El resultado del domingo y el calendario de las próximas semanas entusiasman al archipiélago opositor y sus arietes mediáticos. El 24 de julio se vota en Santa Fe, donde todavía hay campaña por hacer aunque, por ahora, el socialista Antonio Bonfatti es favorito y puntea en las encuestas. La victoria del jefe de Gobierno Mauricio Macri el domingo 31 sólo podría truncarse de milagro. En Córdoba, el 7 de agosto el kirchnerismo ya está afuera por falta de oferta. Tres victorias del otrora apodado Grupo “A” en el cuarto, tercer y segundo distrito en número de votantes estimulan ilusiones, acaso excesivas y prematuras. El reflejo, penoso, de los diputados Ricardo Alfonsín y Elisa Carrió fue colarse tácitamente en el festejo PRO, tratar de cobrar un diezmo del capital simbólico, sumarse al bailongo. Su mensaje de apoyo y de transfusión de votos interpela menos a un ejército de ciudadanos que a sendas patrullas perdidas y diezmadas.En la cadena privada de medios se destaca, con razón, que Macri se posiciona como referente para las presidenciales de 2015. La afirmación es correcta, a condición de admitir una rotunda salvedad: “Mauricio” ya ocupaba ese sitial en 2003 y decidió desactivarlo para octubre. Macri es un extraño presidenciable, instalado antes de la votación de 2011. Se apeó pensando que no le daba el piné y que no era su momento, porque no conseguiría doblegar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.Hay otra contraindicación para que Macri juegue de gran elector. Aunque es receptor de votos antikirchneristas, no le conviene indicar a sus electores que elijan algún candidato alternativo. Si bien su discurso encarrila para otro lado, un escenario de triunfo de algún “A” sería nocivo para su carrera. Colocaría a ese virtual ganador en la Casa Rosada y al kirchnerismo como cabeza de la oposición. Las perspectivas del líder de PRO para el 2015 se angostarían. Eso, sin contar que es dudoso que hubiera disciplina ciudadana en esa orden de transferencia. Algunos ciudadanos, los macristas lo saben desde que eligieron de nuevo su destino metropolitano, se inclinan por Macri en la Capital y por la Presidenta en el espacio nacional. La mayoría, sin duda, se volcará a la oposición, pero su abanico de preferencias es variado y de ardua reconducción.
(Pagina 12. 12/07)
El resultado del domingo y el calendario de las próximas semanas entusiasman al archipiélago opositor y sus arietes mediáticos. El 24 de julio se vota en Santa Fe, donde todavía hay campaña por hacer aunque, por ahora, el socialista Antonio Bonfatti es favorito y puntea en las encuestas. La victoria del jefe de Gobierno Mauricio Macri el domingo 31 sólo podría truncarse de milagro. En Córdoba, el 7 de agosto el kirchnerismo ya está afuera por falta de oferta. Tres victorias del otrora apodado Grupo “A” en el cuarto, tercer y segundo distrito en número de votantes estimulan ilusiones, acaso excesivas y prematuras. El reflejo, penoso, de los diputados Ricardo Alfonsín y Elisa Carrió fue colarse tácitamente en el festejo PRO, tratar de cobrar un diezmo del capital simbólico, sumarse al bailongo. Su mensaje de apoyo y de transfusión de votos interpela menos a un ejército de ciudadanos que a sendas patrullas perdidas y diezmadas.En la cadena privada de medios se destaca, con razón, que Macri se posiciona como referente para las presidenciales de 2015. La afirmación es correcta, a condición de admitir una rotunda salvedad: “Mauricio” ya ocupaba ese sitial en 2003 y decidió desactivarlo para octubre. Macri es un extraño presidenciable, instalado antes de la votación de 2011. Se apeó pensando que no le daba el piné y que no era su momento, porque no conseguiría doblegar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.Hay otra contraindicación para que Macri juegue de gran elector. Aunque es receptor de votos antikirchneristas, no le conviene indicar a sus electores que elijan algún candidato alternativo. Si bien su discurso encarrila para otro lado, un escenario de triunfo de algún “A” sería nocivo para su carrera. Colocaría a ese virtual ganador en la Casa Rosada y al kirchnerismo como cabeza de la oposición. Las perspectivas del líder de PRO para el 2015 se angostarían. Eso, sin contar que es dudoso que hubiera disciplina ciudadana en esa orden de transferencia. Algunos ciudadanos, los macristas lo saben desde que eligieron de nuevo su destino metropolitano, se inclinan por Macri en la Capital y por la Presidenta en el espacio nacional. La mayoría, sin duda, se volcará a la oposición, pero su abanico de preferencias es variado y de ardua reconducción.
El resultado del domingo y el calendario de las próximas semanas entusiasman al archipiélago opositor y sus arietes mediáticos. El 24 de julio se vota en Santa Fe, donde todavía hay campaña por hacer aunque, por ahora, el socialista Antonio Bonfatti es favorito y puntea en las encuestas. La victoria del jefe de Gobierno Mauricio Macri el domingo 31 sólo podría truncarse de milagro. En Córdoba, el 7 de agosto el kirchnerismo ya está afuera por falta de oferta. Tres victorias del otrora apodado Grupo “A” en el cuarto, tercer y segundo distrito en número de votantes estimulan ilusiones, acaso excesivas y prematuras. El reflejo, penoso, de los diputados Ricardo Alfonsín y Elisa Carrió fue colarse tácitamente en el festejo PRO, tratar de cobrar un diezmo del capital simbólico, sumarse al bailongo. Su mensaje de apoyo y de transfusión de votos interpela menos a un ejército de ciudadanos que a sendas patrullas perdidas y diezmadas.En la cadena privada de medios se destaca, con razón, que Macri se posiciona como referente para las presidenciales de 2015. La afirmación es correcta, a condición de admitir una rotunda salvedad: “Mauricio” ya ocupaba ese sitial en 2003 y decidió desactivarlo para octubre. Macri es un extraño presidenciable, instalado antes de la votación de 2011. Se apeó pensando que no le daba el piné y que no era su momento, porque no conseguiría doblegar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.Hay otra contraindicación para que Macri juegue de gran elector. Aunque es receptor de votos antikirchneristas, no le conviene indicar a sus electores que elijan algún candidato alternativo. Si bien su discurso encarrila para otro lado, un escenario de triunfo de algún “A” sería nocivo para su carrera. Colocaría a ese virtual ganador en la Casa Rosada y al kirchnerismo como cabeza de la oposición. Las perspectivas del líder de PRO para el 2015 se angostarían. Eso, sin contar que es dudoso que hubiera disciplina ciudadana en esa orden de transferencia. Algunos ciudadanos, los macristas lo saben desde que eligieron de nuevo su destino metropolitano, se inclinan por Macri en la Capital y por la Presidenta en el espacio nacional. La mayoría, sin duda, se volcará a la oposición, pero su abanico de preferencias es variado y de ardua reconducción.