de no cumplir estereotipos, tenemos mucho miedo. Y puede ser que nosotras mismas y sin quererlo muchas veces exterioricemos estos miedos y mostremos nuestras inseguridades. Necesitamos confianza. Somos mujeres, somos madres y futuras madres, pero sobre todo somos personas capaces, muy capaces. Somos tan capaces que cuando llegamos a las alturas somos las mejores para liderar, ¡lo llevamos en la sangre!
Algo tiene que cambiar, todo esto tiene que cambiar y nosotras necesitamos ser las primeras para dar este paso hacia adelante. Y por supuesto que se nos dé la posibilidad y se nos valore.
Como le puse a Sonia en su post, necesitamos ir apartando a la MariPili que llevamos dentro y lanzarnos a la piscina en cuanto veamos la oportunidad.