Iguazú

Por Zhra @AzaZtnB

Si os gusta ver agua correr por la selva y os impresionan las cataratas este es vuestro sitio. 275 saltos de agua que limitan Brasil con Argentina sobre el río Iguazú. Pero para llegar a ellas tengo que aguantar 20 horas de viaje en bus junto a Carlos, un paleta con baja indefinida que se dedica a “pasear”. Después de rechazar hasta cuatro veces su termo con té, acabar diciéndole que no me gustaba el té, ni el café, ni el mate ni nada me ofrece una chocolatina que ya considero demasiado borde rechazar y me acaba metiendo un rollo sobre evangelismo. Si ese que se le veía!!! Nada en contra de las creencias personales pero no hace falta que me cuentes las bondades de tu iglesia durante 4 horas que duraron las dos pelis que intenté ver y gracias a Dios, sí a Dios, se quedó dormido, cansado de su propia voz, para la tercera. Peli que por cierto no pude acabar de ver porque apagaron los proyectores a 10 minutos del final aaaaargh! Cuando finalmente se bajó del bus me confesó que en realidad ese no era su asiento pero ese tenía pinta de ser más cómodo. En el mismo autobús un par de filas hacia atrás había un cura vestido con su alzacuellos que resultó ser más discreto y amigable hasta que perdió el móvil y toda la parte superior del autobús se tuvo que levantar a buscar el móvil por el suelo. ¿Será todo una grandísima señal porque la provincia se llama Misiones? Tengo que reconocer que la primera vez que alguien de la provincia me dijo “Yo soy misionera y por eso me encanta el mate” me la quedé mirando intentando imaginarla repartiendo bendiciones entre sorbos de mate con los indios guaraníes. Resulta que el mate de misiones es famoso y suele ser más fuerte más amargo que en el resto de provincias, de ahí su referencia al mate. Nada relacionado con evangelizar al personal metiendo drogas en la bebida.

Tuve un poco de buena mala suerte con el tiempo. El pueblo de Iguazú con sus carreteras de arena y piedra se había convertido en un barrizal debido a la lluvia. Una lluvia fuerte e intermitente que no me dejó llegar hasta los 3 hitos, donde se une Brasil, Argentina y Paraguay hasta el tercer día pero me permitió estrechar vínculos con una misionera, de la provincia de misiones, y su hija bajo la marquesina de una parada de remis. Aproveché para preguntar información sobre las cataratas y descubrir que no necesitaba reales en Brasil porque todo funcionaba con tarjeta de crédito. Así que ya tenía plan para el segundo día sin tener que contratar un tour.

El primer día fui a la zona argentina de las cataratas. Tan fácil como ir a la terminal de autobuses y pedir que quieres ir a las cataratas argentinas pagar 100$ARG y esperar el bus que pasa cada 20 minutos. Una vez ahí pagas la entrada al parque nacional, 260$ARG por ser extranjero. Cinco días al mes también puedes ir por la noche para ver las cataratas con la luna llena. Todo está muy limitado para que no te pierdas por los bosques y acabes siendo atacado por un coatí, mono, caimán, jaguar o cualquiera de las especies dispuestas a arrancarte un brazo si te despistas a cambio de un poco de comida basura. Por todo el parque te acompañan de forma pacífica centenares de mariposas que se acercan sin miedo, se posan sobre la ropa y se agrupan a montones.

Lo realmente peligroso son las turistas japonesas tapadas hasta las orejas para que no les toque el sol y que corren en todas direcciones despavoridas cuando un grupo de mariposas se les acerca. Luego se reagrupan en los mejores sitios para hacer fotografías mientras yo me pregunto si esa japonesa no se ha puesto ya 40 veces para la foto o es otra tapada exactamente igual. Dentro del parque está el paseo inferior, superior, la garganta del Diablo, la isla de San Martín y el sendero Macuco además de algún servicio de botes que te llevan a mojarte bajo las cataratas. Un minitren con un recorrido de 7 km te lleva desde la base a la zona de paseos o la parada superior, Garganta del Diablo.

Al bajar en la parada superior se ve una columna de humo blanco salir entre los árboles y al acercarte a menos de un kilómetro llegas a la garganta del Diablo. Un grupo de cascadas con una caída de 80 metros, siendo una de las cataratas con mayor caudal del mundo. Un espectáculo impresionante si el día está despejado y puedes ver la caída completa desde la parte superior así como los pájaros saliendo entre el agua. No fue mi caso. Lo que yo vi fue muchísima agua, de 1 500 m³ por segundo se dicen rápido, correr por el río para despeñarse entre una gigante nube blanca sin final de vapor condensado. No está mal pero no es exactamente lo que me esperaba.

En la parada intermedia de paseos puedes acceder a la isla de San Martín y al sendero Macuco, este último son menos de 4km para llegar a una cascada en medio de la selva. Para llegar a la isla de San Martín se ha de pagar a parte un servicio de botes que te lleve hasta ella y a los miradores de San Martín.

Tal como dice el nombre por el paseo inferior se puede ver la parte baja de las cataratas y lo mismo por el paseo superior. El sonido de agua cayendo, la humedad y la lluvia provocada por las cascadas te acompaña todo el camino así que mejor no luchar contra el agua, llevar unas chanclas que se puedan mojar y un chubasquero.

Aunque la mayoría de cascadas están en el lado argentino y desde ahí las puedes ver de cerca hasta empaparte vale la pena ir a la zona de cataratas de Brasil desde donde se consigue la vista de conjunto y es muy impresionante. Para llegar a las Cataratas do Iguazú tienes que volver a ir a la terminal de Omnibuses y pedir un billete para las cataratas brasileñas, esta vez sólo 80$ARG ida y vuelta. Podría aconsejar que no os olvidéis el pasaporte pero es la frontera más ridícula en la que he estado.

En Argentina se lo toman más o menos en serio, haciendo que todo pasajero se baje del bus y selle personalmente el pasaporte. Entonces te vuelves a subir al bus, recorres unos metros y el ayudante del conductor pide el pasaporte a los extranjeros, los que tienen DNI argentino o brasileño no tienen ni que molestarse en sacarlo de la cartera. Cuando tiene los pasaportes él mismo se baja del bus, el conductor reparte caramelos y dos minutos más tarde tienes tu pasaporte de vuelta con un nuevo sello. Menos de 40 minutos después de salir de Iguazú has llegado a Parque Nacional de Iguazú. Justo en frente hay un área de conservación de aves que te recomiendan visitar si el parque te sabe a poco. La misionera tenía razón y no necesito reales. Cuando pago con mi MasterCard inglesa el lenguaje de signos y sonrisas pasa a ser inglés y cuando le digo que soy española sigue siendo inglés. Por algún motivo se han empeñado tanto aquí como en Argentina en considerarme inglesa, al ver que me acerco al puesto de información guardan el mapa en español para poner sobre la mesa el escrito en inglés. Pido el español más por orgullo que por necesidad y me corto antes de preguntar si no lo tienen en catalán. Un par de días después ya de vuelta en Buenos Aires he tenido que sacar el DNI para demostrarle a un señor que soy española, como si no se me notara por el acento o la piel amarillo/morena.

Para atravesar el Parque Nacional de Iguaçu hay un autobús de dos plantas que te lleva por las diferentes zonas. La mayoría excursiones en barco por el río y una única zona de paseo mucho más pequeña que en Argentina pero que ofrece una visión de conjunto espectacular. Puedes ver desde varios ángulos como el valle cae y se convierte en muchas cascadas para seguir fluyendo hacía el siguiente valle. Decenas de miles de litros de agua que llegaron los 45700 m³/s (por segundo!!!) el año pasado golpean las rocas y pasan entre la vegetación que resiste la erosión continua. Todo alrededor es verde, hay bichos de todas las características y colores además de los omnipresentes coatís que con sus uñas y dientes están listos para agarrar cualquier pieza de comida disponible. De nada sirven los avisos de no alimentarles o no acercarse, aun hay gente que los acaricia.

El paseo acaba al pie de una cascada donde puedes empaparte o comprar un chubasquero por algo menos de 3€ y empaparte un poco menos. Más de una ha tenido que poner el móvil en arroz después de estar ahí, prevenida meto el móvil dentro de la mochila impermeable bajo la chaqueta impermeable. De ahí un ascensor sube paralelo a la cascada y te deja en la zona de souvenirs y restaurantes donde puedes volver a coger un bus de vuelta a la puerta o parar en alguna de las “aventuras acuáticas”.

De vuelta en el pueblo de Iguazú, después de repetir el paripé de la frontera me bajo en los 3 hitos, esto es un trifinio. Palabra que acabo de aprender y que significa punto geográfico donde se une la frontera de tres países. En este caso Paraguay, Brasil y Argentina se une el río amarronado Iguazú con el río azul Paraná. En la zona de Argentina han hecho un paseo donde se vende artesanía tanto en tienditas donde resguardarte de la lluvia como sobre una manta en la zona asfaltada que se recoge y se monta rápidamente cada vez que la lluvia aparece.