Imperativo de felicidad

Publicado el 24 diciembre 2018 por Daniel Guerrero Bonet
Son días festivos, por Navidad y Año Nuevo, con sus correlatos correspondientes de jolgorio, compras, comidas, vacaciones y celebraciones ociosas, tanto profanas como religiosas, que tienen un imperativo común: hay que tener presente a las personas con las que nos relacionamos para desearles, aunque no lo sintamos, felicidad. Sin esa participación del otro -familiar, compañero, vecino, conocido-, estas jornadas carecerían de sentido, pues presuponen el derroche empalagoso de buenos sentimientos y humanidad, incluso por parte de quien se pasa el resto del año fastidiándote la vida.
Es imposible evitar el contagio de ese falso espíritu de generosidad, empatía y solidaridad que estas fiestas estimulan, más por afán comercial que por asunción de tales valores, para no quedar como un extraño hereje antisocial ante los que nos rodean en convivencia. Tampoco se puede evitar en un medio escrito de participación colectiva, como es este blog, que atrae a seguidores de las tradiciones y a quienes las denuestan.
Por tal motivo, con unos y otros, no queda más remedio que comulgar con la universalidad del relato “buenista” de estas fechas para desearles, si no felicidad, sí al menos justicia e igualdad para lograrlo, en la medida de las posibilidades de cada cual, aunque para expresar esos anhelos y actuar en consecuencia no haga falta ninguna fiesta con sus lucecitas, pavo y mensajitos de felicitación inútiles. Simplemente, procurarlos cada día y en cada ocasión. Esa es, al menos, la intención de la que participa Lienzo de Babelcon este post. ¡Que seáis buenos y os traten con dignidad!.