Imagen del mes: la Puentecilla de Tornavacas
Por Websamuelrc
Superando desde inicios del siglo XVIII el cauce de la garganta del Cubo, a su paso por la localidad tornavaqueña y antes de desembocar éste en el próximo río Jerte, un puente de único ojo inscrito en plena calle Real de Abajo, permite la continuidad del trazo de tal vía nacida en la plaza Mayor y esquina de la casa consistorial, de igual datación dieciochesca, llamando la atención sobre él un templete que, junto al pretil septentrional del viaducto, ofreciese antaño cobijo a la imagen de la Virgen de la Consolación, hoy vacía su hornacina sin que el tiempo haya hecho mella, sin embargo, en la belleza de un inmueble que sorprende a aquel viajero que decide recorrer este rincón de la zona más alta del valle jerteño.
Tornavacas (Cáceres). Siglo XVIII (fechado en 1.731); estilo barroco. Arriba y abajo: restaurada recientemente por la Consejería de Movilidad, Transporte y Vivienda de la Junta de Extremadura, junto al puente Cimero -inscrito sobre la vega del Jerte- y la picota y/o rollo jurisdiccional local -conocido popularmente como las Marirrollas-, la Puentecilla tornavaqueña muestra un aspecto remozado en el que, además de limpieza, relleno de fisuras y sustitución de la pieza que delimita el petril norteño en su lado oriental, se ha incluido tras éste una ampliación de la plataforma del viaducto (arriba
), sustentada sobre vigas y rasillas contemporáneas, opuestas a la fábrica a base de sillares graníticos que conforma la constitución del único ojo de medio punto de que se compone la obra de ingeniería (abajo
), prolongados sus estribos por sendas orillas en la cara meridional del edificio, abierta desde antaño una puerta en su lado levantino, denominada popularmente como boquerón de la Puentecilla (abajo, siguiente
), a fin de permitir la bajada desde la calle Real de Abajo a la vega de la garganta del Cubo, desde la cual puede observarse la moldura que marca el inicio del pretil sureño, de sencilla composición opuesta a la de su hermano, centrado por un llamativo templete barroco.
Arriba y abajo: siguiendo la tradición constructiva vista en otros muchos puentes renacentistas y barrocos de la región, así en el puente Nuevo de Plasencia o entre los denominados puentes de Don Francisco, junto a la desembocadura del río Tamuja en el cauce del río Almonte, la Puentecilla de Tornavacas presenta formando parte de su petril norteño un templete (arriba
), llamativo tanto por su belleza, como por figurar como elemento arquitectónico en un viaducto de escasas dimensiones, posible reflejo no sólo de la religiosidad imperante en la España contemporánea a la obra, sino inclusive de la inclinación religiosa de un pueblo, el tornavaqueño, que a día de hoy conserva tradiciones religiosas ya perdidas, como el toque de la Esquila por la salvación de la ánimas del Purgatorio cada anochecer, destinada la capilla del puente sobre la garganta del Cubo a la Virgen de la Consolación, tal y como reza inscrito sobre la hornacina que centra la obra -de arco de medio punto y avenerada en su interior-, bajo una cornisa coronada con una pequeña moldura donde, entre volutas, aparece la cruz y el monograma de Cristo, enmarcada la verticalidad del edículo por sendas pilastras en cuyo extremo superior recogen la fecha del monumento -AÑO 1731-, conservándose bajo la cornisa que separa la hornacina de la parte baja del templete una leyenda epigráfica bastante erosionada que, muy posiblemente, hiciese alusión a los promotores de la obra o dirigentes gobernantes en el momento de erección de la misma, mucho mejor conservada, por su parte, la benditera que, a siniestra de la capilla, figura labrada sobre el mismo petril (abajo, segunda imagen
), cumplimentando la obra religiosa que centra el viaducto, así como, quizás, el viacrucis que desde la localidad parte hacia la antigua ermita de Santa María Magdalena, descubriendo oquedades en los pasos que conforman el mismo, así junto a la picota local, bien para alojar el agua bendita o incrustar cruces momentáneas o desaparecidas.