El ayuntamiento de Granada, gobernado por el ala progresista del PP, ha denunciado ante la Fiscalía el libro “Cásate y sé sumisa”, editada por su arzobispado, porque “incita a la violencia machista contra las mujeres”.
Pide su censura, como también un tribunal de París persigue a Bob Dylan acusándolo de racismo, injurias e incitación al odio por haber comparado muy literariamente a los croatas con el Ku-Klux-Klan.
En diferentes organismos de la ONU los 57 países de la OIC, Organización de Cooperación Islámica, exigen que se castigue también la crítica de las religiones, que debe declararse “delito contra la humanidad”.
La ofensiva contra la libertad es masiva, y va desde lo pequeño hasta la imposición universal de unas leyes que impiden contradecir ideas: se quiere destruir el debate que conduce al racionalismo.
“Cásate y se sumisa” sólo es una gran bobada, como indica el título. Quiere a la mujer callada, humilde y al servicio del hombre, como ordenan Pablo de Tarso en sus Epístolas, y Mahoma, en el Corán, y según cuentan los hadizes.
Pero censurar una estupidez así ataca el pensamiento libre, que se forma al contradecir lo irracional e imbécil con lo racional e inteligente.
A Dylan, que se expresa como un bardo, lo persiguen por decir que “Si tienes Ku-Klux-Klan en la sangre los negros lo pueden notar, incluso hoy. Como los judíos pueden notar la sangre nazi, y los serbios la sangre croata”.
Evocaba la II Guerra mundial, cuando los ortodoxos serbios eran heroicos antinazis, mientras los croatas, católicos y musulmanes, se aliaban con los alemanes y su crueldad asombraba incluso a las SS.
Necesitamos libros estúpidos y recuerdos poéticos políticamente incorrectos como los de Dylan: su contradicción con otras ideas crea seres libres y sabios.
La censura, en nombre del progresismo políticamente correcto o en nombre de una ideología reaccionaria, siempre es reaccionaria.
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SALAS