Pero lo que puede ser -y es- una reclamación justa por parte de los distintos cuerpos policiales existentes en el país, podría complicarse sobremanera si la misma demanda de igualdad salarial se extiende también a otros colectivos profesionales que sufren idéntica discriminación, motivada por el lugar donde ejercen su cometido y la administración que los emplea. De hecho, ya algunos estamentos del Ejército español, a través de la asociación militar ATME, han expresado públicamente la reivindicación de unas remuneraciones justas para los miembros de las Fuerzas Armadas. Aducen que no se puede consentir que un agente raso cobre unos 500 euros más que un oficial del Ejército. Y tienen razón. Porque si se atiende a unos, se deberá atender también a otros. ¿O acaso los policías son más importantes que los militares? ¿La seguridad en las calles es más relevante que la defensa del país? ¿La dedicación y los riesgos de unos son mayores que los de otros? ¿Cuáles son los criterios con los que se establecen estas diferencias salariales claramente discriminatorias?
Por eso y ante la actitud selectiva del Gobierno, los profesionales de tales colectivos se hacen algunas preguntas: ¿Será que los uniformados son más necesarios que los médicos, los enfermeros, los maestros o los bomberos, por citar algunos empleos públicos ? ¿Un sanitario andaluz es peor profesional que uno vasco o catalán? ¿El nivel de exigencias, preparación y habilidades no son los mismos para cualquiera de ellos, sin importar el lugar donde los desarrollen?
Si los policías logran la equiparación salarial a nivel nacional y los militares consiguen que se escuchen sus reivindicaciones en el mismo sentido, no habrá excusa para negar idéntico trato a cualquier colectivo profesional que demande una medida semejante. Ni la supuesta autonomía de cada comunidad para administrar su territorio ni las diferencias identitarias que se aluden para establecer diferencias con las demás, justificarían la permanencia de esa discriminación salarial existente entre profesionales de un lugar respecto a los de otro. Ni siquiera la elitista diferenciación de región rica o pobre. El cupo vasco, los fueros navarros y las “peculiaridades” catalanas se nutren de la caja común que aportamos todos los contribuyentes del país, sin distinción, por lo que la retribución de los profesionales de estos colectivos no debería servir para establecer discriminaciones y distingos. La igualdad salarial es una exigencia de justicia y equidad tanto para policía y militares como para bomberos, médicos o cualquier colectivo que soporte agravios salariales. De todas maneras, está por ver, no si el Gobierno atiende todas las reclamaciones con el mismo interés, sino si las atiende siquiera.