Descubierta en la finca emeritense de Araya, sita en las cercanías de la ciudad de Mérida e inmediaciones del río Guadiana, toma el nombre de tal hacienda una figurilla de barro cocido que, aun hallada fragmentada, se presenta como una de las primigenias esculturas religiosas conservadas en la región extremeña, previa a otras manifestaciones devocionales prehistóricas como los ídolos oculados del Calcolítico, y coetánea a las imágenes femeninas idolatradas por otros muchos pueblos contemporáneos europeos y del Asia Menor, con especial similitud estilística con otras figurillas honradas por diversas culturas neolíticas del Mediterráneo oriental, antecedente de las damas que en tal cuenca geográfica fuesen veneradas como diosas de la fertilidad o protectoras del grupo, con la que enlazarían personajes mitológicos como Isis o Proserpina hasta sobrevivir hoy en día en la iconografía mariana, adorada la Madre de Dios por muchas comunidades católicas bajo auténtica hiperdulía.
Mérida (Badajoz). V-IV milenio a.C.; arte prehistórico neolítico.
Arriba: nuevamente expuesta al público desde diciembre de 2.010 en la sala cedida dentro del Museo Abierto de Mérida a la Colección de Prehistoria de la Comarca de Mérida - Praemerita, el ídolo de Araya se presenta como una de las joyas de la compilación arqueológica reunida gracias a la labor ejercida durante las últimas décadas por diversos eruditos, aficionados y amantes del patrimonio prehistórico local, rescatado este ejemplar en los albores de los años 80 del pasado siglo por D. Emiliano Jiménez Aparicio cuando, durante el desmonte de un bancal de unos tres metros abierto en el margen derecho del río Guadiana, aparecieron diversos materiales arqueológicos que, descartada la pertenencia a una necrópolis ante la ausencia de restos óseos humanos, se englobarían dentro de un poblado datado durante el periodo neolítico, a juzgar por las características del material rescatado, fundamentalmente industria lítica y vestigios cerámicos.
Abajo: de 9,4 cms. de longitud, 6,2 cms. máximos de anchura y 4,5 cms. de grosor, el ídolo de Araya muestra, aun perdida la parte superior de la figura por encima de la cintura, así como el extremo último de su pierna izquierda, una figura indubitativamente femenina con marcados labios vulvares y abultadas nalgas que demuestran un definido carácter esteatopígeo, recordando las denominadas Venus esteatopígeas del Paleolítico, con las que estilísticamente estaría entroncada, enlazando artísticamente aun más con muchas de las esculturas femeninas neolíticas descubiertas en la comarca geográfica marcada entre los Balcanes y Anatolia, tales como la figura sedente serbia de Plocnik o las diosas turcas de Chatal Huyük, con especial vínculo artístico con las figuras femeninas conservadas del arte cicládico, tomando en especial consideración la escasa longitud de las piernas y la minúscula moldura que hace referencia al pie derecho mostrado el ejemplar emeritense, similar al labrado ofrecido por la figura esteatopígica cicládica elaborada en mármol y custodiada en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, convirtiendo al ídolo extremeño, ante la ausencia de iconografía similar en el resto de la Península Ibérica, en una muestra de arte mueble neolítico única, auténtico tesoro histórico-artístico tanto a nivel regional como español.