Han pasado casi dos semanas de mi participación en el III Congreso de Escritores de la Asociación de Escritores Noveles (AEN) y todavía estoy asimilando los muchos gigas de información que saturaron mi limitado cerebro humano.
Ayer por fin escuché el audio de la mesa redonda que moderé, la primera del congreso, y ahora llega el momento de escribir sobre ella. Veréis que comparto también el audio completo (lo encontraréis al final de la crónica). Es una hora de animada charla que acabó quedándose muy corta. Tratamos temas muy interesantes para cualquier escritor (en especial si empieza en esta jungla este mundo de letras), en los que, con más tiempo, podríamos haber profundizado, y quedaron otros muchos en el tintero. Lo que más lamenté fue quedarnos sin espacio para que interviniera el público; me consta que varias personas quisieron preguntar. Normal, teniendo en cuenta el nivelazo de los ponentes.
Los presento.
La mesa redonda llevaba por título ‘El autor frente a la edición: ¿David contra Goliat o una simbiosis ineludible y necesaria?’. Hubo un consenso generalizado en que no debe presentarse la relación entre autor y editor como un enfrentamiento, ni siquiera aunque se opte por fórmulas alternativas a la publicación tradicional, como son la autoedición y el crowdfunding.
«Es una relación en que en ocasiones se va de la mano y en otras no, pero eso no significa que haya una lucha. El editor es el primer interesado en que al autor le vaya bien. Las editoriales son necesarias: arriesgan, invierten en algo que si no funciona les hace perder», defendió Antonio Garrido, quien se refirió al gran abanico de posibilidades que se ha abierto para los autores, no sólo por la irrupción de las plataformas digitales que facilitan la autoedición, sino por la aparición de un gran número de editoriales independientes.
Alberto Marcos señaló que «las editoriales no existirían sin los autores, de manera que no tiene sentido enfrentarse a ellos. Todo lo contrario. A mí me gusta pensar en el negocio como algo muy emotivo. No estamos vendiendo neumáticos, sino historias que han salido de los propios autores. Estamos vendiendo una parte de ellos, trabajamos con emociones, con muchas horas sin dormir, con historias que están muy cerca de sus corazones». Sin olvidar que «hay una cuenta de resultados, y los libros tienen que ser rentables».
Aunque trabaja en una editorial importante, de las llamadas tradicionales, Alberto Marcos no desprecia a la autoedición ni demoniza Amazon, pero sí advierte sobre los peligros que conlleva la facilidad para publicar. «Todo texto necesita un editor. El peligro es que hay muchas empresas que lo único que hacen es publicar el texto tal cual, y eso no beneficia a nadie. El editor sirve de filtro, no sólo como criba, sino que hace una labor de mejora del texto», con el objetivo de llegar al mayor número posible de lectores.
Ramón Alcaraz abundó en el riesgo de caer en manos de esas «empresas oportunistas a las que no se puede llamar editoriales», que «sólo pretenden hacer negocio a costa de la ilusión de los autores», ya sea cobrando por servicios editoriales inexistentes o poniendo como condición para publicar el libro la venta de un número determinado de ejemplares por parte del propio autor. «Firmar un contrato es muy importante; hay que leerlo muy bien porque estás cediendo derechos a un tercero y hay que tener muy claro a cambio de qué. Les da igual cómo está la obra», de forma que el resultado suelen ser publicaciones lamentables.
Con todo, Ramón Alcaraz es un firme defensor de la autoedición «porque quita la ansiedad del autor que tiene mucha ilusión por ver publicada su primera obra, y eso lo bloquea». Según su experiencia, la espera de las respuestas de las editoriales y los rechazos a menudo provocan un estancamiento. Así que para publicar «hay empresas de servicios editoriales que van de cara y hacen bien las cosas».
Francisco García relató su experiencia como impresor en proyectos de crowdfunding, y se refirió en concreto al trabajo realizado junto a la periodista y escritora asturiana Ángeles Caso, con su último libro, Ellas mismas. Autorretratos de pintoras. «Con una buena acción de marketing y en redes sociales puede dar muy buen resultado». La campaña logró una recaudación previa de más de 70.000 euros, muy por encima de los 25.000 presupuestados, lo que permitió a la autora imprimir «muchos miles de ejemplares» y llevar todo el control del proceso.
El responsable de Artes Gráficas Eujoa explicó que en los últimos años se ha registrado una disminución paulatina en las tiradas, consecuencia de la falta de lectores. «Hay una gran cantidad de oferta frente a una demanda más bien corta». Lo normal, pues, es que las editoriales vayan ajustando las tiradas a la baja. Sin embargo, Francisco García es optimista respecto a la supervivencia del libro en papel. «Tendrá futuro si está bien hecho, cuidado, con cariño», de forma que «leer ese libro sea una experiencia agradable», más allá de la historia que cuente. Y en esa línea trabajan con el sello La Fábrica de Libros, enfocado especialmente a la autoedición, pero con un acabado de producto profesional.
Para Alberto Marcos la fase de producción es fundamental. «La experiencia de lectura del libro es importantísima. Tenemos mucha competencia. Es verdad que se lee poco, pero es que además lo instantáneo, lo que no requiere concentración y esfuerzo, está de moda». El reto, pues, es captar la atención de quienes buscan el estímulo inmediato, de quienes dedican el tiempo libre a bucear en las redes sociales, por ejemplo. «Hay que darles algo que sea atractivo a todos los niveles: contenido y forma».
No hay duda de que la cultura del “fogonazo”, del producto comunicativo que reclama sólo unos segundos de atención, supone un importante quebradero de cabeza para el sector editorial. La sociedad del ahora, en la que lo que pasó hace cinco minutos ha quedado obsoleto, es poco compatible con la lectura de un libro. Durante el congreso fue un tema recurrente. Todos los actores del sector buscan la manera de adaptarse y sacarle provecho, pero lo que está claro ahora mismo es que el panorama no es halagüeño, y eso aun teniendo en cuenta que el libro digital, por ejemplo, no está consiguiendo inquietar al formato papel como parecía que iba a suceder.
De todos modos, antes llegar a preocuparse por cómo persuadir a los potenciales lectores, un escritor lo que tiene que hacer es crear.
«Para ser escritor hay que prepararse»
Antonio Garrido dio unos cuantos consejos a los autores que empiezan. Si aspiran a ser leídos «es importante que lo que escribamos, además de gustarnos a nosotros, le pueda gustar a la gente». Una de las claves para el exitoso autor jienense es que todo lo que ocurra en la historia se articule a través de personajes atractivos, que logren emocionar. Pero no basta con pretenderlo, ya que «para ser escritor hay que prepararse». En su caso concreto «antes de escribir mis primeras palabras estuve siete años estudiando las técnicas de los autores anglosajones, que eran los que más me llamaban la atención, para descubrir por qué sus historias tenían esa capacidad de involucrar al lector».
El editor Alberto Marcos lamentó que demasiado a menudo se encuentra con escritores que no leen, cosa que considera fundamental, igual que escribir sin el ansia por ser publicado. «Chéjov decía que escribir es borrar, reescribir y corregir». También apuntó algunas claves a tener en cuenta cuando disponemos de una obra acabada, como pedir la opinión de lectores objetivos y la paciencia. «Que el primer texto se quede en el cajón no es un fracaso, sino un proceso para encontrar el lugar adecuado para tu libro. Hay que tener muy claro qué se escribe, para qué y cómo se escribe».
Ramón Alcaraz, sin embargo, cree que la publicación de una primera obra «es una frontera que cuando se supera te abre puertas que para quienes empiezan parecen inalcanzables». Ese fue uno de los motivos que le impulsó a poner en marcha en 2001, a través de Internet, el taller de escritura El desván de la memoria. En aquel momento no existían las redes sociales y el uso de servicios on-line no estaba ni mucho menos generalizado. «Fui pionero y tuve la suerte de que funcionó». La editorial nació hace cinco años con el objetivo, según explicó, de ayudar a dar salida a los autores que empiezan, que a menudo encuentran dificultades para publicar su primera obra.
Que te publiquen es el primer gran éxito para cualquier escritor. Alberto Marcos se refirió a quienes se meten en el mundo literario para conseguir éxito y dinero, «lo cual de entrada no es muy inteligente. Hay otras maneras más rápidas». Antonio Garrido tampoco cree que sea un planteamiento acertado. Para él «el éxito es poder vivir de lo que me gusta y poder compartir momentos como este», pero obviamente no renuncia a ganar dinero con ello. «También existe lo de la zorra y las uvas: como no lo consigo, lo desprecio. Todos queremos escribir, publicar y que nos lean. Que la gente se emocione con nuestros escritos. ¿Por qué no pretenderlo? Cómo conseguirlo es lo realmente complicado», concluyó.
Sobre la cuestión del éxito, Ramón Alcaraz afirmó que «no hay mayor premio que la satisfacción de escribir una obra; lo que llegue será consecuencia de eso. El primer consejo que doy a quien se incorpora al taller es que disfrute escribiendo».
Alberto Marcos defendió la utilidad de los talleres de escritura como una vía necesaria para introducirse en el mundo literario. «Hay gente que habla mal de los talleres de escritura. Dicen que no se puede enseñar a escribir. Claro que se puede. Lo que no se puede enseñar es el talento, pero sí la técnica». Puso como ejemplo lo que ocurre en otros países, como Alemania o Estados Unidos, donde que un autor de prestigio haya salido de un taller de escritura es algo muy habitual. Asimismo, reivindicó la necesidad de potenciar la formación para ser editor, que en España es muy escasa.
Dos apuntes más sobre las vías para que un escritor se introduzca en el mercado editorial: los certámenes literarios, el camino más claro en opinión de Ramón Alcaraz, quien rechaza que estén pactados de antemano; y las agencias literarias, que Antonio Garrido reivindica en su papel de defensoras de los intereses del autor.
Quedaron muchos temas pendientes, algunos apenas apuntados y otros que ni siquiera dio tiempo a plantear. En próximas crónicas desarrollaré varios de ellos, como por ejemplo la apuesta de grandes editoriales por libros de personajes populares, sin valor literario. Muchos escritores, sobre todo noveles, no aceptan una práctica que, desde su punto de vista, les cierra las puertas de acceso al mercado. Durante el congreso se perdieron bastantes minutos, por ejemplo, en criticar el libro de Belén Esteban.
Cierro con la reflexión de Antonio Garrido al respecto: «Esos libros sin valor literario permiten a la editorial hacer negocio y tener la capacidad de inversión en un autor novel, por ejemplo. No demonicemos ningún libro, porque quizás sirva para que otros puedan publicar».
Fue un rato muy agradable y muy didáctico. Vaya mi agradecimiento, una vez más, a la AEN por haber confiado en mí para conducir la primera mesa redonda del congreso (justo después de la maravillosa intervención del profesor Emilio Lledó en el acto inaugural. Gracias a mis compañeros, Antonio, Alberto, Ramón y Francisco, por hacer que mi trabajo fuera casi anecdótico. Y gracias a mi colega escritor Adrián Martín Ceregido por el reportaje fotográfico.
Os dejo con el audio completo de la tertulia y con el vídeo de la noticia emitida en TPA, la Televisión del Principado de Asturias.
http://www.ivoox.com/mesa-redonda-el-autor-frente-a-edicion_md_13694288_wp_1.mp3