II 24h Run

Por Juan Andrés Camacho Fernández @CorredorErrante

Desde que hace un par de años comencé poco a poco a introducirme en el mundillo del ultrafondo, las carreras de 24 horas llamaron mi atención.

Son pruebas donde la estrategia, la dosificación y sobre todo la experiencia, son fundamentales, con una logística muy particular y con un ambiente que hay que vivir al menos una vez en la vida.

Debuté en una prueba de este formato en las V 24 Horas Solidarias La Breña Xtreme, una prueba que discurre por las marismas de la Breña, en Barbate, en un circuito de 28 kilómetros en su primera vuelta y 25 en las siguientes.

Pese a haber participado ya en varios ultras, dos de ellos en distancia superior a 100 kilómetros, tan solo pude alcanzar 91 kilómetros en mi primera participación en la prueba, debido a problemas con las polainas, un elemento nuevo que llevaba debido a las dunas y tramos arenosos que afrontábamos.

Al año volví, y en la VI edición conseguí 153 kilómetros, dejando mi participación en 6 vueltas (que me valieron la segunda posición absoluta) ya que oficialmente solo contabilizan vueltas completas.

Conocedor ya del circuito comencé a buscar otro tipo de pruebas del mismo formato, como las 24 Hores d'Atletisme, una de las pruebas de más prestigio a nivel nacional, y que se realiza en diciembre en las pistas de atletismo de Can Dragó, e investigando por la web y leyendo en los blogs de atletas del mundillo a los que sigo con asiduidad, descubrí las 24h Run, un evento alojado en el Parque Romano de Las Palmas de Gran Canaria.

Lo malo es que se celebró en junio, una fecha prohibitiva para mi debido a que cuando más trabajo tengo es en temporada estival, así que cuando me di cuenta de que este año se celebraría en mayo me lancé a la caza de un vuelo y búsqueda de alojamiento.

Varios meses después, tras el cumpleaños de mi prometida, Mayte, que me acompañaría en esta nueva aventura, cogimos un avión rumbo a Gran Canaria para conocer la isla y participar en una prueba que llevaba meses preparando, con varias tiradas de más de 3 cifras a las espaldas y una maleta cargada de ilusión.

El día "D" llegamos al Parque Romano con más de una hora de antelación y cargado con avituallamiento sólido y líquido como para afrontar la prueba casi sin depender del avituallamiento de la organización (salvo por el agua).


Así lucía el Parque Romano; un circuito de tierra de 1 kilómetro con 2 giros cerrados

Llevaba 2 litros de agua, 1 litro de Powerade, 1 litro de natillas (un elemento nuevo, pero que me supo a gloria cuando lo probé en el Hiper Dino), 12 barritas energéticas de diferentes tipos y un tubo de sales.

Además, manguitos, cortavientos, ropa de cambio, una batería externa y unas zapatillas, en caso de que las Simna 3 me resultasen incómodas con el transcurrir de las horas, conformaban mi equipo.

Dejé la mochila en la carpa para los atletas de las 24 horas individuales, la comida y bebida en la mesa preparada para nosotros y me dispuse a dar una vuelta por el parque para ver qué me esperaba durante la jornada y de paso, ir saludando a organizadores, voluntarios, al speaker...


Dejándole a Himar, uno de los voluntarios, parte de mi equipo

Entre otros me saludó un hombre argentino que se presentó como Adalberto, pero al moverse con tanta soltura entre la organización no sabía si era corredor u organizador.

Los minutos fueron pasando y tras inmortalizar a los participantes de la modalidad por equipos, cuyos componentes se irían relevando con libertad durante las 24 horas del evento nos llamaron también a los corredores de la modalidad individual.


El grueso de participantes de la II 24h Run, a excepción de los componentes de equipo que aun no habían llegado

Posteriormente dimos una vuelta de calentamiento y reconocimiento del circuito...

Comenzando con un trote suave, antes del inicio de la prueba


Superficie perfecta para correr con huaraches, me encontré cómodo desde la primera zancada

Una vez completamos ese primer kilómetro nos fueron presentando a los corredores de la modalidad individual, entre otros...

Cristina González García, Madrina del evento y Recordwoman nacional de 50 y 100 km, 6h, 24h, 48h y 6 días


José Luis Posado, Recordman nacional de 24h, 48h y 6 días


Bernardo José Mora, vencedor en pruebas a nivel internacional entre 6 horas y 6 días, en Perpignam, Vinça, Antibes...


Demetrio Álvarez, ultrafondista asturiano experimentado tanto en ultras de montaña a nivel internacional como en 24 h


Eva Esnaola, Recordwomannacional de 12h y Spartatleta, entre otros méritos


Mariló González, experimentada corredora de montaña 


¡Adalberto Maidana! en efecto, era el gran Adalberto, pionero del ultrafondo argentino y Spartatleta, entre otros méritos


Daniel Quintana Santana, ultrafondista local con varios UTMB a sus espaldas, entre otros ultras internacionales


Sandra Moreno, ultrafondista canaria con un UTMB y Transgrancanaria a sus espaldas


Servidor, flipándolo con el nivel de la prueba, que ya esperaba elevado


Alexis Díaz Rivero, corredor popular y ultrafondista canario


Ramón Sánchez, ultrafondista canario


Manuel Luis Pérez, corredor de montaña y ultrafondista canario


María José Tomaz, experimentada ultrafondista brasileña, miembro de la selección española


Eduardo Cebrían, ultrafondista experimentado en pruebas de 24 horas y subcampeón de la I edición


Antonio Cortés, ultrafondista local


Fernando Jesús, maratoniano y ultrafondista


Abraham García, corredor de trail y ultrafondista local


Jordan Hernández, corredor popular especializado en trail


David Vázquez, ultrafondista experimentado en montaña

Hubo más corredores, pero no de todos tengo foto nítida...

Huelga decir que en persona no conocía aun a nadie, conocía a los ultrafondistas que sostienen récords de España en una o varias modalidades gracias a Wikipedia y a las redes sociales, pero fue mi primer encuentro en persona con ellos.

Cuando me tocó el turno y me situé bajo el arco de salida me encontré de frente a Cristina, del Bikila, a quien conozco precisamente dado a que sale una imagen suya al buscar en Wikipedia los récords de España en ultrafondo.

Allí estaban ella y otras grandísimas figuras que ya he presentado, todos humildes, concentrados, imposibles de distinguir entre el resto de corredores de no ser por la presentación, unos más... y eso es lo que hace muy grande este deporte.

Me sentía en la línea de salida como si un aficionado al fútbol estuviese a punto de echar un rondo con Messi, Cristiano Ronaldo y un grupo de sus cracks favoritos... es algo difícil de expresar.

Comenzó la prueba, y con 24 horas por delante y el objetivo de pasar trotando la mayor parte de ellas y andar lo menos posible me abrí hueco entre los corredores individuales y los primeros relevos de los equipos, comenzando a un ritmo demasiado elevado que no tardaría en regular.


Organizándonos bajo el arco de salida


Preparados...


Listos...


¡YA!


¡Qué experiencia correr codo con codo con tanta élite! por una vuelta al menos, aunque no irían muy lejos


En la primera vuelta pasé bajo el arco casi a 5... más de un minuto por km más rápido de lo que pensaba ir

Mi paso por meta en la segunda vuelta, algo más adecuado pero aun excesivamente rápido

Las primeras vueltas fueron un poco suicidas en cuanto el ritmo, tanto para mí como para la mayoría de los corredores individuales, a los que se nos escapaban, por poco, los relevos por equipo.

Sabía que entre nosotros había gente de nivel para mantener esos ritmos, pero no era mi caso, así que tras la cuarta vuelta conseguí estabilizarme en torno a 5:30 minutos el kilómetro, un ritmo aun más rápido de lo que tenía pensado, pero que me resultaba muy cómodo mantener.

El ambiente en el parque era espectacular, y pese a no conocer a nadie en persona de antemano, entre los que por algún casual de la vida me conocen gracias a esta web y aquellos que quedaron impactados por que corriese con huaraches ("cholas", para los canarios), no me faltaron ánimos en ninguna vuelta.

En mi quinta vuelta me dobló por primera vez posado, y un par de vueltas después Cristina, a quien iba usando como técnica de distracción mental, intentando adivinar en qué punto nos encontraríamos la próxima vez que nos cruzásemos (banco del parque, cartel de perros, segunda palmera previa al monolito del final...).

Antes de darme cuenta, mi tocayo el Speaker nos anunciaba la finalización de la primera hora, que me sorprendió en cuarta posición, con 11 vueltas completadas.

Llevaba como tiempos de referencia los de la Breña, donde entre el desnivel y la arena apenas había cubierto 9 kilómetros en ese mismo periodo.

Muy cómodo y disfrutando del ambiente y del calor del público, especialmente las chicas del Carucat, seguí sumando vueltas y kilómetros, reduciendo un poco más el ritmo y obligándome a realizar algunas paradas para beber agua pese a no tener aun sed.

El día era perfecto para correr, nublado y rondando los 21º, con una ligera brisa en contra cuando avanzábamos en dirección al monolito del final del Parque Romano, pero con la humedad que hacía la hidratación y alimentación sería vital.

Entre los corredores que me doblaban, algunos ya por más de una vez, y aquellos a los que doblaba yo, pasábamos bastante tiempo codo con codo con otros corredores, descubriendo un par de paisanos antes de alcanzar las 2 horas de carrera.

Hubo algún problema técnico con la pantalla, por lo que habíamos perdido momentáneamente referencia de carrera, pero yo iba concentrado en llevar un ritmo cómodo y suave y marcaba ya 22 kilómetros.

Había estado aguantando las ganas para ir al baño durante la segunda hora, así que nada más completarla me dirigí a los aseos, y a la vuelta decidí coger una barrita energética, ya que aunque no tenía sensación de hambre ya iba siendo hora de comer.

Me sorprendió enormemente la preparación que llevaban en materia nutricional Posado y María José, con botellines de diferentes formas y líquidos etiquetados con el nombre y hora a la que debían ingerirlos cada uno.

Poco a poco fui encontrando el ritmo ideal, rondando 6 minutos el kilómetro con la sensación de que podía apretar más si quería, pero sin necesidad de hacerlo, ya que nos quedaba aun un mundo por delante.

Llegando a las 3 horas comenzaron a pasarme corredores de la modalidad individual, como Demetrio, el crack asturiano, pero como mi ritmo era consistente seguí rodando cómodo.

Marqué 32 kilómetros al llegar a las 3 horas, Mayte se fue a comer y las vueltas comenzaron a hacérseme un poco más pesadas, en parte debido al sol, que se abría paso calentando el Parque Romano cuando asomaba entre las nubes y el ritmo de los relevos que entraron tras el almuerzo; alguno llegó a doblarme 2 veces en la misma vuelta.

Con el paso de los kilómetros apareció la sensación de hambre, pero de forma sutil, por lo que decidí tomar un trago de natillas en 3 vueltas consecutivas para ver si así se aliviaba, y evitaba ingerir sólidos de nuevo.

El sabor no tenía nada que ver con el del día anterior, debido a que ahora, con el sol sobre nosotros, estaban calientes, pero aun así el regustillo dulce me convenció para seguir con el plan ideado.

Aun así seguía con hambre, así que decidí aprovechar que tenía que parar para rellenar uno de los bidones de agua con sales para coger una barrita y un bidón con agua y realicé media vuelta andando, para comerme poco a poco la barrita, y la otra media trotando.

Hasta ese momento había ido corriendo por la tangente siempre que había podido, pero al ir más lento me separé un poco; Bernardo, que realizaba la prueba marchando, me pasó sin esfuerzo alguno mientras comía, entre otros corredores.

Entre que el ritmo que llevaba era elevado y que no lo había visto parar aun para nada, daba por hecho que superaría a muchos corredores sin necesidad de trotar un solo metro.

Llegué al kilómetro 42 justo al pasar bajo el arco en el momento en el que completábamos la cuarta hora de carrera, y como había hablado con Himar, se echó al trote conmigo.

Formaba parte del equipo de Wonka&Friends, en el que los propios voluntarios iban relevándose para participar en la propia prueba.

Poco a poco comencé a sentir una intensa sensación de hambre, pese a haber comido pocas horas atrás, por lo que cogí otra barrita y fui comiéndomela en una larga vuelta caminando.

Sin embargo, cuando volví a trotar el dolor se había intensificado y me molestaba tanto en el centro del estómago como en ambos costados, provocándome fatiga.

En ese momento de bajón volvió Mayte, animándome un montón con su mera presencia, y entre ese subidón y las breves charlas con ella vuelta a vuelta conseguí concentrarme y evadirme de la fatiga estomacal.

Para más inri, al preguntarle a Mayte como iba me comunicó que estaba en 7ª posición, 4ª masculina.


¡Subidón!

En un par de vueltas completaríamos el primer quinto de la prueba y me di cuenta de que al volver a trotar ni Posado ni Cristina me sacaban tanta distancia como anteriormente hacían.

Registré 51 kilómetros al término de las 5 primeras horas, con las piernas muy enteras, pero el estómago aun dándome por saco, así que decidí parar un momento para tomarme un ibuprofeno, que mal no me iba a hacer (estaba bebiendo aun sin tener sed para mantenerme bien hidratado), y un par de vueltas más tarde, decidí ir al baño.

Preparé las toallitas y los pañuelos, mi "papel de combate" y me lancé al primer baño portátil libre, el de enmedio, donde había orinado antes y había comprobado que estaba limpio.

Tras un rato apretando logré soltar algo de lastre y bastantes gases, pero entre la fatiga estomacal que ya traía y el olor de los químicos del retrete salí casi con más náuseas con las que había entrado.


Cara de póker, concentración total

Decidí acortar las pausas para beber a 2 vueltas, ya que había orinado bastante oscuro, y aunque de nuevo tenía sensación de hambre, al tener el estómago completamente descolocado decidí no ingerir más sólidos.

Fui a echar un trago de natillas llegando a la sexta hora, pero el olor acrecentó mis náuseas y fatiga, así que decidí centrarme en el agua, al natural y con sales.

Completé la sexta hora marcando 60 kilómetros, con las piernas mucho mejor de lo que esperaba, pero el cuerpo mucho peor de lo que podría haber imaginado... y no era el único, ya que Cristina, que venía liderando la prueba desde hacía ya cerca de una hora, también había comenzado a caminar, aunque tramos cortos y muy espaciados.


Ya no se podía disimular el malestar que sentía

El que no aflojaba era Posado, que avanzando con una técnica muy peculiar parecía deslizarse sobre el Parque Romano sin esfuerzo, aunque estaba claro que tampoco se desplazaba con la misma frescura que al comienzo de la prueba, de la que habíamos completado ya un cuarto.

Por momentos unas nubes oscuras taparon el sol e incluso chispeó brevemente, lo que unido al ritmo que llevaba ahora, intercalando de forma sistemática camina y correr (que es normal desde mi punto de vista en este tipo de prueba), pero cada vez con más dificultad para mantener la zancada (algo poco habitual para mí en un momento tan "temprano" de la prueba).

A nivel físico tenía un poco agarrotados los dedos de los pies, ya que al entrarme tierrecilla en los huaraches, flexionaba y extendía los dedos para sacarla sin frenar, pero los gemelos y cuádriceps seguían muy enteros; el estómago, por contra, se volvía a revelar, hasta el punto en el que decidí incluso dejar de ingerir agua por el momento.

En un punto cercano a las 6 horas y media de carrera decidí centrarme en los corredores que me adelantaban para seguir su estela, sobre todo a Demetrio, que corría con mucha inteligencia al caminar en los giros, y a Eduardo, un corredor que llegaba "desde atrás" y avanzaba a un ritmo imparable hacia los primeros puestos, dispuesto a revalidar su posición de la I edición como poco.

Fueron momentos duros, pero lejos de desanimarme decidí prestar atención a la técnica del resto de corredores, y aprender de ellos.

Demetrio, como comenté, realizaba al paso los giros de ambos extremos del parque, y el resto trotando a buen paso.

Cristina parecía estar pasándolo bastante mal, y en ciertos puntos caminaba, a priori de forma arbitraria, pero cuando corría mantenía un ritmo muy bueno.

Era difícil averiguar como iba Posado, ya que salvo su zancada, un poco más corta, su cadencia era prácticamente la misma que al inicio de la prueba; sin duda era uno de los favoritos a ganar la prueba.

Eva y María iban también fuertes, caminando un poco en las vueltas que paraban a beber agua, para acercarse y alejarse de las mesas, pero avanzando implacables el resto del tiempo.

Eduardo también llamó mi atención, ya que parecía que iba "despacio" (que relativo es ir despacio o rápido en un ultra, y más en una prueba de este formato), pero no recordaba haberlo visto parar aun... como a Bernardo, que avanzaba en paralelo con otro hombre, con el que charlaba animadamente.

Y entre otros, también me fijé en Adalberto, que desde el inicio de la prueba parecía que seguía algún patrón para intercalar varias vueltas corriendo con alguna caminando, al que se veía muy fresco, ya que cuando caminaba avanzaba a un ritmo constante (aunque no tan fuerte como Bernardo), y cuando corría mantenía igualmente una buena velocidad.

Yo por mi parte seguía con el estómago cerrado a cal y canto, con una fatiga estomacal in crescendo y ahora con un poco de molestia en cuádriceps y gemelos, aunque no me impedían acelerar un poco el paso en las vueltas en las que el estómago me daba un respiro.


Había vueltas buenas y vueltas malas, pero cada vez eran más las malas...


Al término de la séptima hora justo giraba en el monolito del final del Parque Romano para encarar la recta hacia meta, completando el ecuador del que era mi kilómetro 67.

Llegando a meta vi que Cristina volvía a caminar, y decidí ponerme a su vera y charlar con ella.

Medio caminando y medio trotando pasamos varios kilómetros juntos, sorprendiéndome muy gratamente su humildad, su entusiasmo y su sinceridad.

Llevaba ya muchos kilómetros mareada, con los oídos taponados, y no le gustaba que le viesen andar ya que siempre le gusta dar su mejor versión, pero conforme fuimos caminando y charlando pude comprender qué podía haber motivado esa situación.

Había sufrido recientemente una pérdida familiar muy cercana y no había podido mantener un nivel de sueño ni entrenamiento adecuado, por lo que muy valiente era no ya por estar allí, sino por además haber estado tanto tiempo en cabeza (y aun estaba a apenas un par de kilómetros del liderato, sacándome en esos momentos 10 kilómetros de ventaja).

Yo le estuve contando también la situación familiar que viví tanto los meses previos a que le detectasen el cáncer a mi padre como los posteriores (los más duros, ya que aunque está muy bien, continúa luchando), y así fuimos animándonos mutuamente.

Me despedí momentáneamente de ella para ir al baño, y tras un rato que se me hizo eterno debido al olor de los químicos y tras haberme casi vaciado por dentro, salí del retrete portátil, muy desanimado.

Había estado meses entrenando, con un volumen general y una intensidad específica mayor que nunca, atravesaba un momento de forma espléndido (venía de haber completado los XIX 101 Kilómetros en 24 Horas en tan solo 11:46:10, hacía 6 días), y muscularmente hablando me encontraba muy bien...

Sin embargo, el estómago llevaba horas dándome la lata, y lejos de aliviarse las molestias, se acrecentaban con el paso de las horas...

Mi idea no era luchar por el podio, ni mucho menos, con llegar a las 180 vueltas estaría muy satisfecho, pero por el cariz que estaba tomando el asunto no iba a ser si quiera capaz de acercarme a esa cifra.

Sabía que tenía que beber algo (mi orina era ya marronácea), así que hice de tripas corazón y decidí dar un par de sorbos en el avituallamiento.

Al tratar de volver a trotar me entraron arcadas y decidí echar el freno y caminar, con el corazón a 140 pulsaciones pese a ir caminando y un fuerte ardor de estómago; cuando estaba dándole la vuelta al monolito del final del Parque Romano decidí que iba a darme un respiro y a olvidarme de vueltas ni tiempos, había venido a disfrutar, y no lo estaba haciendo.

Completé la vuelta número 73 y me dirigí a la zona donde Mayte me esperaba; acordamos que tras completar 100 kilómetros, nos iríamos al hostal.

Con todo lo que estaba pasando tenía un margen razonable para mejorar mi marca personal, conseguida la semana anterior en Ronda, con casi 2.700 metros de desnivel positivo.

Al finalizar la octava hora, y con ella el primer tercio de la prueba, marcaba 74 kilómetros, y tocaba mentalizarse.

Viajé mentalmente al Cuartel de la Legión, el punto de inflexión de mi participación en los 101, ya que prácticamente desde abandonarlo mi motivación primero y ritmo después cambiaron racialmente, marcando los mejores parciales desde las primeras horas de la prueba; habría que intentar hacer lo mismo...

Llegué a un ritmo cercano a 5:30 al extremo contrario del Parque Romano, pero un dolor similar al flato me acuchillaba en los costados y decidí olvidarme de esos ritmos... eché a caminar y decidí alternar caminar y correr...

Cada vez con mayor frecuencia los corredores me iban preguntando como estaba y me animaban, pero mi moral estaba por los suelos y lo único que quería en ese momento era desaparecer.

Sufría un intenso debate interior, ya que este era el momento que llevaba semanas y semanas esperando, había viajado hasta allí desde la península... ¿como podría ahora simplemente dejar la prueba?

Y sin embargo, al completar el ecuador de la vuelta número 77 me entraron unas violentas arcadas de repente que me sentaron en el césped y me tuvieron un par de minutos escupiendo bilis, ante la preocupación de los corredores, que insistían en llamar a la organización.

Si estaba a un puñado de metros de la meta... ya sabía que así no podía seguir, pero al menos abandonaría el circuito por mi propio pie.

Conseguí ponerme de pie tras evitar el vómito en dos ocasiones (para mí, una de las sensaciones más desagradables del mundo), me quité la cinta del pulsómetro y, antes de cruzar por meta, me metí en la carpa de atletas individuales para avisar a Mayte.

Decidimos (qué importante es el apoyo emocional en estas pruebas...) que iríamos al hostal, me ducharía, intentaría cenar algo y me acostaría; por la mañana, desayunaríamos y volveríamos al parque, y si me encontraba bien, seguiría corriendo.

Así, con casi 78 kilómetros en las piernas y 8:58:07 agotados ya, avisé a los voluntarios, recogí mis pertenencias del avituallamiento individual (salvo la botella de agua de 2 litros, a media carga, y los dos botellines de Powerade, uno con agua, y otro con sales, ambos a la mitad), y me despedí a la mañana siguiente.

De camino a la guagua muchos viandantes me felicitaron y me preguntaron cómo era correr con "cholas", por qué lo hacía y como tenía los pies, ayudándome a disipar la tristeza que me inundaba.

Me dio mucha rabia comprobar, al subir las escaleras del hostal, que mis piernas continuaban respondiendo a la perfección, pero el estómago, mejor pero con las molestias aun latentes, me recordaban que ahora la salud era lo primero.


Mis pies y huaraches al llegar al hostal; sucios, pero tras un poco de frote como nuevos

Tras una larga ducha calentita, que me dejó mejor cuerpo, recorrimos caminando tranquilamente los dos kilómetros que separaban el hostal del Centro Comercial El Muelle, donde conseguí poco a poco comerme un bocadillo vegetal, que ayudé a bajar con otros dos kilómetros de vuelta al hostal.

Prácticamente me acosté nada más llegar; me pondría la alarma a las 8 de la mañana, y si tenía cuerpo, a las 9 esperaba estar de nuevo en acción.

Tardé en dormirme, ya que tenía el estómago hinchado y no podía ponerme boca abajo, ya que me provocaba mucho malestar, y además tuve que ir varias veces al baño durante la noche; cuando llegó la hora de despertarse yo llevaba ya un buen rato despierto, pero aliviado al comprobar que el estómago estaba mucho mejor.

No quise desayunar mucho para no estropearlo, así que con 3 galletas y un vaso de zumo me planté en el Parque Romano.

Estaba un poco perdido, no tenía objetivo y me esperaban casi 3 horas... bueno, por lo pronto, empezaría corriendo...


Muy animado en la vuelta al Parque Romano

Tras un par de vueltas rápidas me di cuenta de varias cosas... ¡la primera es que Posado seguía corriendo! el ritmo, la cadencia y la amplitud de zancada no eran la misma, desde luego, pero seguía manteniendo un buen ritmo... ¡un prodigio verlo correr después de más de 21 horas en carrera!

Bernardo seguía marchando, Eduardo y Demetrio avanzaban casi a la par, Adalberto seguía trotando regularmente... ¡parecía que la noche no había pasado por ellos!

También me alegré mucho de ver a Daniel, Abraham y Ramón, entre otros, y me apenó no ver a Cristina, que finalmente también tomó la dura decisión de irse a descansar, muy racional teniendo en cuenta que ambos (aunque en mi caso voy a disfrutar, no a disputar), participaremos en 4 semanas en el Campeonato de España Absoluto de 100 kilómetros, en Santander.


Todo bien... todo bien...


¡Eeeh! ¿que es esa molestia?

En la tercera vuelta noté molestias en los pies, hinchados tras el kilometraje de la mañana anterior, y aunque se pueden regular con un poco de paciencia y unos minutos, decidí descalzarme del todo y continuar "a pelo".

Mi mejor marca en 50 kilómetros la conseguí el pasado IV Ultra Trail 7 Playas, en el que realicé de forma improvisada 10 kilómetros descalzo y aun así y pese a la arena y al levante, que tuvimos en contra más de media prueba, paré el crono en 4:22; correr descalzo no es habitual, pero tampoco me resulta extraño.

En la primera parada para beber me costó encontrar la reserva de líquidos en el avituallamiento (un bidón se había caído, la botella de agua estaba debajo del banco y no aparecía el botellín de las sales), pero en apenas un minuto añadí sales al botellín pequeño y pedí que me rellenasen la botella y continué.

Uno de los organizadores me pidió un momento al pasar bajo el arco de meta para preguntarme como era que me habían "robado" el botellín de las sales y qué podían hacer, pero le dije que no se molestase, que ya estaba solucionado.

En mitad de la noche y con tantos km encima cualquiera podría haberlo confundido, o alguién lo podría haber golpeado sin querer y luego podía haberse confundido con basura o cualquier cosa... no me preocupaba en absoluto, no era más que un trozo de plástico, pero la actitud de la organización fue de nota; no querían ni el más mínimo error.

Las piernas acusaban moderadamente el kilometraje, sobre todo en los cuádriceps, pero lo que no había notado era lo agarrotados que tenía hoy los dedos, así que tras completar otras dos vueltas a buen ritmo, decidí pegarme al grupo de Demetrio y Eduardo y acompañarles en lo que quedaba de prueba.

Fue una de las mejores decisiones de la prueba, ya que junto al rato que compartí con Cristina, fue de lo más inspirador y enriquecedor.

Estuvimos comentando la prueba, me contaron cómo les fue la noche, hablamos de diversas pruebas... y poco a poco fuimos ampliando el grupo, al que se unió también Adalberto, compartiendo con nosotros sus experiencias, por momentos Daniel y Abraham...


Fue un honor compartir kilómetros con semejantes guerreros


Vuelta a vuelta algunos componentes de la "piña" se caían y otros se unían

Y no solo caminaban... ¡estas bestias pardas todavía trotaban!


Pero no dejábamos de avanzar, que para ellos, con apenas 2 horas para el cierre de prueba, no es poca cosa

Estuvimos charlando de la evolución del atletismo y del ultrafondo, de eventos como la Transvulcania, el UTMB o el Spartathlon, trajimos a colación a corredores como Mark Woolley, Fali el Coleta, Súper Paco y Francisco Contreras "Eltziar", Alfredo Uría... y al mismísimo Yiannis Kouros, ¡con quien Adalberto coincidió en hasta 3 ocasiones!

¡La verdad es que solo por revivir esas horas que pasamos juntos volvería a Canarias!

Los minutos y las vueltas pasaron volando, y cuando nos quisimos dar cuenta afrontábamos ya la última vuelta, en la que dejamos a Eduardo entrar con sus hijos en solitario y saborear la victoria en categoría maculina, así como a Eva en categoría femenina, y posteriormente entramos el grueso de corredores.


¡Agotadas las 24 horas!


Apenas había pasado en movimiento 12 horas, pero había completado mi tercera prueba de 24 horas

Tras felicitar a los corredores, el Speaker fue llamando a los campeones en modalidad individual y por equipos, y se nos entregó un detalle a todos los que habíamos completado la prueba en solitario.

Sentimientos enfrentados... contento por haber formado parte de la II edición, aunque no haya podido emplearme a fondo

Además, se entregó un reconocimiento a varios corredores, como Cristina y Adalberto, que con un emotivo discurso nos despidieron hasta la próxima edición, en la que si nada me lo impide, volveré.

Foto con organización


¡Y con el Speaker!


¡Hasta pronto Gran Canaria!

Lo mejor
-Hay eventos y eventos, a veces hasta 4 y 5 carreras cada fin de semana, pero citas como esta son las que acabarán imponiéndose... un precio asequible, con avituallamiento, piscina de descarga, animación, 3 comidas, Speaker, cronometraje, camiseta, portadorsales, taza, detalle finisher... sin duda un evento que se hace pensando en el corredor y mimándolo en todos los detalles posibles.

-El circuito me gustó mucho, aunque si la prueba crece más habría que, bien separar a los individuales de los relevos, bien hacerla en días diferentes; circuito con tan solo 2 curvas, 2 rectas de casi 500 metros, un mínimo desnivel y tierra, perfecto para hacer marca.

-La organización pensó en todos, hubo voluntarios de sobra, siempre dispuestos a echar una mano, si necesitábamos algo estaban ahí para ayudarnos como fuese posible y nos animaron vuelta a vuelta, junto a la multitud que se fue acercando durante toda la jornada al Parque Romano.A mejorar


-La primera propuesta que hago sea quizás la más complicada a nivel logística, pero creo que puede ser muy interesante: colocar un repetidor wifi durante las 24 horas; de esta forma, a partir del Hastag que la organización establezca en Twitter, Facebook, e Instagram, tanto la organización como los propios corredores y acompañantes pueden dar vida a la prueba en las redes sociales en tiempo real, con imágenes, clasificaciones, mensajes de apoyo, vídeos...

-En segundo lugar, aunque logísticamente también es complicado, el aumentar el alcance de los altavoces con más unidades ayudaría mucho anímicamente, ya que cuando uno comienza a andar el tramo desde las carpas de los equipos al avituallamiento pasa volando, entre ánimos, vítores y música, pero el otro 75% del circuito se hace bastante largo... y silencioso.

-Y para finalizar, y ya que no encuentro otra mejora reseñable, el avituallamiento de los corredores individuales pasó bastante tiempo al raso, y si bien es verdad que no hizo mucho sol, con una carpita sobre él se mantiene una temperatura más uniforme, evitando que si aprieta el calor se calienten las bebidas y se derritan las barritas.