Un ejemplo es el caso IKEA. Digamos que no se trata sólo de una marca, o de una empresa que produce muebles o accesorios de decoración. Es un producto que se sirve de las industrias creativas para posicionarse en el mercado. Utiliza los principios del arte (pone fotos de sus diseñadores, descubriendo la autoría del diseño de los muebles) en sus catálogos. La gente desea éstos últimos como si fueran best-sellers y hasta en sus spots se puede palpar una narratividad nacida de influencias cinematográficas claras.
Este fue uno de los aspectos que más me convencieron durante una de las sesiones del Máster. Es cierto que las marcas y las empresas se valen de otras disciplinas (que están en las industrias creativas o culturales) para venderse como tal. No es extraño ver una bodega que organiza un evento de arte para dar a conocer su vino, o una marca de perfumes que organiza un concurso de bandas, donde la cultura de la música está más que presente.
E independientemente de que unos digan que la cultura "se contamina" con este tipo de iniciativas comerciales, me parece bien que las empresas la utilicen para sus fines, ya que si no fuera así, toda la comunicación comercial de hoy en día se reduciría a spots tipo "cillit bang", donde ni siquiera se podría educar a los espectadores a nivel cultural, ni hacer guiños que enriquezcan la comunicación.
Eso sí, a nivel público y como sociedad debemos seguir invirtiendo en cultura de la "pura" y apoyar a los artistas, porque la cultura es una forma sana que tiene el ser humano de expresarse y de alimentar nuestra "psiquis" de una forma muy rica.
Y tras esta reflexión, os dejo con un spot de IKEA muy narrativo y cinematográfico, que cuando lo vi en su día me encantó.