Imagen del mes: Ermita de Nuestra Señora de la Peña, en Perales del Puerto

Por Websamuelrc

 

 Inscrita entre los límites nororiental y suroccidental de los términos municipales de Cilleros y Perales del Puerto, respectivamente, así como inmediata al extremo sureño del término municipal soyano, las ruinas de la ermita de Nuestra Señora de la Peña siguen irguiéndose entre los berruecos y robledales que culminan a más de 680 metros de altitud el Alto del Hocino, junto al Pico Canchal del Burro, coronando aún hoy uno de los paisajes más llamativos de la Sierra de Gata, desde que fuese dedicada una capilla mariana en el lugar donde, reconquistada la zona, se diera la legendaria aparición de la Madre de Dios a tres lugareños que allí pastoreaban, renovada en época barroca por el edificio que, tras ser semidestruido tras el paso de las tropas napoleónicas por la zona, lograse llegar a nuestros días.

Perales del Puerto (Cáceres). Siglos XVII-XVIII (sobre posible edificio gótico previo); estilo barroco.  

Arriba y abajo: orientados los pies del templo, siguiendo las reglas constructivas cristianas tradicionales, hacia poniente, es en este punto de lo que fuese la ermita de la Virgen de la Peña donde se abre la puerta occidental de las dos portadas con que contase el inmueble (arriba), recordando la pérdida de gran parte de las dovelas de que estuviera constituido el arco de acceso la semidestrucción a la que sometiesen el bien las tropas francesas durante la contienda que asolaría España a comienzos del siglo XIX, rezando en 1.848 como arruinada en el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España de Pascual Madoz, labradas en piedra granítica las piezas preservadas in situ (abajo, y siguiente), donde pueden apreciarse tanto en sendas jambas y ambos salmeres un ligero labrado que simula una sencilla arquivolta, sobre la que se antepone en la línea de imposta el dúo de capiteles que marcan el arranque de la propia arcada en sí, recordando tal moldura semicircular un arte gótico bajo el que pudiera haberse visto construida la capilla primitiva, y de donde quizás pudieran provenir algunas de las piezas de tal rincón de la obra remozada en época barroca, supuesta ya la existencia de un sacro lugar en tal enclave en el siglo XIV, a juzgar por la denominación con que, a través del Libro de la montería mandado escribir por el rey castellano Alfonso XI, se conociese ya entonces la zona, tal y como puede leerse en el Capítulo XXI de la obra, donde se habla "De los montes de tierra de Coria, et de Galisteo, et de Alcántara, et de Alborquerque": "Sancta María de la Peña es buen monte de oso en invierno, et en verano; et es la vocería por cima de la sierra de Sancta María; et son las armadas, la una en el valle de Aguilar, et la otra en el Alcornocosa".



Arriba y abajo: respaldado el arco de acceso de poniente por un arco escarzano, igualmente fabricado por sillares graníticos y abrazado por los muros de mampostería que, aprovechando en parte la roca madre, cerrase el templo en sus pies (arriba), son también de mampostería los flancos norteño (abajo) y meridional (abajo, siguiente) de la única nave con que contase el edificio, dividida en dos tramos más cabecero, siendo estas dos secciones occidentales la parte más dañada por el vandalismo napoleónico y el paso del tiempo ejercido tras el abandono de la ermita, conservados los pilares de sujección del arco que antaño, además de servir como marcaje entre divisiones edilicias, sostuviera la posible techumbre de madera a dos aguas que coronase este punto de la obra, inscrito el del muro de la epístola junto a la portada que permitiría la entrada al sacro lugar por este punto sureño, de características arquitectónicas similares a las vistas en la puerta de los pies, apreciándose junto a ella, en el interior del habitáculo, restos del enlucido, la pintura y el sencillo esgrafiado que cubriese la cara interna de los muros, también restante en el plano interior de la pared de los pies (abajo, imagen tercera), si bien junto a la jamba occidental de tal portalón (abajo, imagen cuarta), frente al cual permanecen caídas varias de las dovelas de que se constituyera primigeniamente el mismo (abajo, imagen quinta), se descubren una serie de sillares que conformarían lo que pareciese un contrafuerte que ayudase a contrarrestar peso al arco de separación entre tramos, si bien la existencia de un estribo similar apoyado junto al contrafuerte esquinero surocciental del cabecero (abajo, imagen sexta), a la derecha de la puerta vista desde el exterior, hace pensar en el posible uso de ambas construcciones como pilares de sujección de un soportal que cubriese este flanco y punto de acceso al templo, cobijando de las inclemencias a quien aquí se encontrara y las hallase, carente el enclave, al parecer, de casa de guardeses o de ermitaños, disponiendo la ermita de este último, pero sin que el mismo viviera en el lugar, tal y como quedara registrado en el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de 1.791, donde se indica que el mismo, nombrado por el párroco de Perales del Puerto, acude al templo a fin de asear la capilla semanalmente o cuando así procediese.


 

Arriba y abajo: de planta rectangular cercana al cuadrado, con los muros laterales ligeramente más longevos que el de acceso y cabecero, se conserva aún en pie el ábside de la arruinada ermita de la Virgen de la Peña, de más recia fábrica que el resto del inmueble al estar sus muros de mampostería reforzados en las esquinas por sillares graníticos sujetos, a su vez, por contrafuertes de similar constitución (arriba), vista ésta igualmente en el arco de acceso o toral, enmarcado por fuertes estribos de copiada naturaleza (abajo, y siguiente), partiendo de la línea de imposta interna de la gran arcada los nervios que sostendrían, a base de piezas pétreas, la bóveda de terceletes que aún corona la cúspide del sanctasantórum del lugar (abajo, imágenes tercera a quinta), diseñada en un estilo gótico tardío que pudiera preservarse de la capilla original, sin bien la fábrica latericia de los plementos nos lleva a pensar en el arte barroco (abajo, imagen sexta), época en que al parecer fuera renovada ediliciamente la capilla, circundados los flancos de que se compone el presbiterio de una cenefa arquitectónica que parte de los escuetos capiteles del arco de entrada (abajo, imágenes séptima y octava), abierto sobre el muro de la epístola el único vano, abocinado, conocido del edificio (abajo, imagen novena), restando sobre el cabecero la base arquitectónica de lo que fuera altar de la ermita, hoy en día ocupado por fortuitos elementos de veneración mariana depositado por los feligreses que aún acuden al lugar (abajo, imagen décima), como antaño fuese sostén del retablo que cobijase la imagen de Nuestra Señora de la Peña, datada en el siglo XVII y depositada actualmente en la peraliega Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en cuyo derredor, además de figurar los arranques orientales de la bóveda (abajo, imagen undécima), pueden apreciarse parte de los escasos vestigios pictóricos que ornamentasen este punto del templo (abajo, imagen duodécima), pintada sobre el enlucido una banda de tinte bermellón a media altura, simulando la franja de separación entre muro y bajo zócalo, adivinándose sobre el arco perpiaño y espacios adyacentes diversas cenefas en tonos amarillentos y rojizos que, sobre el blanco de fondo, llegasen a abrazar posiblemente el altar mariano que capitanease el sacro lugar.









Abajo: si bien es posible acceder a la ermita de Nuestra Señora de la Peña desde la carretera CC-4.2, unión entre las localidades de Hoyos y Cilleros, desviándonos por un camino que en el margen oriental de la vía y punto medio de la misma, asciende hasta la cima donde se ubica la antigua capilla, existe por el contrario una senda asfaltada que nos llevará desde las afueras de Perales del Puerto hacia el santuario, nacida ésta desde la carretera CC-7.2 (abajo), unión entre la localidad peraliega y Cilleros, debiendo seguir en todo momento la calzada en su ascenso, desviándonos de ella tan sólo en una ocasión (abajo, siguiente), tomando el tramo que a nuestra derecha y hacia el Norte mantiene el rumbo hacia el sacro lugar, pudiendo dejar el coche en el otero que, poco antes de alcanzar la ermita, nos permita disfrutar junto a un reciente chozo de magníficas vistas de los contornos (abajo, imagen tercera), aguardándonos el monumento a pocos metros, al final del camino, esta vez sin asfaltar, que continúa del merendero hacia el Sur, dejando a nuestra derecha el pico Canchal del Burro y nuevas vistas, esta vez occidentales, de la Sierra de Gata.