No rehuyeron ninguna de las preguntas, ninguno de los temas que Carlos Lluch les fue proponiendo, y se lanzaron a definir qué es eso del terror en la literatura, y cuántas especialidades puede tener el género, hablaron de sus motivaciones a la hora de escribir, e incluso de los orígenes de sus propios miedos, algunos de ellos provenientes de la infancia, como nos puede ocurrir a cualquiera de nosotros. La mayoría coincidía en señalar que tratan de conseguir que el lector sienta ese miedo que ellos antes han experimentado como escritores. De igual modo, resaltaron la importancia de los preliminares y la ambientación en el terror, porque debilita psicológicamente al lector y es entonces cuando ellos pueden asestarle el correspondiente golpe narrativo.
El segundo turno correspondió a otros géneros, “géneros hermanos” tal y como los bautizara en su momento Carlos Lluch, y para ello subieron a la mesa Irene Comendador, José Antonio Campos, David J. Skinner y Juan Antonio Román, para hablar nada menos que de fantasía, ciencia ficción, novela negra, novela erótica, dando cabida a la gran amplitud de géneros que podemos encontrar en la novelística actual española.
Todos ellos hablaron de sus géneros preferidos, tanto leyendo como escribiendo, y de los que más podían gustar entre el público. Alabaron la fusión, al mismo tiempo que resaltaron lo difícil que puede ser llegar a clasificar una novela, precisamente porque las fronteras entre géneros no están claras, y porque las obras pueden participar de los rasgos de varios de ellos. Siempre se ha dado, y siempre se dará en literatura la “hibridación de géneros”, aunque uno de los temas de la obra predomine por encima de los demás; el resto de la clasificación, para muchos de ellos, radica en técnicas de venta, cuestiones de mercado e incluso disposición en las estanterías de las librerías.