Eclipsados por la relevante colección dolménica inscrita dentro del vecino término municipal de Valencia de Alcántara, los nueve dólmenes sanvicenteños se suman en realidad al mismo movimiento cultural que, llevado a cabo por los primeros grupos agrarios asentados en el lugar, ejecutase el vasto número de pétreos mausoleos que, entre las hoy fronterizas tierras que actualmente gestionan las provincias de Cáceres y Badajoz junto al colindante país luso en este rincón peninsular, se ofrece como una de las aglomeraciones megalíticas más cuantiosas y destacadas tanto a nivel ibérico como europeo, sobresaliendo entre los ejemplares de lo que antaño fuera aldea valenciana el dolmen conocido como de Alcornocón, o Juan Durán I, cercano, como Juan Durán II, a la fuente bautizada con tal nombre que aún mana a los pies del camino a La Codosera, restando del prehistórico monumento tres ortostatos íntegros en pie de lo que fuese la cámara funeraria en sí, de dimensiones y características paralelas a las mostradas por la mayoría de sus hermanos norteños, demostrando la relación artística y arquitectónica entre inmuebles en una época en que las lindes actuales eran inexistentes.San Vicente de Alcántara (Badajoz). Fechado entre los periodos Neolítico y Calcolítico (IV y III milenios a.C.).
Arriba y abajo: carente quizás de corredor de entrada, al igual que varios de los ejemplares valencianos y a juzgar por la inexistencia de piezas que constituyesen tal pasillo, la puesta del sol junto al dolmen sanvicenteño de Alcornocón demuestra la orientación de la cámara mortuoria del mismo hacia poniente (arriba), abierto su acceso hacia el levante (abajo) en el punto del mausoleo que no presenta vestigios de ortostatos clavados sobre el terreno donde se asienta, siguiendo la tendencia mantenida a la hora de ejecutar todo inmueble dolménico bajo ideales funerarios interrelacionados con el movimiento solar, descubriéndose a los pies del mismo retazos graníticos de algunas de las piezas que constituyesen primigeniamente el edificio fúnebre (abajo, siguiente), restando in situ, aunque cercenados, restos de algunos de los elementos de sustentación (abajo, imágenes tercera y cuarta), conservados frente al partido otros tres ortostatos básicamente íntegros que cerrarían el lado septentrional de la obra (abajo, imagen quinta).
Arriba y abajo: de tendencia circular y con 2,50 metros aproximados de diámetro, la cámara funeraria del dolmen del Alcornocón (arriba) quedaría posiblemente enmarcada primitivamente entre de seis a siete ortostatos cuya altura alcanzaría, conservadas prácticamente íntegras las tres piezas que conforman el flanco norteño (abajo), los 2,10 metros de longitud, con una media de 1,20 metros de anchura, desaparecida la tapa del monumento, figurando retazos pétros que pudieron pertenecer a éste o formar parte de su entramado de sujección junto al paredón conservado del megalito (abajo, imágenes cuarta y quinta), adivinándose a poca distancia y entre el pastizaje alguna otra pieza granítica que, por presentar sus contornos recortados y aplanados (abajo, imagen sexta), pudieran haber formado primigeniamente parte del compendio arquitectónico de que se constituía el bien inmueble, deshecho el túmulo que originariamente lo sellase inscrito, siguiendo nuevamente directrices edilicias marcadas y vistas en este tipo de obra prehistórica, sobre una elevación natural desde la que poder ser atisbado y otear los contornas a la par (abajo, imágenes séptima y octava), persiguiendo posibles fines demarcativos, situacionales o sencillamente rituales y litúrgicos, entregando el cuerpo de los seres difuntos allí depositados a las fuerzas de la naturaleza y el más allá.
Abajo: bautizadas, como el prehistórico dolmen, con el nombre de la finca donde se asientan, son varias las tumbas antropomorfas que componen lo que podría denominarse Necrópolis de Alcornocón, labradas sobre las afloraciones graníticas que salpican el enclave, horadada la piedra a fin de ofrecer tal espacio obtenido como féretro perenne donde preservar los restos humanos allí depositados, cincelado un reborde en derredor del pétreo túmulo donde poder inscribir la tapa que cerrase la sepultura, siguiendo la tendencia vista en similares sepulturas sitas en múltiples puntos y rincones de la geografía extremeña, permitiéndonos datar tales bienes históricos, tomando como base la cronología acertada de algunos ejemplares similares de los que pudieron rescatarse ciertos ajuares, entre el periodo tardorromano y la etapa visigoda, expoliadas y carentes de enlosado las sepulturas sanvicenteñas, advirtiendo la presencia de dos sepulcros en la parte baja de la colina sobre la que se asienta el dolmen del lugar, verificándose, a través de la presencia tanto del mausoleo prehistórico como de la necrópolis altomedieval, un continuado uso fúnebre que a lo largo de varios periodos cronológicos se le ha dado al enclave, ofreciendo una continuidad funcional presente en otros muchos parajes y monumentos, advirtiéndose el valor que los postreros pueblos dieron al patrimonio preliminar, enlazando, casual o premeditamente, culturalmente con éstos.
Abajo: partiendo de la propia localidad de San Vicente de Alcántara hacia la vecina población de La Codosera, a través de la carretera BA-132, antes de alcanzar el kilómetro 2 se halla en el margen derecho de la vía la conocida como Fuente de Juan Durán, apareciendo frente a ella, en el margen izquierdo de la calzada, una senda térrea que deberemos seguir en caso de desear visitar el dolmen de Alcornocón, girando al final de ésta hacia nuestra diestra, alejándonos del caserío sanvicenteño, volviendo a tomar el ramal derecho en la posterior bifurcación, punto donde es recomendable dejar estacionado el vehículo en caso de habernos acercado a la zona haciendo uso del mismo, descubriendo pocos metros más adelante, junto a la entrada a la finca particular por donde nos tendremos que adentrar, un cartel indicando la presencia en tal enclave del monumento megalítico y sus adyacentes tumbas antropomorfas, sitas en el tercer terreno que, partiendo en línea recta desde tal cancela, alcanzaremos tras sobrepasar los dos cercados que delimitan sendas fincas previas a la de Alcornocón, descubriendo el dolmen homónimo a dicha hacienda no lejos de la casa en ruinas allí inscrita, cercano al muro de cierre de poniente, capitaneando la suave colina cuya falda se inicia a los pies de éste.
(Dolmen localizado gracias a las indicaciones ofrecidas por el blog conjuntomegaliticodeextremadura.blogspot.com)