El importe de los productos financieros actuales supere 10 veces el valor real de los bienes sobre los que se basan. A pesar de las crisis sucesivas, las recesiones y las pérdidas de patrimonio de pequeños inversores, este valor aumenta cada año. Cuando un director tan lúcido, como el italiano Andrea Molaioli, decide hablar del mundo de las finanzas, en su segunda película tras su apasionante No mires atrás (2007), el resultado es un film irresistible, hipnótico y absolutamente conectado con la realidad.
El escándalo de la sociedad Parmalat en 2003, que envió a sus propietarios y dirigentes directamente a la casilla real de “prisión” de su particular juego ficticio de monopoly financiero, sirve como referencia a la odisea de la empresa protagonista de la película. Esperemos que esta “joyita” (traducción del título) encuentre distribuidor cuanto antes para que pueda apreciarse en la gran pantalla la clarividencia, interés y calidad de esta película.
El director narra a la perfección una de las actividades que han llevado a la bancarrota a algunas empresas: transformar un negocio que trabajaba con algo real, en este caso la leche y sus derivados, en una maquina perfecta de malversación de fondos, manipulación contable, falsificación de documentos y construcción de una inestable torre de naipes financieros, basándose en la necesidad de incrementar un beneficio, considerado por sus dirigentes, un tanto reducido. Todo un arte, que como todo se acaba aprendiendo y hasta desarrollando a la velocidad de un virus, para camuflar delitos, enchufismos, negociaciones al más alto nivel y acuerdos dignos de una mafia económica.
Un retrato que huye de la caricatura, gracias a una historia muy bien estructurada y unos excelentes actores, Toni Servillo en especial y Sarah Felberbaum, y se aleja de los tópicos mostrando tantos a los enganchados al sistema como a los que no pueden soportar estas maniobras fraudulentas. Además el director posee la habilidad del toque mágico de la comedia italiana y algunos momentos, como la explicación de la estructura financiera montada a lo largo y ancho de la totalidad de los paraísos fiscales del mundo entero, son tan surrealistas que el espectador no puede evitar soltar carcajadas de placer.
Los humanos tenemos la extraña costumbre de la memoria parcial. Los que nos recuerdan incesantemente que esta crisis es igual o más grave que la de 1929 olvidan señalar que cuando Franklin D. Roosevelt accedió al gobierno (por cierto, único presidente americano que ha ganado cuatro elecciones), al día siguiente cerró todo el sistema bancario americano durante 10 días para adoptar las medidas que supusieron el inicio a la salida de la crisis. Hoy todos los especialistas insisten en crear un impuesto internacional sobre las transacciones financieras, parece que nadie les oye.
Sin embargo algunos siguen conservando una visión optimista ante cualquier adversidad. En el juicio contra Calisto Tanzi, fundador de la empresa Parmalat y condenado en 2010 a 18 años de cárcel, una de sus declaraciones parece haber inspirado el título de la película: “excepto por este agujero de 14 mil millones de euros, esta empresa es una joyita…”. Lo que yo puedo asegurar es que la película sí es un verdadero diamante en bruto.