El 10 de julio de 1.985, la pasión por el arte y la arqueología llevaba a D. Fernando Tostado Granado a descubrir en las proximidades de su localidad de residencia uno de los escasos menhires con que cuenta la región extremeña y el Oeste peninsular, derrumbado por entonces y al parecer a raíz de los trabajos de desmonte a que fuese sometida la zona durante los años 40 del pasado siglo, volviendo a ser erguido, ligeramente desplazado de su punto de incisión original, en noviembre de 2.015 por el equipo del prestigioso arqueólogo D. Miguel Ángel López Marcos bajo programa de la Junta de Extremadura, luciendo hoy erecto un monumento, fálico según algunos autores, considerado según otras teorías con mayor respaldo una figura antropomorfa que marcaría primitivamente el enclave, delimitándolo o identificándolo, presentándose en todo caso como una de las presuntas representaciones escultóricas más antiguas de Extremadura.Alcántara (Cáceres). Fechado entre los periodos Neolítico y Calcolítico, alrededor del V milenio a.C..
Arriba y abajo: con 4,65 metros de longitud, 1,20 metros de diámetro máximo, y 12.100 kilos de peso, del menhir alcantarino del Cabezo lucen fuera de superficie, tras nuevo levantamiento (ampliamente documentado por Libre Producciones a través de un capítulo dedicado al mismo dentro de su serie El Lince con Botas, para Canal Extremadura TV), 3,80 metros de la pieza granítica de que consta el bien histórico-artístico, estudiado en 2.008 por los eruditos en prehistoria Dña. Primitiva Bueno Ramírez y D. Rodrigo de Balbín Behrmann, orientándose hacia el Sur lo que se ha interpretado como rostro de la presunta figura antropomorfa con que se ha identificado la obra (arriba: visto desde el Suroeste; abajo: visto desde el Sureste; abajo, siguiente: visto desde el Sur), asegurándose en su nueva posición, mudado ligeramente de su punto de anclaje original a fin de preservar la fosa de fundación como bien arqueológico en sí, mediante cuñas pétreas que refuerzan su elevación fijada principalmente en base al propio peso de la pieza en sí, considerado uno de los menhires más voluminosos de la Península Ibérica, así como posiblemente el más relevante de entre aquéllos conservados dentro de la región extremeña, sabiéndose de otros ejemplares, relacionados posiblemente como éste con las culturas megalíticas que creasen contemporáneamente y a su vez tanto la amplia colección de dólmenes que salpican esta porción peninsular como los cuantiosos paneles pictóricos de traza esquemática que abundan por todo el territorio autonómico, en las localidades de Barcarrota (La Pitera), Valverde de Leganés (El Gamonal), La Cardenchosa (dentro del casco urbano de esta pedanía dependiente de Azuaga), así como fundamentalmente el conjunto inscrito en la cuenca del río Ardila, entre los términos de Fregenal de la Sierra y Valencia del Ventoso, declarados recientemente Bien de Interés Cultural con la categoría de Zona Arqueológica mediante Decreto 16/2020 de 11 de marzo, quedando insertos en tal valle fluvial los ejemplares frexnenses de Palanca de Moro, Tres Términos y Pepina, reutilizado el primero en un cercado, tumbado el segundo y con llamativa forma fálica el tercero de ellos, así como los valencianos de la Fuente de Abajo, usado como pilón en tal obra pública, el del Lagarto, de majestuosas dimensiones, o el del Rábano, rodeado de piezas pétreas con las que pudo conformar antaño un crómlech, de porte y características voluminosas y artísticas éste parecidas a las ofrecidas por el ejemplar alcantarino, cuya curvatura en sendos aparece igualmente presente en otros menhires geográficamente relacionados, como el de Outeiro en la lusa localidad alentejana de Reguengos de Monsaraz.
Arriba y abajo: decorado a base de cazoletas, algunas de considerable tamaño, tales como las horadadas en sendos extremos del menhir inscritas en la cara del mismo hoy enclavada hacia el Noroeste (arriba), más menudas y dispersas a lo largo del enlomado del ortostato de que se compone el monumento otras muchas (abajo), se adivinan junto a éstas ciertas incisiones (abajo, siguiente), así como grabados contemporáneos (abajo, imagen tercera) resultantes, una vez tumbada la pieza, de diversos actos vandálicos que dejaron como resultado la figuración del nombre Emilio y las siglas LPR sobre el bien, descubriéndose tras levantarse nuevamente el menhir y poder así ser estudiado el megalito con mayor profundidad lo que se ha considerado por algunos autores como rostro (abajo, imagen cuarta) de la presunta figura antropomorfa en que se basaría el ejemplar alcantarino, artísticamente abstraída del mismo modo que los ídolos oculados contemporáneos a éste, quizás pétreo guerrero o vigía que avisase a viajeros y clanes vecinos de la particular propiedad de los contornos, sito en un cabezo o punto alzado sobre el paisaje desde el cual poder tanto atisbar como ser observados desde la lejanía, ideal enclave según otras teorías para el estudio solar o astronómico, sirviendo el menhir a tales fines científicos primigenios, si bien la alargada forma del mismo, peculiar en este tipo de fabricación ejecutada a lo largo de múltiples puntos dispersos tanto por Europa como por el planeta, hace pensar en una representación fálica que, bajo fines mágicos y apotropaicos ya apreciados en otras muchas representaciones artísticas prehistóricas, persiguiese la fertilidad de los campos de los que dependiesen las primeras comunidades humanas agrarias asentadas en la región, hincado el simulado erecto pene dentro de la madre tierra, o surgiendo de ésta a fin de fecundar los campos adyacentes, hito funerario, sin embargo, en una última suposición, sirviendo quizás como memoria de algún personaje relevante de la tribu, marcando de otra mano un punto relacionado con los ritos fúnebres colectivos, en todo caso un elemento que ha servido con las centurias para apreciar el trascurrir de la vida y el paso inexorable del tiempo, testigo mudo de los siete mil años que han desfilado a sus pies desde que se diese su original confección.
Abajo: son varias las opciones o caminos diseñados a fin de poder conocer in situ el alcantarino menhir del Cabezo, ubicado en la orilla derecha del río Tajo y proximidades de la carretera EX-117, vía de unión entre Alcántara y Zarza la Mayor, a poco de dejar atrás el archiconocido puente romano que da nombre a la localidad en cuyo término se ubica el monumento megalítico, territorio donde a la par se inscribe la pedanía de Estorninos, alquería desde la cual este blog recomienda el modo de ejecutar la visita al bien, recorriendo para ello los 2,8 kms. de distancia que separan la entrada oriental de tal caserío con la presunta escultura prehistórica, naciendo la ruta a seguir del camino asfaltado que, desde la carretera CC-111, se dirige al cementerio estorninero, continuando a poco de dejar atrás la ruinosa Ermita del Humilladero por la senda orientada hacia el Noreste de los contornos, con un único cercado a traspasar (abajo, imagen superior derecha), marcada y señalizada ampliamente en pro de la visita y disfrute de uno de los más relevantes bienes de la localidad, auténtico tesoro megalítico de la Península y joya cultural de nuestra región.