Ilse Koch, la zorra de Buchenwald

Por Liber

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Ilse Koch (1906-1967) viene al mundo en una familia de clase media de Dresde de comienzos del s. XX. Era una muchacha normal qur vivió el ambiente enrarecido de la Alemania derrotada tras la Primera Guerra Mundial y que terminó seducida por la ideología nacionalsocialista en auge.

Cuando era tan solo una adolescente de 15 años de edad, tras sus estudios de contabilidad, empezó a frecuentar ambientes nazis para tratar de aplicar su formación. La belleza de Ilse Koch no pasó desapercibida a los ojos de más de un oficial de las temidas SS. La joven Ilse conocería a Karl Otto Koch, coronel con fama de sanguinario que terminaría convirtiéndose en comandante del infame campo de Buchenwald junto a la sádica Ilse.

De ella se llegó a decir en los juicios de Dachau que era una mujer hermosísima, aunque con un nivel de sangre fía suficiente para liquidar a cualquier interno en cualquier momento. También se la acusó de fabricar lámparas con piel humana, aunque en última instancia por formalismos judiciales no se la pudo condenar por ello.

Retrato de prisionera de Ilse Koch, la famosa “zorra de Buchenwald”. Fuente y autoría: US Govt. [dominio público], vía Wikimedia Commons.

La señora Koch terminó acostumbrándose a darse todos los días baños de vino de Madeira que hacía traer desde Portugal, mientras que a tan solo unos pocos metros los desdichados prisioneros se morían literalmente de hambre.

Aparte de su fascinación aparente por el curtido de piel humana (coleccionaba retales con los mejores diseños de tatuajes que arrancaba de las pieles de los prisioneros que ella misma escogía, previa inyección de venenoso fenol), los testigos de sus atrocidados declararon que Ilse Koch disfrutaba mucho azuzando a los canes del campo para que atemorizaran a las reclusas que tenían la desgracia de estar encintas. Se llegó a decir que dirigía orgías lésbicas en la villa que poseía junto al campo, con las esposas de otros cargos importantes de Buchenwald.

Órganos de prisioneros recuperados del campo de Buchenwald tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Fuente y autoría: Jules Rouard [CC-BY-SA], vía Wikimedia Commons.

Quizá la mejor prueba que demuestra el grado de depravación de Ilse Koch sea una circular interna de las propias SS remitida a la enfermería de Buchenwald en la que se instaba detener la publicidad y notoriedad que estaban cosechando las atrocidades y abusos cometidos por la señora Koch.

Tras los juicios de Dachau, Ilse Koch fue procesada y sentenciada a cadena perpetua por un tribunal estadounidense. En 1948 se procedió a la conmutación de su pena por tan solo 4 años de prisión debido a la falta de pruebas totalmente concluyentes, lo que fue motivo de un gran revuelo e indignación a nivel internacional: había sed de reparaciones. Lo cierto es que en 1951 no corrió tanta suerte y está vez sí fue condenada a cadena perpetua en otro proceso judicial.

Koch declarando durante los jucios de Dachau de 1947 ante el tribunal norteamericano. Fuente y autoría: US Govt. [dominio público], vía Wikipedia.

Su vida termina con su suicidio en el año 1967, tras ahorcarse en la prisión de Aichach (Baviera) con unas sábanas. Se acaba así la vida de un personaje siniestro de la Segunda Guerra Mundial que se había ganado, de manera bien merecida, el apodo de la zorra de Buchenwald

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