En clave de comedia, pero con envoltorio de suspense, asistimos a mil detalles cotidianos que suceden en la cocina y que nos hacen sospechar que allí habita algún fantasma: desaparecen las tapas de los tupperware, se esfuman los abridores, menguan de día en día las cucharillas. De repente, un bote mal puesto se cae al abrir el armario,y en su interior aparecen decenas de botes de orégano que no se sabe de dónde han salido. No hay duda: la cocina está poseída por un espíritu cuya “misión” es asustar e intranquilizar a la sufrida ama de casa.
A estas alturas, el espectador ya ha comprendido el mensaje. Ese caos formidable pasa porque no conseguimos que “haya un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio”. Sí, esa tendencia al desorden que parece acrecentarse cuando el mobiliario no ayuda.
Para Gabriela Díaz-Guardamino, directora de marketing de IKEA Ibérica, “en España la cocina es vista como un espacio estrictamente funcional, y creemos que las soluciones de orden en la cocina pueden acabar con muchas frustraciones del ama de casa, como la falta de espacios. Nosotros nos hemos especializado en proporcionar soluciones de orden a través de un gran surtido de armarios”.
No es sólo una apuesta por el orden. Es también una apuesta por el hogar, el ámbito donde todo se ordena y se aquieta, donde todo encuentra su lugar y su sentido. De ahí el claim de la campaña : “Nada como el hogar para amueblarnos la cabeza”.
Un mensaje muy apropiado para los tiempos que corren.