Desde hace 33 años estamos inmersos en la III Guerra Mundial, pero como aún está en sus albores, ni siquiera asumimos que el ataque terrorista en Argelia a las instalaciones de gas en Tigantourine y la acción militar francesa en Mali son sólo pequeñas batallas de esa lucha entre la barbarie y la civilización, iniciada en Irán por el ayatolá Jomeini.
El 11 de febrero de 1979, cuando el fanático clérigo chiita llegó a Teherán protegido por el presidente francés Valéry Giscard d’Estaing y por el presidente estadounidense y cándido pastor protestante Jimmy Carter, la revolución de las élites persas contra el Sha trataba de occidentalizar el país rápidamente.
En aquellos años las naciones musulmanas estaban bajo dictaduras, pero que preferían la razón a una religión musulmana cuyas sectas dominantes mantenían a los pueblos en el medievo.
Animados por el éxito de Jomeini, que se apoderó de la revolución persa, los islamistas más fanáticos chiitas y sunitas se lanzaron a la conquista de sus países explotando la ignorancia y superstición de las mayorías.
Simultáneamente, ordenaban acciones militares y terroristas, a veces apoyadas por Occidente como en Afganistán para expulsar al gobierno prosoviético, hasta que comenzaron a atacar a sus protectores, como EE.UU.
Desde entonces el islamismo ha acelerado su avance en elecciones, en guerras o con atentados en cualquier lugar, incluido Occidente.
Nadie parece poder pararlo, lo que para sus yihadistas es muestra de la voluntad de Alá. En esta yihad mundial la barbarie islamista, incluso dañada por las guerras civiles entre los chiitas y sunnitas, es hoy mucho más poderosa que hace tres décadas.
Los fanáticos desean nuestras almas, nuestras vidas, familias y territorios. Y sólo estamos en los inicios de esta III Guerra Mundial, la Guerra Santa que será la peor de todas.
Observe usted ahora estos vídeos sobre la Quinta Columna de la sharia, la ley islámica, que se aplica con intimidación creciente en el centro de Londres. Son sólo dos de los muchos que pueden localizarse sobre la intimidacióon islamista en uno de los centros de la cultura contemporánea.
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SALAS