Fotografía Infrarroja de larga exposición (f/11, 18mm, 91 segundos, ISO 100)
“El mismo suelo que piso
Seguirá, yo me habré ido
Rumbo también del olvido
No hay doctrina que no vaya”
—Jorge Drexler, Milonga del moro judio
Por años (quizá sin entenderlo del todo) mi nombre de usuario en varias redes sociales ha sido la palabra impermanencia. Un poco por ingenuidad y otro tanto por identificación esa palabra me ha acompañado en mi accionar diario y en mi andar fotográfico y hasta hace algunos días no la entendía del todo.
Cierta corriente budista llama a la impermanencia annica o anitya y es una de (bajo su concepción) tres realidades de la existencia. Las otras dos son el sufrimiento llamado dukkha y la ausencia del yo o insubstancialidad, nombrado como anatta.
Caminar intentando dejar huella a cada paso dificulta el avance. En nuestra vida habrá mil cosas que se saldrán de control, nos aferramos a ideas, objetos y en cierto punto de la vida nos sentimos intocables, inmortales y que nada ni nadie nos moverá de nuestro centro. Pero la realidad es otra: cambiamos nosotros, las circunstancias, el clima, las hojas y todo lo que nos rodea. Y algún día eso dejará de estar.
La palabra no dejaba de resonar en mi cabeza viendo como el caos se había apoderado de las circunstancias: Maya y yo íbamos en automóvil de la ciudad de Orizaba hacia el Citlatepetl, alguien muy amable nos recogió en la central de autobuses, de camino nos asombramos al ver numerosos camiones repletos de flores que iban con destino al mercado de Jamaica en la Ciudad de México y poco a poco la neblina se adueñaba del panorama.
Muchas personas se ganan la vida ahí transportando a otra gente en vehículos Tsuru de fácil mantenimiento ya que no hay otras vías de traslado, conducen muchas veces en condiciones impredecibles y sin quererlo o no se acostumbran a ello.
Durante el trayecto hablábamos de la vida en la ciudad, su delincuencia y ritmos acelerados cuando de la neblina se asomaban los faros de otro vehículo. El sentido común dice que rebasar en curva y neblina no es la mejor idea, pero la costumbre y el tedio dicen otra cosa y un conductor joven estrelló su vehículo contra nosotros.
Después del blackout, entendí el real significado de la palabra, la enseñanza que nos deja es invaluable: dejemos nuestro ego atrás, las cosas cambian, nada está bajo nuestro control y en algún punto nuestra existencia dejará de serlo y no… suena pesimista pero es todo lo contrario: disfrutemos mientras podamos, dejemos esa presunción de perdurar, de realizar todo perfecto.
El momento perfecto ni la foto perfecta existen, así que disfruta el proceso.
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