Implantes de silicona

Publicado el 15 mayo 2011 por Mugen

Esos implantes mamarios innecesarios que se ponen las pseudo-famosas cuando ya no se les hace caso. Talla XXL cuando ya tienen tuneados los morros, el culo y una pinza en su nuca les estira toda la piel. Hay que seguir en el ajo, sacando una continuación de sí misma que no es más que lo mismo pero con cosas que no les pertenece.


 

¡Son monérrimos!

La idea de este artículo comenzó tras echar un par de horas al Patapon 3. La saga Patapon, la historia de unos bichillos adorables en busca de su destino tuvo una primera parte fascinante, imaginativa y maravillosa a todos los niveles. Esos ojillos con cuerpo negro, pegando a ritmo de PON-PON-PATA-POM se hicieron un lugar en mi corazón. Me enamoré de su mecánica pero, por encima de lo demás, de un diseño de cuento fascinante. Poca historia pero mucha chicha detrás con unos dibujetes “cutes” que te cagas. Ésa fue su base; y gustó y triunfó. Pero el tiempo pasa y una buena idea es como un chicle, sabe bien al principio pero tras mucho mascar se agota y uno quiere un chicle nuevo.

Buscar la continuación de una idea rompedora no es cosa sencilla. Se puede ser absolutamente continuista, profundizando en una misma mecánica hasta conseguir la perfección del sistema original (God of War 3), se puede cambiar el planteamiento para juguetear con las distintas opciones existentes para el género, siempre con una misma base (Street Fighter) o tomar cuatro cosas y crear cosas nuevas (Final Fantasy). Cada opción tiene sus pros y sus contras, pero se suelen obtener buenos resultados siempre que sea “necesario”, siempre que el resultado sea “veraz” (si vais al cine a ver Midnight in Paris, quedaos con esta palabra: “veraz”, os hará descojonaros)

Os pongo un trailer de la peli, que la fui a ver ayer y me flipó

Pero a lo lejos, cuando ya se ha contado toda la historia, cuando se ha coqueteado con todas las opciones e incluso cuando un puto pasillo parece ser la única salida para una franquicia (Sí, Final Fantasy XIII, lo odio ¡Menuda novedad!), llega el momento de tirar la toalla, buscar opciones nuevas… ¡No! Aún se puede hacer algo…

¡¡No estoy acabada, querida!! ¡Aún puedo dar la última campanada! Un último escándalo para volver a salir en la prensa rosa y cobrar unos euros, en definitiva: mentirse a uno mismo, inventarse patrañas y pegárselas en el carnet de identidad, para hacernos crear que le son propias (no lo son querida)

Pero hay dos formas de pasar por el quirófano en este último movimiento. Una puede ponerse bien las tetas y quedar estupenda sin que sea desproporcionada la experiencia, como es el caso de Elsa Pataky o, directamente ponerse unos melones tipo Yola Berrocal o un estiramiento como La Preysler; no querida.

“¡Ays, que monas son esas olivitas con ojos de los Patapones! ¡Son como mis neuronitas, jiji!”

El caso Pataky, nadie mejor para representarlo en el mundo de los videojuegos como “Mortal Kombat” y su inclusión de un montón de divertidos y variopintos minijuegos, como son aquellos Karts tan curiosos. Con esa política, la horterada exagerada de sangre y personajes “reales” dio un giro absoluto hacia la comicidad desgarradora, con lo que pudo ir a todos los mercados a triunfar, reinventándose a sí mismo. Bueno, la Pataky sólo triunfa por tener la coleta desaliñada más imitada por todas… (Sí, cuando voy a cagar y me he acabado de leer la Marca Player, me leo la Cuore, aunque siempre he sido más de In Touch)

Pero una (querida amiga) puede perderse totalmente a sí misma con retoques que te harán olvidar quien eres. Dicen que la Preysler no es capaz de abrir del todo la boca y come con cucharillas de café, dicen que la Yola Berrocal podría romperte el cuello de un tetazo… añadidos que te hacen dejar de ser la niña bonita que fuiste un día; y aquí entra Patapon 3.

Como diría Luffy: “¡Estira, estira, estira!”

Patapon 3, con su personalidad, con su dibujo precioso y con sus historias misteriosas, ha decidido, en esta tercera parte, cubrirse de un guión que quiere ser complejo (pero no) de unas escenas prerrenderizadas en 3d que quieren molar (pero tampoco) mezclándose con macabro mal gusto con los excelentes dibujos originales… y a esto se le añaden menús de habilidades ridículos y lo peor: la inexistencia de una exploración que era la piedra angular del primero. Patapon, en su tercera entrega, no es que se haya puesto mal los implantes mamarios, es que ha ido a que se los ponga “El Clavijas”, un tipo que te opera sobre un contenedor de basuras, con un tenedor y una cuchara oxidada y…. ha acabado poniéndole una tercera teta klingon que… en fin, que no.

Con este artículo no solo quiero criticar la tontería de añadir estupideces que no tienen ningún sentido; sino también demostrar que se puede hacer un artículo sobre videojuegos, comparándolo con ¡LAS TETAS DE GOMA! y hacerse offtopics a uno mismo oh, yeah. En conclusión: siempre lo natural es más sano